Capítulo 19

932 93 32
                                    

N/A: Capítulo sin corregir. Lo haré cuando no tenga el tiempo justo, por favor, ¡no me corrijan! Seré sincera; lo odio. 

Disfruten de la lectura.


La tarde había sido un poco movida, pero las kunoichis se lo pasaron bien. Risas, abrazos... Pero sobre todo, secretos. Muchos secretos que salieron a la luz, pero nada que ver con la vida de una kunoichi, si no, con la vida de las mujeres. De sus necesidades. Ah, y sobre todo, ¡de sus maridos/novios! Si tan siquiera Shikamaru hubiese escuchado lo que aquella rubia quería decir sobre él... Bueno, no hubiese pasado nada. Él haría oídos sordos, ni le importaría. En el fondo sabía que lo amaba así que, ¿qué más da?

—Tenten-chan—suplicó la Uzumaki debido a que su casa era el punto de reunión. Sólo faltaba aquella castaña para marcharse—. ¿Estás segura de que... podrás llegar?

Ella comenzó a tambalearse un poco. De las kunoichis que estaban ahí, aquella castaña era la única que había bebido más que suficiente, tanto, que todas se preocuparon. ¡Ni siquiera podía mantenerse de pie ni unos segundos! Volvió a caer al bajar las escaleras del porche bajo la mirada de aquella oji-perla, que, decidida, tomó una decisión.

—No deberías ir a tu cita, Tenten-chan...—siseó Hinata agachándose con algo de dificultad para ayudar a su amiga.

—De-Debo ir.

—Neji-nii-san lo enten-

—¡Debo ir!—dijo decidida.

Hinata suspiró, mirando los ojos decididos de aquella kunoichi.
No sabía muy bien qué era qué tenía que decir en aquellos momentos, pero si ella estaba decidida no sería ningún obstáculo. Con ayuda de aquella chica ebria, la cargó a caballito. Así que, en aquel momento tenía a dos bebés; el de la barriga, y el que cargaba.

—P-Puede ser malo para el bebé...

—No soy débil—sonrió la oji-perla—. Y la mansión Hyuga en la que vive Neji-nii-san no está nada lejos.

La castaña comenzó a cerrar sus ojos. Su cabeza le daba vueltas ya de por sí, no esperaba que aquella chica embarazada se moviera como mil diablos persiguiendo a su presa, pero así fue. Dejó que sus párpados se cerraran para respirar el aroma de Hinata, el mismo aroma que tenía su amigo Naruto. Sin duda, era obvio que estaban casados. Se preguntaba cómo surgió su historia de amor, no la que todos sabían, si no, más.



Su corazón latió muy rápido. No podía creer lo que había pasado el día anterior, ¡se encontró con ese estúpido! Por unos segundos más y... podría haberlo derrotado. Pero, ¿por qué? ¿Por qué le dio miedo? ¿Cuál era aquella debilidad de la que aún no podía desprenderse?
Se sentó en aquella hoja que había frente a su cascada. Cerró sus ojos y... respiró.
Pero se alarmó al escuchar pasos. Por suerte, podía reconocer de quién eran: de Sakura. Su pelirrosa amiga y compañera.

—¿Ha pasado algo, Sakura?—le preguntó la castaña sin apenas abrir sus ojos.

Abrió sus ojos al ver que el silencio no se rompía.

No era Sakura. Pero era una mujer con las mismas medidas que su amiga. Su cabello era negro como el carbón, como el mismísimo ónix. Y sus ojos... ¿eran blancos? ¿Cómo los de Hyuga Neji? No, había algo raro en ella. No pertenecía a ningún clan, estaba claro, y no podía percibir nada en ella. Sólo era... una chica cualquiera. Juzgando sus vestimentas, una kunoichi bastante hermosa.
La desconocida le sonrió de forma gentil, aunque extraña.
Percibió un mal cosquilleo que le recorrió por todo el cuerpo, nada comparado con el miedo que sintió al ver a Reiko
.

Las nuevas enemigas de Konoha ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora