9. Abrazos sabor chocolate

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Alexei

Me duele el corazón.

Ese, en definitiva, podría ser el resumen de mi semana, mi mes y lo que va del año. ¿A quién engaño? Ese, sin lugar a dudas, es el resumen de lo que ha sido mi vida desde que él se fue. Vacía, innecesaria y dolorosa. Cada respiro es un recordatorio de que él ya no lo hace y cada marzo es una corriente de emociones que me llevan al hueco que me dejó la ausencia de mi familia, mi mejor amigo y toda la vida que había conocido.

No duermo, me ejército, lloro, no como, luego como demasiado y luego lo expulso todo de mi sistema. No hay un balance en mi rutina y no me esfuerzo por encontrarlo. He huido de la cama solo para ir al baño y no me molesto ni en cargar la batería de mi celular porque solo lo utilizo para los pequeños intercambios de mensajes con mis compañeros de Eureka.

Evan no Peters

Rodri pregunta cómo sigue ese resfriado.

Se me escapa una sonrisa. Claro.

—Linda, ¿puedo pasar? —¿Cómo podría decirle que no a eso? —. De igual manera lo haré, pero tengo buenos modales.

Viviana es la luz en esta casa. Por eso no digo nada cuando abre la puerta de mi cuarto y se abre paso con su cabellera castaña hasta llegar al pie de mi cama.

—¿No te esperan en la universidad hoy?

—Cancelaron las clases—Yo lo hice— ¿Ya se van?

—Puedes venir con nosotros, sabes que no me gusta dejarte sola— No me molesta estar sola, de hecho, casi lo prefiero. No es la primera vez que lo estoy y puedo apostar lo poco que tengo a que no será la última. No desde que las pesadillas llegaron y aprendí a lidiar con ellas yo sola—. A la abuela le encantará verte de nuevo. La última vez que te vio llevabas el cabello largo.

Sonrió de inmediato. La mamá de Viviana es la persona más dulce que he conocido. No soy su nieta y aún así desde que me conoció me trata como si lo fuera. Solía visitarnos al menos una vez al mes cuando vivíamos en otras ciudades, pero desde que enfermó no se ha movido de su casa y no puedo verla, no si para hacerlo debo regresar al lugar donde todo pasó.

—Dale diez abrazos de mi parte y dile que la extraño—Como un demonio que la extraño. Cuando me mudé con Isidro y su esposa no salía mucho, por no decir que no salía nada. Mi cuarto era un terreno minado para ellos y la única persona que lo cruzo sin problemas fue la señora Nora. Conectó con la adolescente triste y enojada con la vida y jamás me trató con lastima o cuidado por lo que había perdido. Ella solo me dejó sentir—. La llamaré más seguido si no llora a los tres minutos.

Eso hace que ambas riamos un poco. Ya la conocemos, es imposible pedirle que no llore. Le gusta decir que eso lo saqué de ella, aunque no haya ningún lazo genético que pueda asegurarlo.

—Dijo que tú también llorabas—Siento el calor en mi cara. Sería una terrible mentirosa si dijera que no soy una persona emocional. Lo soy, en serio que sí. Tengo tanto por dentro que temo que algún día desbordaré y terminaré nadando en todos los sentimientos que no expresé en su debido momento.

Aun así, pocas veces dejo que la gente lo vea. Ya no. Pase mucho tiempo sintiendo tanto y en tan poco tiempo que sobrecargue a las personas a mi alrededor y se cansaron de cargar con mis cambios de humor.

—Déjala en paz, es igual que su padre—Isidro se deja ver en la puerta de mi cuarto y entra derecho hacia la ventana. Sé lo que va a hacer—. Por Dios niña, deja que entre la luz a este cuarto, parece una cueva.

—Hay suficiente luz con esa cabeza tuya por aquí. Podría reflejarme en ella si eso quiero.

—Mira tú que señorita tan irrespetuosa—Se gira hacia su esposa—. ¿Nosotros construimos eso?

Besos a tu olvido #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora