Cómo odiaba el instituto. Para mi, era el mismísimo infierno. Lo único que había eran sonrisas falsas, promesas falsas, amistades falsas. Parecía difícil y daba miedo, pero era posible sobrevivir, o al menos eso creía yo.Era el primer día de clases, de vuelta a la rutina de despertar temprano y tener unas horribles ojeras bajo los ojos. Este día era algo diferente a los otros, tenía otra imagen de mi frente al espejo. Habían muchos cambios notorios en mi cuerpo.
Ya no llevaba mi cabello rubio hasta los hombros, ahora lo tenía largo y hasta cubría mis pechos. Mi cara tenía una forma definida, ya no era redonda. Mi cuerpo se encontraba delgado y desarrollado. La pubertad había hecho completamente su trabajo y ya no era una niña, sino que me había transformado en una mujer. Este verano me había afectado mucho. Me perforé más de una vez mi oreja y mis dedos llevaban anillos. Mi identidad ya estaba establecida.
"¡Sarah! ¿Ya estás lista?" El acento británico de mi madre resonó por los pasillos.
"¡Ya voy!" Grité lo suficientemente fuerte para que me escuchara. Tomé mi bolso lleno de cuadernos y volví a chequear cómo iba vestida. Suspiré y salí de mi habitación.
"Adiós mamá" Me acerqué a mi madre para plantearle un beso en la mejilla.
"¿Estás segura de que no quieres que te lleve?" Preguntó.
"Mamá, tengo diecisiete años, no me va a pasar nada" Intenté tranquilizarla pero podía notar en su mirada de que no estaba muy convencida.
"Está bien, anda con cuidado. Te quiero" Dijo suspirando.
"¡Te quiero!" Grité cerrando la puerta principal.
Tomé mi bicicleta, acomodé mis audífonos en mis orejas y comencé a pedalear.
Mi estómago se revolvió al volver a ver aquel lugar que era mi secundaria. Había pasado ya un año y unos cuantos meses desde que no volvía a poner un pie dentro del edificio.
Me preparé mentalmente para lo que se me vendría y dejé mi bicicleta con un candado.
Subí los escalones y miré a todas estas caras que alguna vez fueron conocidas, caminar como si nada y saludar a sus amigos.
Volver a caminar por esos pasillos me estremecía. No parecía haber un gran cambio en el ambiente, toda estaba igual que antes. Ahora la gente esbozaba una sonrisa al verme y me saludaba. Aquello era un avance, ahora notaban mi presencia.
"Sarah" Escuché una voz masculina conocida, llamarme. Me di vuelta y me encontré con August, apoyado contra unos casilleros.
El sí que había cambiado.
Sus ojos color avellana estaban sobre mí.
"Hey" Dije escondiendo un mechón de cabello detrás de mi oreja. Respiré profundamente para ocultar mis nervios disimuladamente.
"Es increíble verte de nuevo, te ves-
"¿Sarah? Wow, ¿Quién es esta modelo? ¿Qué pasó con la pequeña Sarah?" Interrumpió Dean, el mejor amigo de August.
Dean era una persona difícil de olvidar, el era el que siempre hacía reír a todos y todas las chicas lo perseguían. August solía ser el chico tímido, pero al parecer, ya no lo era.
"Dean, ¿cómo estás?" Sonreí sonrojada por su comentario.
"Estoy de maravilla, recuperándome de la resaca acumulada que tengo. Con los chicos fuimos a México y nos quedamos allí durante todo el verano. Apenas logro recordar estos últimos dos meses" August no se veía muy entusiasmado, se le notaba algo raro. Lo conocía, o al menos solía hacerlo. Lo miré durante unos segundos pero el esquivó mi mirada.
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Electricity
Teen Fiction¿Qué sucede si uno se enamora de la persona indicada, en el momento incorrecto? Sarah, una chica por cumplir sus dieciocho años, vuelve a su secundaria, después de un poco más de un año bajo controles médicos, para finalmente graduarse. Quiere volve...