20. Maratón nocturna

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Evan

Mamá quiere desheredarme.

No es una exageración o una sospecha, es, de hecho, la tercera amenaza que me ha lanzado en la semana. Empezó con suaves audios pidiendo mi regreso inmediato desde que partí del Hogar para adultos y terminó con veinte mensajes diarios diciendo que soy un rebelde sin arreglo. Puedo decir con poco orgullo que he ignorado cada uno de ellos.

Deslizo el celular lejos de las consolas y la mirada curiosa de Miguel, quien lleva días haciendo preguntas a las que no se me permite responder.

Ella no quiere que lo sepan.

—¿Puedes recordarme dónde estuviste el fin de semana? —dice desviando mi atención de las chicas que debaten en vivo desde la cabina—, te estoy hablando, Evan.

—Y yo te estoy ignorando.

Sé que no necesita que le recuerde nada. No sabe donde estuve y quiero que se mantenga así.

—Bien, entonces tampoco pienso contarte sobre mi alocado fin de semana.

—Claro, porque cuidar de tu hija es un descontrol total—Mi respuesta solo consigue enfurecerlo y termina por marcharse dejándome a solas en nuestra parte de la cabina. Frente a mí, Tatiana, Alexei y Bladimir responden a las preguntas del día.

Hasta el momento, solo han congeniado en dos respuestas y llevan más tiempo del necesario discutiendo sobre la última: el consejo ideal para un chico de secundaria con el corazón roto a causa de su primera novia y el interés que demuestra por su mejor amigo.

—Debes cortar toda comunicación —exige una eufórica Tatiana convencida de que su idea es la solución.

—¡Estudian juntos! No puedes pedir que ignore a su compañera de clase y mande a volar a su amigo—Mi chica, por otro lado, cree que optar por la paz es el camino correcto—. Una cosa es opinar desde tu posición, pero otra muy diferente es ser él chico y tener que lidiar con eso durante lo que queda de su año de estudio.

—Siempre está la opción de cambiar de escuela—interviene Bladimir buscando el equilibrio entre sus compañeras.

Mientras algunos ríen, Alexei hace una mueca exagerada. Pasó de temer dar su punto de vista a gritar su postura hasta con la mirada.

Es fascinante.

Rodri no tuvo más opción que tragarse cada falta de respeto que ha tenido con ella y se ha visto obligado no solo a soportarla, sino también a felicitarla en repetidas ocasiones. El programa es un éxito y tanto el equipo como los oyentes la aman. Si bien su participación en Comunícate es temporal, no me extrañaría que la pidieran en otras secciones de la emisora. Se hizo popular en nuestro mundillo y nadie entiende cómo pasó. Y, por nadie, me refiero a unos cuantos idiotas del edificio que no han tenido la suerte de conocerla o escuchar hablar sobre su esmero.

Por mi parte, caí mucho más rápido. Yo aposté por ella desde nuestra segunda interacción.

—Lo mejor que pueden hacer es hablarlo—continúa Bladimir—. El amor adolescente es tan complicado como obtener una buena nota en matemáticas

—A mi me iba bien en matemáticas—refuta la otra chica moviendo su melena castaña.

—¿Y en el amor? —pregunta Alexei haciendo que, de nuevo, haya risas en nuestro lado—. No satanicen el amor adolescente. La verdad es que los sentimientos en cualquier etapa resultan difíciles.

—Son cosas que no extraño de la escuela, cuando no estaba discutiendo con una amiga lo estaba haciendo con un novio—responde—. Al final, supongo que el contacto cero no puede ser una opción. Nuestro chico debe enfrentarlo y lo mismo aplica para cualquier persona que nos está escuchando. Es necesario abrir una línea de comunicación para aclarar las cosas y evitar malentendidos.

Besos a tu olvido #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora