Capítulo 26 - Gashi

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Estaban transmitiendo la llegada de «una nave extraterrestre» a la Tierra. Lo sabía con perfección. Sabía que se trataba de Gashi. Todos se habían ido hacía horas con tal de estar presentes ante su llegada y evitar que él se acercase a mí o a mis hijos. Tanto Bulma como yo, estábamos tensas. Nosotras éramos las únicas presentes en su casa, además de su hija y mis hijos.

—Tranquila, estarán bien —murmura Bulma, en cuanto ve cómo muevo inquietamente mi pie por los nervios.

Le sonrío como agradecimiento y veo por milésima vez la habitación donde descansan nuestros hijos. En cuanto vuelvo mi mirada hacia la televisión frente a nosotras veo cómo la pantalla se torna negra y las luces de la casa cambian de color, para después una alarma comenzar a sonar.

—¿B-Bulma? —tartamudeo, más nerviosa que antes.

Noto que ella palidece, a lo que yo también lo hago; sin embargo, no tengo tiempo de entrar en pánico, ya que ella me toma de la mano y corre hasta la habitación de los bebés, donde presiona un botón y las puertas se cierran automáticamente. Abre una pequeña compuerta y teclea unas cuantas cosas, para después abrirse una compuerta del tamaño de la pared; de igual manera, las cunas donde descansan nuestros no tan pequeños hijos, se convierten en un carrito triple y más reducido de tamaño.

Bulma me entrega una linterna.

—Júrame, ______, que cuidarás a los niños —me dice seriamente.

—Lo haré, Bulma; pero, ¿a qué te refieres?

Sin responderme, me obliga a tomar el carrito con los bebés y me adentra en el oscuro túnel.

—Llegarás a casa de Milk. Llegaré después. Ten cuidado.

Dicho esto, las compuertas se cierran y dejo de ver todo. La oscuridad no tarda en adueñarse de mi vista, pero me sobresalto en cuanto escucho un leve quejido a mi espalda. Apunto con la linterna hacia aquel lugar, ya con la luz encendida, notando que solo se trata de mi hijo, Makoto, el cual despertó y está asustado.

—Tranquilo, Makoto —susurro. El niño me mira.

—Mami...

Le acaricio la cabeza levemente y comienzo a caminar, intentando ocultar mis nervios que provocan temblores constantes en mis piernas. Apunto con la linterna alternadamente entre los niños y el camino, intentando no chocar. Mi corazón late con rapidez, y el hecho de no escuchar nada más que mis pasos y las ruedas del carro moverse, no ayuda.

De pronto, escucho una fuerte explosión de donde provengo, provocando que me paralice y una preocupación por Bulma llegue a mí. ¿Habrá podido salir?

Sin embargo, no me doy tiempo para pensar en eso, puesto que comienzo a correr empujando el carrito. Sé que me están siguiendo, así que no debo detenerme. Los bebés no tardan en asustarse por la explosión y comenzar a llorar, pero tampoco tengo tiempo de calmarlos.

—¡Mami! —chilla Mika.

—Tranquila, mi amor. Estoy aquí —jadeo.

—¡Oye, tú! ¡Detente! —escucho una desconocida voz.

Con la linterna, veo lo que parece ser un elevador abierto, así que me limito a empujar con fuerza el carrito, logrando que llegue adentro; luego, me giro y observo cara a cara a los sujetos que me perseguían.

—¿Creíste que escaparías?

Mi corazón late con fuerza y una corriente gigante de adrenalina recorre todo mi cuerpo. Inconscientemente, recuerdo mis recientes batallas con seres de otros planetas, a lo que decido utilizar una de las cuantas técnicas que logré poner en práctica en el tiempo que estuve fuera. Sin más preámbulos, estiro mi mano hacia el frente y junto bastante energía, para después lanzar la azulada bola brillante hacia el enemigo. Como no se lo esperaban, no logran detenerla y los atraviesa, siguiendo su camino la bola. De pronto, escucho otra explosión, pero sé que es causada por mi energía lanzada. Entonces, el techo comienza a agrietarse, a lo que yo me giro y corro con rapidez hacia el elevador donde me esperan los bebés. Varias rocas caen sobre mí, así que llevo mis manos sobre mi cabeza, haciendo que mis brazos consigan cortes por las rocas.

Finalmente, salto hacia el elevador y presiono un botón para poder subir. Lo último que veo del túnel es su destrucción.

—¡Mamá! —chillan mis hijos.

Me giro hacia ellos y veo sus cristalizados ojos. Así que me pongo de pie y acaricio sus pequeñas manos con las mías, tranquilizándolos; hago lo mismo con Bra, ya que su madre no está para consolarla. Entonces, el elevador se detiene y se abren las puertas, dejando ver a Milk con Videl y mi madre a su lado.

—¡Hija! —exclama mi madre al ver mis brazos.

Recibo su abrazo con agradecimiento. Después, Milk y Videl calman a los bebés, mientras que mi madre limpia mis heridas y envuelve mis brazos en gasas y vendas, protegiéndolos de una infección. Pocos minutos más tarde, Bulma llega por otro túnel y se apresura a cuidar de su hija. Cuando ponemos a los niños en otra habitación, todas nos ponemos a observar mediante la televisión la transmisión de la pelea. Al parecer, no han hecho mucho desde que llegó Gashi; lo que sí sé, es que todos parecen estar demasiado tensos.

De pronto, Gashi llega hasta la cámara que lo graba y escuchamos un quejido. Gashi toma la cámara y apunta a su rostro, mirándolo con seriedad; incluso, pareciera que me mira directamente a mí.

—Fémina de sangre Bomo —me nombra, por el nombre en el que él me conoce—..., si no te presentas, la Tierra perecerá.

Mis ojos se abren más de lo normal al escucharle decir aquellas palabras. ¿Planeaba destruir la Tierra?

—Estos terrícolas no tienen nada que ver con mi plan, así que no tendré problema en exterminarlos —continúa diciendo—. Si no te presentas, ya sabes las consecuencias.

Dicho esto, la cámara cae y la imagen desaparece. Las tres mujeres me miran y logro notar su preocupación hacia mí, pero yo me limito a mantener mi mirada perdida, analizando la situación. Todos en la Tierra están en peligro por mi culpa... Mis amigos, los terrícolas, mi familia... Gohan, Makoto, Mika...

Unas lágrimas escapan de mis ojos. ¿Cómo podría salvarles a ellos y a mí, al mismo tiempo? ¿Por qué demonios Gashi necesitaba de mi sangre?

—______, hija, no tienes que ir —me dice mi madre.

Sin embargo, no hago más que ponerme de pie y entrar rápidamente a la habitación donde descansan los niños. La única despierta es Mika, quien se pone de pie y camina tambaleándose hasta los barrotes de su cuna.

—Mami, mami —balbucea.

Le sonrío inconscientemente y me acerco a ella, para después tomarla en brazos y dejar que me abrace.

—Te quero —dice, pronunciando mal la última palabra.

«¿Hasta dónde sería capaz de hacer para lograr proteger a los que amo?»

Noto que Mika se queda dormida en mis brazos, a lo que yo dejo que descanse en su pequeña cama, al lado de la de Makoto, quien duerme plácidamente.

«Mis hijos... ¿Seré capaz de protegerlos con mi vida?»

Miro la puerta por donde entré, y luego paso mi mirada a la ventana de la habitación. Por ésta, logro ver las montañas que rodean esta zona, dándome cuenta que es un lugar demasiado lejos de la ciudad.

Finalmente, observo a mis hijos. Me acerco a ellos y deposito un suave beso en sus frentes, como muestra de mi sincero cariño maternal.

«Sí, definitivamente haré lo que sea para poder proteger a Makoto y a Mika.»

Estaba decidida. Lo haría. Protegería a los que amo: a mi familia y amigos, en especial a mis hijos.

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Ya llegó Gashi y la batalla va a comenzar. ¿Qué hará ______? ¿Quién ganará la batalla? ¿Por qué Gashi necesita de la sangre de una mujer Bomo?

¡Descubran eso y mucho más en el siguiente capítulo de «Mi Saiyajin Favorita»! Sólo disponible en Wattpad.

Ahre, no :v

Mala noticia: quedan menos de 10 capítulos para el final </3

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