Héctor y Fernando.

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Capítulo 18.

Héctor y Fernando.

Como cada mañana, a las seis treinta, Alberto le proporcionaba a Dafne un reporte conciso de lo ocurrido durante el día anterior. El desmayo de Julián destacó, al parecer nada grave, solo cansancio; así que apenas terminó sus labores, Dafne se dispuso a ir a verlo. Pensó en comunicárselo al alfa, pero después decidió que ella debía verlo primero.

La distancia entre una casa y otra era considerable, los patios eran amplios y la que ahora Julián ocupaba no era la excepción.

—Te lo agradezco; por todo, en especial por guardar el secreto.

—Cosa que no es nada fácil— escuchó la voz de Duncan, no le sorprendía que él estuviera allí, noches anteriores se había escabullido de la casa principal.

—Lo sé, sé que crees que no le agradas.

—No lo creo, estoy plenamente convencido.

—¿Sabes? Nada me agradaría más que ustedes dos se llevaran bien.

—¿En verdad le quieres?

—¿Lo dudas? Más que querer, le amo, es mi pareja.

Sin pensarlo, Dafne empujó la puerta principal para ingresar, la tabla era vieja y no muy gruesa, y además ella tenía un muy buen sentido del oído. Había sido inevitable oírlos.

—¿Es tu qué?— exclamó sorprendida.

—Para que conste, yo no lo dije— murmuró Duncan desde su lugar tras unos segundos.

—¡Ya sé que tú no lo dijiste, le hablo a Julián!— regañó a su hijo

—Yy-yo...— el pelinegro estrujó la sábana entre sus dedos, nervioso.

Entonces Dafne se dio cuenta de que había dejado algo de su lobo salir, había casi gruñido la oración y sus ojos eran amarillos, pero era debido a su sorpresa.

Se aseguró de que la puerta estuviera bien cerrada, si era verdad lo que había escuchado primero debía hablar seriamente con aquél par. Trato de relajarse mientras se acercaba a ambos con cautela y dijo, —tranquilízate Julián, no estoy enojada.

—¿Ah, no?— intervino Duncan.

—Silencio, que contigo hablaré más tarde— Dafne fulminó a su hijo con la mirada, y luego la suavizó cuando miró al joven alfa.

—Quiero que me digas si escuché bien. ¿Tú tienes una pareja, la has encontrado?

Duncan frunció el ceño ante la extraña y específica pregunta de su madre, pero no abrió la boca, no era tan tonto como para desafiarla.

—¿Qué si la he encontrado?— Julián elevó sus cejas.

—Sé que sabes de lo que hablo, tú pareja destinada

Tragó saliva antes de asentir con la cabeza.

Los labios de Dafne se curvaron en una sonrisa, —no sabes cuánto me alegro por ti.

—Espera, ¿tú me crees; no piensas que la pareja destinada es sólo un mito?

—Por supuesto que no, hallarla es un privilegio. Antes era muy común, pero de algunos años para acá no ha sido así. En las últimas generaciones ha habido pocos casos simultáneos, en extrañas ocasiones tres; en unas épocas incluso ninguno— la mujer se acercó más y se sentó en el borde del colchón para continuar con su relato, —unos creen que se ha perdido esa conexión porque las manadas se han alejado y aislado, por ende, las probabilidades de hallar a nuestra alma gemela se redujeron; otros piensan que ha sido debido a la mala mezcla de sangre con los humanos.

MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora