—John, yo...—No —me levanté del escritorio y lo miré cara a cara —No des explicaciones.
—Pero necesito darlas... —Brian se acercó a mi con el rostro bañado en lágrimas. Era patético.
—Cállate —dije con la mandíbula dura por el coraje que estaba sintiendo —Paul se equivocó contigo, pues como se ha visto, todo este tiempo decidiste ver sólo por ti y nos dejaste varados. Quizás no era tu obligación, Brian, pero como nuestro único amigo con la cabeza fría en esos momentos debiste al menos orientarnos un poco.
Brian soltaba lágrimas gruesas y ahogaba pequeños gemidos de desesperación. Me daba pena su estado, pero por dentro me consumía más el rencor y sentía que quizás era bueno que sufriera. Era una especie de venganza, donde Brian pagaba las lágrimas que los chicos y yo derramamos al sentirnos abandonados por la gente que alguna vez nos dijeron que nos amaban.
—Johnny... —Brian se acercó a mi e intentó abrazarme, pero por obvias razones, lo empujé del pecho y caminé rumbo a la puerta —¿Y Martin? —pregunté sin mirarlo.
—No lo sé...
—No te hagas el estúpido.
Soltó un sollozo y escuché que se sentaba en la silla de su escritorio.
—No está aquí... viajó a Tokyo por asuntos de la discográfica. ¿Por qué lo preguntas?
Gruñí en respuesta y mejor salí de ese lugar. Mientras bajaba a zancadas las escaleras escuchaba como Brian me hablaba con la voz ahogada por su llanto, pero no me detuve en ningún momento. Cuando estuve ya en la planta baja de la tienda de discos, empujé a la mujer del mostrador que al parecer nos había estado espiando al pie de la escalera y salí del local dando un portazo. Me sentía mareado por todo lo que estaba pasando, pero no podía echarme para atrás. No después de que le había jurado a Paul que haría lo que me había pedido. No lo defraudaría más.
Caminé hasta mi auto y me adentré sin muchas ganas. No sabía qué hacer ahora que Martin, la siguiente parada, no estaba en el país. La siguiente opción era buscar a George y a Ringo, pero como tampoco tenía idea de su paradero, me era imposible pensar en una solución.
Puse en marcha el motor del auto y conduje sin dirección alguna. El tanque estaba casi vacío, pero no tenía ganas de cargarlo. Estaba como ido. Me pasé algunas señales de tránsito y, sin cuidado alguno, solté el volante y saqué otro cigarrillo de mi abrigo. Sentía como si me estuviera comportando como en mis años de adolescente, pero no me importaba.
Ya nada me importaba.
***
—¿Más café?
—No.
—Como quieras.
Una mujer de vestido rosa y mandil rojo me miró de mala manera y se alejó con una cafetera en mano.
¿Cómo fue que terminé en una cafetería? Bueno, cuando estuve manejando sin dirección alguna me di cuenta de que estaba siendo un estúpido. Mi auto necesitaba urgentemente gasolina y lo único que pude hacer fue dirigirme a cargar el tanque a la estación más cercana. Por suerte, había una en el puerto, y estando a escasos minutos de ahí, logré llegar antes de que el auto se apagara. Una vez que le puse la carga suficiente, decidí estacionar el auto frente a una vieja cafetería que acompañaba a la gasolinera. No tenía ganas de beber nada, pero para estirar las piernas, bajé del auto y me adentré al sucio establecimiento. Estaba vacío, así que me senté, la camarera me sirvió una taza a la fuerza y me quedé mirado hacia un punto indefinido de la pared. No tenía idea de qué hora era, pero por la soledad de la calle, supuse que estaba por ser medianoche. Me sentía adormilado y sucio, pero no tenía ganas de hacer nada, sólo quería estar tranquilo.Una música suave sonó al fondo, algo así como un blues. Dejé de mirar al vacío y mejor posé la vista en los barcos que cargaban infinidades de cajas a la luz de la Luna. Se suponía que yo debía estar haciendo eso, era mi trabajo, pero como ya sabrán, al huir a la casa de campo lo dejé todo. Claro que aún tenía dinero, pero no pensaba gastarlo en tonterías, sólo en gasolina y algunos alimentos.
—Oiga, ¿va a beberlo o no?
La camarera, robusta y malhumorada, se acercó nuevamente a mí con el ceño fruncido. No había bebido ni una sola gota del café que hacia veinte minutos me había servido, y probablemente estaba por echarme del lugar por estar ocupando un asiento de a gratis.
—Si no vas a consumir, lárgate —me dijo con las manos puestas en las caderas —No puedes estar aquí así.
—¿Así cómo? —la reté altanero —No puede obligarme a beber esta porquería.
La mujer infló los cachetes y se limpió con el dorso de su mano derecha el sudor de la frente. Era desagradable.
—¡Váyase al diablo, maldito obrero!
Si había algo que podía hacerme rabiar demasiado en el mundo era esa clase de comentarios. Sí, mi familia siempre había sido de esa clase a pesar de que yo logré sobresalir un tiempo, pero no iba a tolerar que tratara de hacerme sentir mal.
—¿Tiene idea de lo que acaba de decir, vieja estúpida? —me levanté de la mesa y me enderecé para hacerla retroceder. La señora abrió los ojos sorprendida y se encogió un poco —Por eso el mundo está como está, por gente como usted que sólo hace retroceder la evolución del ser humano. Cualquier trabajo es respetable, hasta el suyo, así que si no tiene conocimiento de algo antes de hablar mejor debería callarse —y sin más, la esquivé antes de que perdiera la cordura. El estrés me tenía algo irritable, por lo que la mejor opción era ir a descansar a la casa. No estaba muy lejos, sólo esperaba no dormirme en el camino.
Salí de la cafetería mugrienta y en seguida el aire frío y salino del mar me golpeó el rostro. Podía quedarme a dormir en alguna banca frente al mar si por mi fuera, pero mejor subí al auto y conduje hasta la que fue alguna vez la casa de mis amigos y mía.
En el camino me taladré la cabeza pensando en cómo podía dar con aquellos dos, errando casi todo el tiempo, pero cuando metí la llave en la vieja cerradura de la puerta para irme ya a descansar, el viento sopló en mi nuca e inmediatamente como por arte de magia una idea vino a mi mente.
—Claro, un directorio — dije, sintiéndome un poco más aliviado. Era algo tan sencillo que no entendía como no se me había ocurrido antes, pero cuando el viento sopló detrás de mi por segunda vez comprendí algo: Esa idea no había sido producto de mi brillantez. Así que, con el corazón acelerado, miré al cielo y sonreí ampliamente —Gracias, Paul.
~°~°~°~°
Hola, quizás no tengo perdón de Dios, pero de ustedes sí, ¿no? xd
Demoré mucho con todo por situaciones de la escuela, y aunque sigo en apuros, quise subir algo. Ya voy a apurarme en todo lo que he hecho, así que les pido una disculpa por haberme desaparecido tanto tiempo.Saben que los amo y que jamás los abandonaría <3.

ESTÁS LEYENDO
El Viaje De John [McLennon]
ФанфикJohn Lennon, un hombre que sepultó al amor de su vida cuando tan sólo tenía 24 años de edad, decide después de una década completa visitar la tumba que tanto pavor le ocasionaba: La tumba de su querido Paul McCartney. John pensaba que sólo iría a ll...