14- Nuestra extraña relación

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—No te he perdonado, eh —Eso quiso dejar bien claro, con su actitud impenetrable.
Marlene, apenas asentía y tiraba de él con esmero, moviéndose al parecer con energía.
Finalmente, sus intentos habían dado con Aleix y con ella, allí en el parque deseado.
Marlene caminaba delante, puesto que Aleix había apartado su mano cientos de veces, hasta que finalmente ella había acabado por ceder, pues lo que menos quería era que él se fuera.

<<No pienso perdonarla... >>

Aleix seguía aferrado a esa idea. Había sido testigo de aquella imagen nada agradable, que le acompañaba a cada momento; y más cuando veía la cara de Marlene.
Así que, si pensaba que con ello la perdonaría estaba poco equivocada; es más... Ni con aquel vestido tan cuco que llevaba le iba a convencer.
Exacto. Marlene había traído puesto, un vestido que cubría hasta sus rodillas, con volantes todos elegantes y bonitos que ondeaban con cada movimiento, dándole un toque muy mono; había adornado sus pies con unos zapatos con poco tacón; ya que Marlene no había nacido para andar esos exageradamente altos —Los cuales ella había denominado "Perfecta arma homicida que pasa perfectamente por los controles de aeropuerto".
Su cabello... El que recordaba al principio como uno corto y maltratado, ahora le alcanzaba la cintura y relucía sedoso y tentador para las manos.

<<Fue todo gracias a mi... Sin mi, ese cabello seguiría siendo un desastre, y ahora viene un don nadie a tocárselo... A tocar a mi Marlene, que se ha creído ese imbécil... >>

—¿Aleix?
De un momento a otro, tenía a Marlene parpadeando confusa y con él estrechándole la muñeca, con posesión.
—Ah... ¿A dónde quieres ir? —La soltó y optó enseguida por algún tema de conversación, antes de cualquier pregunta.
No podía mirarla a los ojos, por lo que había estado en todo momento viendo algo que no era ella... Comprometido fielmente con su comportamiento frío con ella.

—Allí —Señaló con el dedo, y Aleix le siguió con la mirada.
—No estás hablando en serio... —Aleix arrugó el ceño, negando con la cabeza —No te gustan ese tipo de atracciones...
De aquella atracción, había nacido la horrible historia de una chica que de tanto gritar, acaba perdiendo sus cuerdas vocales... Así es: La montaña rusa.

—Quiero ir —Decía forzándose en mostrarse segura, pero... Sus rodillas temblaban con toda inseguridad.
—Marlene... —Aleix descubrió algo nuevo que le sorprendió —¿Puede ser que tengas miedo?

Entonces se le tenso la mirada... —No... Para nada... Eso son cosas de niños... —Eso decía... Pero en un hilo de voz, y poniendo las manos sobre su cadera, en plan niña  valiente.

—Puff... —Para Aleix fue inevitable comenzar a reír.
Cualquier en su lugar se reiría, después de todo... Su esposa tenía treinta y pico años, ya era madre y se estaba comportando como una auténtica niña, por algo tan absurdo...
—¡Deja de reír! —Incluso hizo puchero —¡Y sube conmigo de una vez! —Tomó su mano y tiro de él.

Era increíble. De verdad su esposa era una mujer tan...

—No tomes mi mano —La apartó de mala manera.
Todo le había vuelto a la cabeza una vez más. Era imposible... Sabía que no podría perdonarla...
—Ok... —Marlene se mostró decepcionada y bajo la mirada —Pero... Vayamos.

Se puso el cinturón, el que confirmó cientos de veces si estaba bien colocado, y cuando se comenzó a mover la atracción, sus manos se aferraron a el, temblorosas y sudorosas manos.
Sus labios se presionaban lo más que podían, al igual que sus párpados...
Aleix la observó.
Había estado tantos años casado con ella, y no tenía ni idea que a ella le dieran pánico aquellas cosas.
Bien que ella lo había disimulado siempre bien, con la excusa que aquello era cosa para lunáticos, pero... "Habían sido muchos años juntos..."

La atracción comenzó a subir, y poco después se desplomó cuesta abajo.
Los gritos no perturbaron la audición de Aleix, quien había estado sumido en sus pensamientos, viendo a la contrariada de su esposa, quien tenía la boca totalmente sellada, al parecer forzándose para no gritar; y sus ojos cerrados por igual.

Ella había estado siempre sumida en sus libros, poco o nada habían hablado... Ella, nunca le había dado el tiempo que ella le exigía, y si se lo daba... Parecía que no era más porque lo veía como una obligación.
No... Su relación no había sido precisamente la de una pareja normal. Quizás... No habían hecho las cosas bien...

//Nuevo capítulo mis amados lectores. Espero les guste, perdonen por el drama, pero yo creo que en cualquier historia es necesario ese momento :c

Me volví adicta a ti #2 [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora