Capítulo 9

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Su cuerpo debajo de aquella porción de agua caliente le relajaba muchísimo, y en cierta forma, le tranquilizaba bastante. A pesar de eso: temía que las chicas que estaban allí—las cuales eran muchas—les viera su cuerpo lleno de cicatrices. La castaña no tenía complejos, y estaba en el mundo ninja, pero a veces se provocaba asco a ella misma al ver tanto. Deseaba un jutsu para que aquellas pequeñas marcas desaparecieran.

—¿Nos vamos, chicas?—propuso una voz femenina. Al decirlo, las cinco chicas que se encontraban ahí se marcharon.

Al fin Tenten podía estar en paz; ella y sus pensamientos; ella y el vapor del agua. Era lo único que necesitaba. Pero alguien interrumpió su tiempo de paz.

—¿Qué pasa, seguidora de Jashin?

La castaña rio al escuchar su voz, aunque al momento se tapó todas sus zonas íntimas por si de caso. Su ex compañero estaba ahí, al fin; tardó demasiado.

En cuestión de minutos, ya sintió la presencia del oji-violeta detrás de ella, demasiado cerca. Pero sabía cómo era Hidan: jamás se fijaría en su cuerpo, pues su único amante era Jashin.

—Gracias por venir, Hidan-sensei.

—El viejo me tenía ocupado, diablos, ya sabes cómo es Yunka-sama—se quejó, sentándose en el filo de los baños, donde Tenten tenía apoyada su espalda desnuda. Hidan no sabía cómo tratar a una mujer, pero sabía que si miraba, la castaña le podría odiar. Y eso era lo último que quería—. ¿Cómo va la cosa?

—B-Bueno...—negó—. Intenté matar a Neji pero fallé.

—¿Fallaste?—se sorprendió bastante, abriendo sus ojos violeta como era de costumbre—. No lo entiendo.

—No fue por eso. Fue por el anillo. Aún no lo controlo. Y ahora debo de estar en Konoha hasta que vuelva a controlarlo.

—¿Y para qué putas me llamaste?—se quejó, impaciente.

Tenten mostró una sonrisa triunfante en su rostro; si algo había aprendido al estar con Hidan, es a ser estratega—no gracias a él, desde luego—. Aunque no era bastante buena como Shikamaru, pero podía hacer pequeños planes que le ayudaban a cumplir sus propósitos.

—¿Puedo pedirte un favor?

***

Aquello había sido muy extraño. Su corazón se agitó bastante al recibir aquel abrazo cálido de Tsunade-sama, aquella rubia que era su maestra. Se preguntaba si lo volvería a hacer cuando todos le digan que ella había traicionado Konoha, y había vuelto para destruir en lo que ella tanto trabajó. Desde luego que no. Tsunade correría hacia ella para partirle la cara.

—Hum—escuchó, sabiendo de quién provenía aquella magnifica y significativa palabra.

Al girar su cabeza, observó cómo Sasuke estaba plantado en aquella puerta, centrando la llave en aquella cerradura bajo la mirada de la pelirrosada, quien, con ansias, quería entrar. Al momento se preguntó por qué diablos no tiró aquella puerta para refugiarse en la calidez—que le costaba admitir—que sentía en aquella mansión. Aunque todo era mejor que aquella cueva y aquellos balnearios sin una gota de higiene en los que solían refugiarse ella e Itachi por cuestiones de anonimato.

Cuando abrió por completo la puerta, pasó ante el Uchiha, dejando caer todo su cuerpo en el sofá de cuero que estaba en la mismísima entrada. Sasuke la miró con el ceño fruncido. Caminar ya no le costaba nada gracias a aquella rubia, pero, de vez en cuando dirigía su mirada hacia el anillo de aquella pelirrosa, la cual no se quitaba para nada.

Las nuevas enemigas de Konoha ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora