Estaré de regreso pronto.

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Capítulo 13.

Estaré de regreso pronto.

—¿Qué no deberías estar con él? Es tu obligación como próximo Beta cuidarlo.

—Mira mocoso, no soy su niñera, soy su amigo; además sólo salió un momento, sino contesta su teléfono ha de estar ocupado o te está ignorando.

—No me hables así— se quejó Bernardo.

—¿O qué, me acusarás con tus padres?

—Créeme que sí lo haré.

—Jamás has podido librar tus batallas sólo, ¿verdad?

—Imbécil— y colgó.

Duncan rio e hizo lo mismo, Bernardo había llamado y hacerlo rabiar fue divertido.

Se levantó del pequeño sofá aun con el televisor en "mute" y se dirigió a la cocina, se prepararía un sándwich y continuaría viendo aquella entretenida serie de policías criminalistas. En los últimos días no había ocurrido ningún encuentro, por lo que el primer ataque lo habían manejado como fortuito-aislado, así que acordaron salir a la ciudad por separado, pero siempre alerta. Esa tarde Julián se había encontrado con Mauricio y hasta el momento no había regresado; todo estaba bien, lo sabía por los mensajes de texto que eventualmente se enviaban.

"El mocoso no pudo localizarte, está preocupado; llámale"

Le advirtió a Julián antes de darle la primera gran mordida a su sándwich.

"Claro, gracias".

Recibió respuesta unos minutos después.

Duncan miró tres capítulos más del programa televisivo y decidió que era hora de ir a la cama, así que primero tomó una ducha y luego se echó sobre el mullido colchón. Otras personas, tal vez Efi, diría que para ser una noche de viernes debería salir a divertirse, pero Duncan sólo quería dormir.

Efi. La chica que se había disculpado porque no era su intención insinuar aquello. Duncan intuyó que el plan de la muchacha era averiguar si él también era gay, pero muy hábilmente se zafó de ello y no dio una respuesta concreta, a pesar de todo le parecía una chica simpática; no quería darle alas, pero tampoco quería romperle el corazón.

Lanzó un bostezo largo y se acurrucó, no sin antes colocar el teléfono móvil sobre la mesa de noche y asegurarse de no haberlo dejado en silencio, por su Julián le llamaba.

...

—Ya basta, sabes cómo es Duncan.

—Pero lo odio, no sé cómo puedes ser amigo de ese idiota— farfulló Bernardo al otro lado del auricular.

—Está bien, le diré que sobrepasó el límite y no lo volverá a hacer. ¿De acuerdo?— Julián sabía que era una historia sin final, pero de alguna manera debía aplacar la rabieta de su hermano menor.

—Eso espero.

—Bien. ¿Y para qué me llamabas?

—Mamá ha iniciado con los preparativos de tu boda.

Suspiró y miro a Mauricio, quien estaba de espaldas en la cocina; por ser un estudio, desde su lugar Julián podía ver prácticamente toda el área.

—Es muy pronto.

—Lo sé, pero no he podido persuadirla— a pesar de que Bernardo y Duncan eran "enemigos"; los hermanos tenían una muy buena y cómplice relación; —es mejor que regreses.

MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora