Capítulo 6 - ¡Pelea callejera!

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Cuando me doy cuenta que sigo corriendo, han pasado varios minutos y la noche comienza a hacerse presente. El frío envuelve mi cuerpo y el temor comienza a apoderarse de mi subconsciente. Estoy perdida y sin ninguna protección. Sola y en medio de la nada. ¡Pero absolutamente bien!

Nótese el sarcasmo.

Camino por las bulliciosas calles de una ciudad desconocida para mí. Puede que ya estuviera aquí antes, pero aquello es un recuerdo. Y yo no tengo ningún recuerdo de mi pasado.

—¡Suéltenme, por favor! —chilla un niño en un callejón cercano.

—¡Las pagarás, mocoso! ¡Todo por faltarle el respeto al jefe!

Tengo el instinto de alejarme e ignorar el hecho de que están lastimando a alguien inofensivo cerca de mí. Pero hago lo contrario y me acerco sigilosamente al oscuro y estrecho callejón. Hay tres hombres y un niño siendo lastimado. Sé que no podría hacer nada contra aquellos hombres robustos, pero aun así salgo de mi escondite y les grito:

—¡Dejen al niño en paz!

Los cuatro me miran, pero el niño tiene una mirada de terror y preocupación.

—¡Váyase de aquí, señorita! —me ruega el niño, agitándose un poco.

—¡Cállate! —escupe uno de los hombres y lo golpea en el rostro.

—Pero miren nada más... ¡Tenemos una gatita aquí! —exclama el que parece ser el líder y el más grande de todos—. ¿Por qué tan solita? ¿Eres amiga de este mocoso?

—N-no... Pero no deben abusar de los más débiles.

El líder mira al niño y luego a mí, seriamente.

—Este pillo le pidió dinero a nuestro jefe y jamás le devolvió el préstamo. ¿O no es así, Milos? —le pregunta al niño, llamándolo por su nombre.

Aquel pequeño comienza a llorar. No debería de tener más de cinco años y ya estaba metido en un mundo ilegal. Aunque, si se trata de dinero, yo podría ayudarle. Sería abusar de la hospitalidad y amabilidad de Bulma, pero podría pedirle prestado dinero para ayudar al niño.

—Yo podría pagarles el dinero —les comento.

Los hombres se miran entre sí. Sus miradas cambian de una mirada seria a una pícara. Comienzo a maldecirme y arrepentirme por lo que dije segundos atrás.

—Tengo una mejor idea de cómo nos podrías pagar —dice el líder—... Aunque..., sí. Queremos tu dinero.

Mientras uno sostiene al niño, los otros dos se comienzan a acercar a mí. Mi corazón late con fuerza y mi mente trabaja con velocidad, buscando alguna escapatoria en la que el niño Milos y yo podamos salir sanos y salvos de esta situación.

—¿Q-qué ha-harán? —les pregunto y comienzo a retroceder, pero choco con un bote de basura, haciendo que pierda la concentración.

En esa milésima de segundo, uno de los dos hombres que se acercan me toma de los hombros y me empuja hacia adelante. Caigo de rodillas frente al líder del grupo.

—Nada, lindura —me responde el fortachón—. Sólo nos divertiremos contigo y después nos darás el dinero.

¿Divertirse... conmigo?

El líder comienza a desabrochar su pantalón y me asusto al instante. Intento ponerme de pie, pero el otro que me empujó me sujeta de los hombros y me mantiene de rodillas. Cierro los ojos, evitando ver lo que el líder quiere que vea. Sin embargo, escucho un gritillo de dolor y luego un golpe en seco. Vuelvo a abrir los ojos y veo que Milos ha logrado escapar del agarre del tercer sujeto y ha corrido para golpear al líder en sus bajos.

Mi Saiyajin FavoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora