Capítulo 21

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La pelirrosa comenzó a caminar bajo aquella luna. Hacia unos minutos que se había sentido tan bien, y era de esperarse, pues el magnífico Sasuke Uchiha había estado entre sus piernas. Aquellas que en aquel momento comenzaron a dirigirse dónde no debían; al lado de Reiko.

El hombre que la mintió, le traicionó, y quiso ser egoísta en cuanto a ella. El hombre que quería matarla u obligarla a destruir el mundo que ella, de nuevo, comenzó a amar.

Porque sí, lo amaba; volvió a tener color. Volvió a querer vivir en él.

Sabía dónde encontrarlo, pues él, a pesar de ser un maestro del disfraz, siempre iba a los mismos tipos de tienda; aquellas tiendas donde vendían hamburguesas con sabor a barbacoa. Y allí, en Konoha, solo había una.

Entró. Estaban cerrando, así que solo había un chico ahí, sentado en aquella mesa solitaria que estaba algo apartada que las del resto. Era Reiko. Lo sabía, porque a pesar de su disfraz, no podía ocultar sus ojos. Aquellos ojos rojos, parecidos al color de la sangre. Aquellos ojos que tenían un poder que podría llevarte a la desesperación: hacía que el miedo te invadiera, tanto, que incluso te paralizaras.

No supo qué hacer, o sí, pero no se atrevió a dar el paso.

Podría volver a atrás y abandonar a Itachi y a Hidan, siendo así una cobarde, pero vivir feliz con Sasuke mientras pretendía que nada pasaba, o podría dar un paso hacia adelante, protegiéndolos a todos, mientras intentaba dar con la debilidad de aquel chico.

Ni siquiera se lo pensó; dio un paso hacia adelante.

—Reiko—murmuró la Haruno, cerca suyo.

Él se dio cuenta de aquella chica. La miró, sonriendo.

El cabello suelto y agitado de Sakura, su piel algo brillante, sus ojos que parecían temerlo... Pero sobre todo, su anillo y su ropa colorida.

—Así que finalmente viniste.

—Déjame estar a tu lado de nuevo, Reiko.

Incluso a ella le dolió pronunciar aquellas palabras. Estaba mintiendo, Reiko lo sabía. Pero no le importó. Nada le importaba siempre y cuando ella fingiera quererlo, ya que, según él, llegaría un día en el que ella misma se lo creería.

***

La castaña se levantó algo agitada, pues había recibido una pequeña descarga por parte de su anillo. Miró a Hyuga Neji, ahí, tumbado a su lado. Sin preguntarse cómo demonios habían terminado así, dirigió su mano hacia la tez pálida del chico. Comenzó a molestarlo para que despertara.

—Cinco mi...

—¡Neji!—gritó Tenten, más que asustada por lo que podría significar.

—¿Qué?—abrió un poco sus ojos, bostezando.

—Rápido. Vístete.

Neji ni siquiera quiso preguntar qué estaba ocurriendo. Ya veía a aquella chica nerviosa, había suficiente para seguirle el juego. Comenzó a vestirse, pues dormía en ropa interior.

Mientras, Tenten hacía lo mismo.

Una vez listos, se miraron. Los ojos castaños de aquella chica, según Neji, se veían distintos. Ya no eran como cuando volvió, pero se asustó del miedo que mostraban.

Tenten respiró hondo. Dejó caer sus hombros, y, de repente, volvió a sonreír. Se acercó a su amante. A su novio.

—¿Qué pasa? Tan de repente... Te ve-

—Necesito pedirte un favor, Neji—ella comenzó a sudar. Por sus manos, por su frente, por todos lados. Sabía que en aquella pelea él no podría hacer nada. Ni Sasuke. Ni Naruto. Nadie, pero nadie, podría. A veces dudaba si ella también—. Ve a avisar al sexto.

Las nuevas enemigas de Konoha ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora