Para siempre y sin excepciones.

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Capítulo 95

Sentí mi corazón detenerse y me pregunté por qué diablos. Ya estaba roto, olvidado, rígido y frío en alguna parte de mi interior.

-¿No lo ha hecho o sí?- pregunté desesperada y mirando a los ojos a todos los que estaban en la habitación buscando alguna respuesta que me diera calma.

-No, él está bien- negó inmediatamente Niall y agradecí a Dios en aquel momento, sin importarme la inmovilidad de mis piernas, o la amnesia de Harry o cualquier cosa que mala que me hubiera sucedido. 

Respiraba entre jadeos, ahogándome pero sin llorar.

-Necesito verlo. Dile a papá que compre otro boleto a Los Angeles. Necesito saber que está bien- le rogué a Florence sabiendo que ella se negaría. Pero no dijo nada y miró a Zayn que estaba a punto de hablar.

-Él está aquí, ___________.

Antes de que se me pudiera caer la mandíbula o mis ojos se abrieran como platos, Zayn continuó:

-Hace una semana que he vuelto a hablar con él –explicó. –Intenté hacerte caso con lo de no decirle nada de ti, pero él simplemente me preguntó. Y entonces me di cuenta de que no te había olvidado. Sacando conclusiones nos dimos cuenta de que Becca nos había mentido en todo. A todos. –La ira se apoderó de mí y cerré las manos en puños deseando tener los pulmones de la zorra entre ellas. –No debí decirle que estabas paralítica- gimió Zayn reprochándose a sí mismo pero prosiguió: -Hace dos días llegué a su casa porque no contestaba el teléfono y ya temía que le hubiera sucedido algo. Cuando abrí la puerta del baño me lo encontré en el piso, murmurando incoherencias y pidiendo por ti. Sus muñecas perdían mucha sangre y tenía la mano fracturada.

Solté el aire de repente colapsando de información. 

Él había intentado suicidarse… por mí. Porque me recordaba. Porque se sentía culpable. Porque me amaba.

-Él está sólo a dos habitaciones de aquí. Está estable, le han hecho una transfusión- dijo Niall ante mi expresión inescrutable. –Decidimos traerlo aquí porqué además de los resultados de tu operación, necesitábamos que él supiera que…

-Aún lo amo.

Niall asintió. 

-Y que tú supieras que él te recuerda.

Pese a toda la jodida situación mi corazón, mi alma, o lo que fuera que me hiciera sentir así, comenzó a expandirse la alegría, consumiéndome, abrumándome y refortaleciéndome al mismo tiempo. Sería muy estúpido desmayarse en ese instante así que me forcé a seguir consciente.

-¿En qué habitación está?- dije impulsando mi cuerpo fuera de la cama. Mis pantalones de pijama colgaban de mis caderas llegando hasta el suelo. Una blusa de mangas largas cubría mi torso y mis pies iban descalzos. Florence me ayudó a sentarme en la silla de ruedas nueva y yo le agradecí rápidamente.

-42- dijo Marcie que hasta el momento había estado callada. Me entregó una sonrisa y se la devolví a modo de disculpa por haber sido tan mala con ella antes.

Giré mis ruedas, casi tropezándome, saliendo de la habitación. No necesitaba que nadie me llevara, pero mientras más rápido llegara era mejor.

Noté con ansiedad el número 42 en un fino metal sobre la puerta. 

No esperé.

Pegué un manotazo a la cerradura y tiré de ella hacia adelante.

Me sentí desfallecer.

Él estaba allí. 

Con vida, con recuerdos, y completa e irrevocablemente mío.

Para siempre y sin excepciones.

One and Only.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora