Epílogo

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(Diego)

Estaba listo, era el momento... Verme con aquel traje y corbata, frente al espejo. Miré hacia atrás y Matias estaba jugando con una pelota, ya tenía un año, estaba enorme. Me arreglé la corbata, tomé a mi hijo en brazos. Hoy era nuestro gran día.

(Violetta)

Aquel vestido de novia que traía, me hacía darme cuenta lo rara y perfecta que podía a llegar a ser la vida. El destino. Tenía una familia, e iba a casarme con el hombre que amo. Era la persona más mas feliz y suertuda del mundo.

(Diego)

Mis piernas temblaban al estar parado en aquel altar, nunca pensé que iba a llegar este momento. El paisaje del mar, era perfecto. Nuestras familias, ahí... acompañándonos. Matias estaba vestido de traje y lo traía en brazos Ludmila. Bajé la mirada, pensando en cuan afortunado había sido al encontrar a Violetta... Entonces, cuando la musica sonó, levanté mi mirada y la vi.

(Violetta)

Sentía mi corazón ir a mil por hora, pero al ver a Diego en el otro extremo esperando por mi mi sonrisa se agrando, lo miré y mis ojos se cristalizaron, luego vi a Matias. Era feliz. Era mi familia. Era nuestro sueño.

(Diego)

Tomé sus manos delicadamente y sonreímos, miramos a nuestros seres queridos y vi a Santiago con mi madre, estaban felices. Yo estaba feliz. Este era nuestro momento.

[...]

-Por favor, digan sus votos.
-Yo, Diego Hernandez... Prometí amarte desde que eramos adolescentes, y es hasta el día de hoy que sigo enamorado de ti, como aquel día. Dios, el destino, la vida... Lo que sea, que nos unió esperó el momento adecuado, para unirnos... Para siempre, y no podría estar más agradecido de eso, eres el amor de mi vida, Violetta Castillo. La única que pudo cambiarme, la única que tiene mi corazón para siempre, mi amada Violetta... Te amo con el alma.

-No sabes lo afortunada que soy de tenerte, Diego Hernandez, sos el amor de mi vida. Sos mi amor, sos el tonto más grande del mundo, pero te amo. Así como sos, te amo con mi vida. Y no podría pedir a nadie más en mi vida, que no seas vos. Mi insoportable, mi amor... Te amo. Y deseo que toda la vida que nos queda, seamos feliz. Cuidando este amor, cuidando... esta familia. Por que esto es solo una aventura que acaba de comenzar, y espero terminemos juntos.

[...]

(Violetta)

Mis lágrimas salían, no podía detenerlas. Pero eran de felicidad, miré a nuestro bebe, cuando Diego y yo ya teníamos nuestros anillos puestos. Nos miramos, y en ese instante un flashback de todo lo que vivimos vino a mí. Me preguntaba como no me había dado cuenta que el era y siempre fue el amor de mi vida. Ahora tenerlo aquí, frente a mí, me sentía completa. Me sentía feliz, porque éste era nuestro momento.

(Diego)
-Acepto

(Violetta)
-Acepto.

(Diego)

Sus labios sobre los míos, encajaban a la perfección. Era mi mujer, ante los ojos de Dios. Y lo sería por el resto de nuestros días.

-Te amo Violetta Castillo.-

-Y yo a ti Diego Hernandez.-

(Violetta)

Cuando la ceremonia termino, fuimos a la gran fiesta. Saludamos a cada uno de los invitados, pero yo solo quería estar a solas con Diego. Quería decirle mi regalo.

-VIOLETTA.-esa voz me hizo sonreír, sentí unos bracitos rodeándome y vi a Santiago feliz.-

-Hola mi amor, ¿Como estas?.-pregunté sonriendo y vi a Diego hablando con sus padres.

-Bien... Que guapa.-Sonreí divertida. Era un pillo.-Te lo dije.-susurró en mi oído.

-¿Que cosa?.-pregunté sonriendo.

-Tu y Diego... Iban a terminar juntos.-Sonreí abrazándolo y llego Diego.

-¿De que habláis?

-Cosas.-dijimos al uniso y reímos.

[...]

Cuando finalmente estábamos solos, eran ya casi las cuatro de la mañana, y en unas horas saldríamos de luna de miel. Pero no podía esperar a decirle a Diego.

Me cargó hasta la cama despacio, y se acostó sobre mí. Lo miré sonriendo, besé sus labios y él me miro atento.

-Te tengo un regalo.-dijo levanatdose rápido de la cama y sonreí. Sacó una cajita, y al abrirla había un collar.-Es para ti... Lo he visto y... Quería que lo tuvieras...

-Diego... Es hermoso... Me haces sentir mal, no te compré nada.-Murmuré avergonzada y me besó sonriendo.-Pero... Te quería enseñar algo.-dije buscando una caja mas o menos grande y se la extendí. Y al ver su carita, morí de amor.-Felicidades, papá Diego...

-¿Vamos a ser papas, otra vez?.-preguntó sonriendo y sus ojos llenos de lágrimas me mataron, nos abrazamos con fuerza.-Te amo, tanto Dios. Me haces feliz.

-Y tu a mí, Diego. Te amo... Este es sólo nuestro comienzo.-asintió sonriendo y esa noche fue la mejor noche de mi vida.

Estábamos unidos en sano matrimonio. Este siempre había sido nuestro destino. Así es como teníamos que terminar, porque habíamos sido hechos el unonpara el otro.

FIN

Hypnotic, DielettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora