18- Tiempo a solas

256 32 2
                                    

—¿De verdad tendré que hacerlo? —Interrogó Marlene con cierta hesitación. Su rostro demostraba palidez, al igual que gotas de sudor que le corrían por el cuello.
—Si... Ya te había dicho, que si o si, tendrás que librarte de esas cosas... —Sentenció Aleix, mostrando la mirada fija de un gavilán.
Marlene levantó las manos, con una nueva esperanza de convencerle, pero Aleix negó con total firmeza, firme a su idea.
—Pensé que después de lo que ha pasado, odiabas a ese tipejo —Aleix había puesto una mirada peligrosa...
Marlene sintió la piel de gallina.
—¡Y le odio! —Declaró abriendo los ojos como platos —Pero sus libros, quieras o no... Son maravillosos y...
—¿Piensas que esto es un juego? —No le gustó nada ese tono... Sonaba a... "O lo haces o me voy".
—Okey... Lo haré, me desprenderé de todos sus libros... —Se rindió la joven, dejando caer los brazos, como si se desplomara sin fuerzas.
Aleix sonrió complacido abrazo a su ñoña, allí, piel con piel, en unas aguas termales mixtas privadas, en donde podía disfrutar de un baño con su querida amada.

—Pero... ¿Me has perdonado de verdad? —Le vio con recelo que no fuera así.
Él le planto un beso cariño y meloso en la mejilla y la ñoña le sacudió.
—Si, te he perdonado mi ñoña querida.
—Oh, pues que alivio... Espero que no te vuelvas a ir eh... —Le pincho con el dedo en el pecho, con insistencia —Porque no dejaré que otra tipa tenga tu cuerpo.
Aleix soltó una risa de satisfacción y apretujo los mofletes de su pareja, de quien recibió un nuevo regaño acompañado de un golpe suave.

—Aunque... ¿Hablabas en serio antes? —Se puso tras la espalda de su pareja y le ofreció un masaje.
Aleix se estaba derritiendo —Eh... ¿Qué? —Murmuró atontado.
Marlene le clavó el codo en el hueco del hombro, y Aleix soltó un gemido.
—Hablaba de... —Prosiguió con el masaje —De irnos a bailar... Vamos a ver, nunca he bailado y seguro acabo pisando tantos tus pies, que terminan como patatas...
Él soltó una carcajada —No importa, puedes aprender. Además... Dudo que alguien que nada como tú tenga problemas en aprender a bailar...

Aleix recordó el día anterior, donde hizo una pequeña competición con doña ñoña, quien le sorprendió al adelantarte a enorme velocidad y con grande habilidad.
Y mira que tenía cero constitución atlética...

—Oh... Es que mi lado me enseñó a nadar, en el lago del pueblo —Comentó posando su barbilla en el hombro de su esposo y le abrazo.
—Oh... ¿Iban a jugar todos juntos?
—"Jugar"... —Soltó con sarcasmo —Si jugar te refieres a ser lanzada al lago, sin ninguna pizca de piedad, si... "Jugué mucho"...
—¡¿Te lanzaban?! —Aleix agudizó los ojos, sorprendido por la forma de aprender de su padre —Pero... ¿No era profundo o si?...
—Un día quede como cinco minutos bajo el agua... Ahí descubrí que odiaba el agua... —Comentó con cierta palidez.
Debido de ser horrible... Que familia más loca tenía... Era normal que no quisiera ir al pueblo.

—Pues... A mi me enseñó mi padre, tomando mis manos y ordenándome que pateará con fuerza... —Comentó con una sonrisa. Esa de que " afortunado " fui.
—Ya... Por eso has salido tan meloso... —Le pellizco la nariz y esbozo una sonrisa llena de picardía —Pero bueno... Al menos "buenos genes" tienes —Dio dos golpecitos en los pectorales de su marido.
Él le miró con una sonrisa llena de malicia —Eres una viciosa eh...
—Aunque me siguen gustando más los libros... —Le mostró la lengua, la cual Aleix llegó a morder —¡Imbécil! —Se quejó pasando los dedos por su lengua.
—¿Te hice daño? —Se preocupo, viendo que en aquellos instantes su mujer parecía un perro con sed.

Me volví adicta a ti #2 [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora