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Sí, es la locura más grande que hasta ahorita hemos hecho. Pero nuestro amor era más fuerte.

Regresamos sigilosamente a casa, dejamos el auto de Clive donde estaba y corrimos a tomar sólo un poco de ropa y en mi caso mi bajo. No teníamos idea de a dónde iríamos sólo queríamos estar juntos.

Le dejamos una nota a Clive, ya que él sabría explicarle las cosas a Dave y Adrian:

Chicos:

Sabemos que el desaparecer tal vez no es la mejor idea, pero necesitamos pensar mejor las cosas a solas. Esperamos sepan comprendernos.

No sabemos cuando regresaremos o qué pasará en el tiempo que estemos ausentes pero traten de que la banda no se separe. Clive, tendrás que inventar una buena excusa para decirle a la prensa y en cuanto a nuestras "esposas" sabemos que van a exigir una explicación, pero les pedimos que ustedes finjan que no saben nada.

Esperamos que algún día volvamos a ser la banda feliz que solíamos ser, mientras tanto, cuídense y Dave y Adrian no vayan a quemar la casa.

Bruce y Steve.

- ¿Estás listo? - Bruce tomó mi mano.

- Contigo hasta el fin del mundo. Mi amor. - Bruce besó mi frente y me abrazó. Sus brazos eran mi hogar, me sentía invencible a su lado.

Llegamos al aeropuerto y recordé que éramos bastante conocidos.

- Amor... ¿Cómo pasaremos desapercibidos?

- Tranquilo, lo tengo todo bajo control. Sígueme.

Caminamos hasta una cabina y encontramos a un tipo enorme, no sabía de donde lo conocía Bruce y como nos podía ayudar pero yo confiaba en él.

- Hola Arthur. 

- Bruce, cuanto tiempo. - Ambos chocaron puños y yo seguía sin entender las cosas.

- Mira él es Steve.

- Hola.

- Necesito un favor. - Ambos salieron de la habitación un momento y yo me quedé pensando en las consecuencias de lo que estábamos a punto de hacer.

Al poco rato entraron ambos.

- Vamos Steve.

Bruce y Arthur entraron a la cabina de un avión y me pidieron que me relajara.

- ¿Sabes manejar un avión Bruce? - Cada vez este hombre me sorprendía más.

- Es algo de las muchas cosas que sé hacer. Ahora toma asiento y trata de dormir.

Le hice caso a Bruce, pero mis pesadillas me impidieron cerrar los ojos en toda la noche hasta unas horas después.

- Steve amor, despierta. Hemos llegado.

Abrí los ojos y ahí estaba Bruce con nuestras pocas cosas en mano. Arthur habló.

- Escuchen, un colega mío me dijo que pueden vivir con él en lo que se calman las aguas. Yo vendré a verlos de vez en cuando y trataré de traer a los chicos.

- Espera... ¿En dónde estamos?

- Argentina... - Contestaron al unísono.

Bajamos del avión y nos dirigimos a una camioneta, tras conducir como una media hora llegamos a una gran casa donde había un hombre mirando a lo lejos.

- Hola Louis, ellos son los chicos que te conté. Él es Bruce y el otro es Steve.

- Hola. - Los dos saludamos y entramos a la casa antes de que nos notaran.

- Bien, supongo que aquí termina todo conmigo chicos. Nos vemos después.

- Muchas gracias Arthur, si puedes dile a los demás que estaremos bien.

- Eso haré, cuídense.

Arthur regresaba a Inglaterra y nosotros, comenzábamos una nueva vida juntos.

The PrisonerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora