Capítulo 7

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Desde siempre ella quiso contar su historia con Hidan, al menos, con Sakura. Pero jamás se atrevió. Ambas se tenían secretos mutuamente, secreto que jamás serían revelados. Le daba miedo que Sakura pensara de ella que fue débil, le daba miedo que pensara que todo fue para nada.

Y más, aquello que sintió.



—Conseguiremos ese anillo—recalcó Hidan, más seguro que nunca; queriendo darle ánimos a su compañera—. Así que no voy a permitir que cuando entremos en combate estés débil.

—No estoy débil, diablos.

—¿Y dónde diablos tienes tus pensamientos?—dijo enfadado.

Ya habían entrenado día y noche, y a pesar de eso, el chico de ojos zafiro no podía acostumbrarse a aquella chica. Pero aquella noche todo fue distinto; con su nuevo peinado, estaba más despistada que nunca, así que, supo que algo ocurría nada más posicionarse en posición de ataque. La miró, pero dejó que fluyera tal y cómo quería. No quería entrometerse en situaciones estúpidas.

Pero perdió la calma cuando lanzó un poderoso ataque, creyendo que Tenten podría esquivarlo con facilidad, y esta cayó.

—Te reirás de mí en cuanto te lo diga. Vamos, lánzamelo otra vez. Esta vez conseguiré esquivarlo.

Dicho y hecho, no le quedó otra que hacerlo. Y lo esquivó.

—Cuando vayamos a por ese anillo no puedes distraerte. Me da igual qué te pasa, pero ya eres lo suficiente mayorcita como para arreglártelas tú sola. La próxima vez que nos veamos, quiero tu cabeza aquí, en el combate.

—L-Lo siento p-pero es que—Hidan rodeó sus ojos. ¿Desde cuándo se había convertido en el confidente de la chica? Pero... de alguna forma era extraño. Le gustaba escuchar sus penas; le gustaba escucharla a ella. Le gustaba que ella le demostrara confianza, y sobre todo, le gustaba ver cómo habla. Lo hacía como si el problema que contaba fuera un gran problema, y ese rostro gentil le encantaba. Se veía hermosa, eso es lo que pensaba—... No puedo dejar de pensar en Neji.

—¿Neji?

—Sí. Él me gusta. Y mucho, lo juro—al decir eso sus ojos color aguamiel comenzaron a brillar, Hidan temió que la chica llorara—... pero... lo echo de menos. Sus groserías... su forma de decirme que parezco un tío... L-Lo siento Hidan-sama, p-pero entiende que mi herida es reciente.

—¿Amor?—preguntó, sin saber si era eso.

—¿Q-Qué? P-Pues claro. ¿Sabes lo que se siente?

—Más o menos.

—Pues... es complicado. Es lo que sientes cuando quieres ver una y otra vez a una persona sin parar, cuando sientes una adrenalina por tu cuerpo cuando crees que está muerto o tiene una herida, cuando esperas que te diga cosas bonitas, o esperas de esa persona un "te quiero". Es... una sensación cálida, el estar enamorado. Te sientes bien, la mejor persona del mundo por descubrir esa puerta del amor, pero a la vez, te sientes una víctima de haber caído en algo... ¿horroroso? Es bonito, pero a la vez malo. Puede darte la vida, pero también quitártela. Es... la sensación de querer proteger la vida de alguien y estar dispuesto a ello, sin pensar en el momento, sin pensar en el motivo...—Hidan al escuchar sus palabras, se dio cuenta de algo. O más bien, maldijo todo lo que podía—. Siento no explicarme muy bien... Sé sentirlo, pero es imposible de describirlo.

Se jodió, y bastante, porque descubrió que lo que sentía por aquella castaña era algo parecido. Sólo habían transcurrido meses y ella estaba enamorada de otro, ¿no podía ser, verdad? Debe de estar apreciándola, y por eso se confundía. "No hay otra explicación que esa" pensó él.

Las nuevas enemigas de Konoha ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora