Amigo.

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Capítulo 8.

Amigo.

Después de haber discutido con su amigo, Julián deambuló por las calles hasta encontrar un pequeño centro comercial, allí cerca del estacionamiento ocupó una banca.

Estaba enojado y decepcionado, su mejor amigo le había engañado; al parecer Duncan jamás creyó en él.

Suspiró tratando de relajarse y pensar nuevamente las cosas: un hombre, su pareja era un hombre y, además, humano.

Frotó su rostro con fuerza y también su oscuro cabello, algo frustrado por la situación.

¿Sus padres lo aceptarían? Definitivamente no; porque Gina era la escogida por ellos.

Llevarlo a casa aún sin el consentimiento de los alfas era riesgoso, porque Mauricio era un humano, ningún humano vivía dentro ni a los alrededores de la casona.

Pero la pregunta más importante y apremiante: ¿Cómo iba a llegar a él?

La palabra "homosexual" no le era desconocida, incluso sabía de algunos deltas de la manada que se habían emparejado con omegas; nada sorprendente, eso sí, lo había hecho por decisión propia y no porque fuera su pareja destinada. Duncan tenía razón, eso era un mito, algo que hace mucho tiempo no sucedía; pero no por eso dudó de lo que sintió al tocar a Mauricio. Estaba totalmente convencido de lo que era e iba a ir por ello; la cuestión de sus padres la solucionaría después.

Trascurrieron horas, tal vez ya pasaba del medio día, porque su estómago le avisó que debía comer algo y la casi nula gente en la calle lo confirmó; decidió levantarse de aquella banca, metió las manos en sus bolsillos y echó a andar, cuando justo al doblar la esquina sintió un aroma familiar.

—¿Alfa, podemos hablar?— Duncan estaba allí, con la cabeza gacha; su voz era suave y parecía suplicante.

Julián debía admitir que ahora el enojo había menguado, así que inflando el pecho, se acercó a él y con dos dedos le tocó el cuello antes de decir en su posición de nacimiento; —sí, dime qué es lo que deseas.

Duncan sabía que había herido a su amigo, que ahora estaba ante su alfa y como tal debía hablarle con el debido respeto.

—Mis comentarios estuvieron totalmente fuera de lugar, prometo que no volverá a suceder; por favor, discúlpeme.

—Dijiste lo que pensabas, no puedo culparte por ello.

—Pero las cosas no son así; no me estaba burlando, es sólo que...— dudó, no quería sonar cursi.

—¿Qué cosa?— la instó Julián.

—Tenía usted toda la razón, alfa, jamás creí en ello; por al escucharle tan animado decidí no abrumarlo con mis ideas negativas; pensé que ilusionarse no le haría daño.

—¿Así que dejaste que soñara; dejaste que viajara alto en mi nube para después sufrir una dolorosa caída?

Eran justo las palabras que Duncan había usado al hablar con su Dafne.

Alzo el rostro y le dijo mirándole a los ojos, —yo soy tu amigo, Julián, iba a estar allí para ti; iba a ser tu paracaídas— citó a su madre y agregó bajando la cabeza de nuevo, —tener un sueño es hermoso, no iba a quitártelo.

Al ser hijo de la mano derecha del alfa y el sucesor de esta, Duncan también tenía una fuerte responsabilidad, cuando el tiempo llegara debía casarse con una hembra Beta tan fuerte como su madre; y siendo francos secretamente no estaba muy seguro de querer a una mujer como pareja, esto último ni siquiera su amigo lo sabía.

MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora