TREINTA Y CINCO

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Narra Sarah.

Estaba consciente de que estaba cometiendo un error. Mi interior era un desastre, me sentía enojada, decepcionada y aterrada. Sentía como me acercaba a aquel lugar oscuro que me había prometido no volver jamás.

Haber llamado a Judy solo empeoraría las cosas.

Judy era mi prima. Tenía tres años más que yo. La última vez que la vi llevaba su cabello teñido, un tatuaje de calavera en su muñeca y olía a tabaco. Mi madre me prohibió volver a verla sin su autorización. Sabía que mi prima estaba metida en las drogas, el sexo y el alcohol. Ella representaba el estereotipo perfecto de la chica gótica que ninguna madre quiere que tenga contacto con su hija.

Un vehículo BMW se detuvo frente a mi y fruncí mi ceño al ver a una chica rubia, vestida formalmente. Sus manos estaban sobre el manubrio y bajo la manga de su chaqueta se asomaba el tatuaje de calavera.

La ventana del copiloto se bajó y me miró sonriente.

"¡Sarah! Sube al auto, hace mucho frío afuera" Yo asentí aún confundida. Estaba mirando a una mujer totalmente distinta a la que recordaba. "Vaya, estás muy bonita" Yo sonreí tímidamente mientras sentaba en el asiento junto a ella. Era muy amable de su parte decir un comentario así, me debía ver terrible. Nadie se puede ver bonita después de llorar, ¿o?

"Tú te ves bastante bien, has cambiado mucho" Estudié cada detalle de su rostro libre de piercings y maquillaje oscuro. Nunca había notado lo hermosa que era.

"Bueno eso es verdad. La última vez que nos vimos no fueron mis mejores momentos. Era una adolescente intentando encontrar mi identidad en los peores lugares. Ahora trabajo como abogada, estoy comprometida a un chico increíble y por primera vez en mi vida, me siento capaz de decir que soy muy feliz" Me alegraba mucho oírla decir eso. Me daba algo de esperanza ver todo lo que había logrado, dejando su pasado por detrás.

"Yo en cambio, no puedo decir lo mismo que tú. He recordado la frase que solías decir, que nunca mejorará. Pero mírate. Has probado al mundo que sí lo hace"

"Sarah, me siento como una idiota por haberte dicho algo así. Eres como una hermana pequeña para mi. No tuve a nadie que me escuchara, mi madre me tomaba como un caso perdido. Tú siempre me tendrás a mi" Me miró con su sonrisa perfecta y yo se la devolví. La había echado mucho de menos. "¿Y? ¿Sigues siendo amiga de ese chico guapo?" Preguntó juguetonamente.

"¿De August?" Me entristecía por dentro. Uno no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde. "Ya no. Nos hemos distanciado, supongo que cada uno está tomando su propio camino"

"A veces eso está bien. Parecían estar muy felices juntos, tal vez se vuelvan a encontrar. El destino es inesperable" Me gustaba esa idea, pero temía ilusionarme de algo falso e imposible. Lo perdí y ahora tocaba dejarlo ir.

"¿Y qué tal tu prometido?" Pregunté para cambiar el tema. Ya me estaba cansando hablar de August.

"Se llama Matthew y es un encanto. Lo conocí en una entrevista de trabajo, fue mi primer jefe. Tiene solo cuatro años más que yo y es muy apuesto" Se le iluminaban los ojos al hablar de él. Me sentía tan orgullosa de mi prima.

"Pues, tengo que conocerlo"

"Y lo harás... Va a cenar con nosotras. Ahora estoy viviendo en un departamento, pago mis deudas, soy una mujer independiente... ¿Y tú? ¿Sigues pintando? ¿Has pensado en la universidad?" Me daba dolor de estómago en tan solo pensar en mi futuro. No tenía ni la menor idea de que quería. Eran demasiadas decisiones.

"Ya no pinto tan a menudo como antes. Mi vida ha sido un desastre y no se qué sucederá con mi semestre escolar. No he tenido tiempo ni de pensar en la universidad" Me encogí de hombros mientras entrábamos al estacionamiento de un edificio.

"Creo que debes conocerte más a ti misma, vivir más. Cariño, has elegido a la persona correcta. Estas semanas vas a vivir" No sabía a qué se refería pero estaba dispuesta a tomar la oportunidad. Esto estaba saliendo mejor de lo que me esperaba. Pensaba que había cometido un error e iba a caer en la mala influencia y toda esa basura. En cambio, me fui a un ambiente sano y seguro. Donde necesitaba estar hace mucho tiempo.

Después de aparcar el vehículo, nos subimos a un elevador y llegamos al departamento de Judy.

Al abrir la puerta, un agradable sentimiento hogareño me invadió. El departamento era hermoso, era espacioso, estaba muy bien decorado y tenía unas vistas fabulosas.

"Whoa" Fue todo lo que salió de mi boca.

"Bienvenida, mi casa es tu casa" Dijo señalando el lugar con ambas manos y riendo al ver mi rostro de asombro.

"Es precioso, Judy" Dije dando unos pasos para inspeccionar el lugar.

"Tu habitación es la segunda puerta a la izquierda, tiene un baño personal"

"Judy, siento ser una molestia e interrumpir tu rutina" Estaba avergonzada de no poder cuidarme sola y tener que buscar ayuda siempre. Era solo un problema para los demás.

"¡Sarah, no seas tonta! Es bastante aburrido vivir sola. Cuando Matthew se va, no hay más sonido que el de la televisión. Me agrada estar contigo, no eres ninguna molestia" Se acercó a mi y me acarició el brazo.

"Gracias" Respondí sinceramente.

"La familia es la familia, ¿no?" El cargo de conciencia me invadió por completo. Le debía una disculpa a mis padres y probablemente debía llamar a mi madre para asegurarle que me encontraba bien.

Tal vez esto debía suceder. Ver todo lo que había logrado mi prima me hacía ver que sí era posible ser feliz. No necesitaba escuchar a gente decírmelo una y otra vez. Así no es como funciona. Necesitaba verlo con mis propios ojos y comprobarlo.

Y lo hice. Me daba asco ver a la persona en la que me había convertido y sabía que podía cambiar. Estaba recibiendo una nueva oportunidad y no la iba a rechazar, no esta vez.

Era un nuevo comienzo y estaba vez estaba consciente de ello. No servía de nada llorar por lo miserable que era mi vida, no servía de nada llorar por lo que perdí.

No necesitaba demostrarle nada a nadie. Tenía que hacer las cosas por mi misma y lograr mi objetivo. 

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