No quería pensar más en el asunto de la piedra y la cartas, pero me sentía bastante perturbado como para no hacer nada. Suponiendo que en verdad el viento hubiera tirado las cartas, ¿por qué alguien había querido entrar a la casa? Tenía entendido que el lugar era muy tranquilo como para prestarse a situaciones como esas. Además, todo lo que había en esa casa era viejo. No tenía sentido.Ahora, si tomaba la descabellada idea de que Paul había ocasionado todo el desastre en verdad, sí tenía un poco de sentido. Y el que tuviera un poco de sentido me convertía en un demente por pensar tan semejante barbaridad. En todo caso, lo mínimo que le debía a Paul era cumplir su voluntad, así que sin más, decidí hacer caso a su llamado e ignorar la probabilidad de que me estuviera volviendo loco.
Como no tenía ni idea del paradero de mis amigos, opté por elegir primero a los McCartney. Veía imposible que el padre de Paul se hubiera ido de su casa, por lo tanto, si Mike estuviera viviendo en otra parte, su padre me diría en donde se encontraba. El único problema era que, como dije hace tiempo, no sabía si James McCartney me dejaría entregarle la carta. El hombre fue muy claro conmigo respecto a no querer volverme a ver, así que si tenía suerte, James se habría olvidado del odio que me tenía por haber dejado morir a su hijo. Pero bueno, la vida era un riesgo, ¿no?
Rápidamente metí la poca ropa que había llevado conmigo en la maleta y tomé de la alacena la comida que estaba empaquetada para ahorrarme el gasto. Calculando que Liverpool quedaba bastante retirado de Gales, me preparé mentalmente para poder conducir un par de horas.
Salí de la casa con algo de prisa y puse la maleta en la cajuela de mi auto; las cartas, que eran lo más importante del viaje, las guardé en la guantera. Antes de subirme al auto corrí a la lápida de Paul y me arrodillé sin importarme siquiera el mancharme las rodillas.
—Haré lo que me pediste hace años —dije en voz baja —Y prometo no defraudarte. Te amo, Paul, y jamás dejaré dejaré de hacerlo. Ahora sólo te pido que me protejas del viaje que haré pues sé que no será fácil —besé mi mano y la pegué al frío mármol para transmitirle mis sentimientos, y después, me levanté con una sonrisa —Por cierto, si tú fuiste quien rompió la ventana, quiero decirte que me saldrá caro reparar tu gracia cuando vuelva.
Y sin más, me levanté y caminé para salir de los árboles. Revisé por última vez que la casa estuviera bien asegurada para evitar futuras sorpresas y me adentré al auto para emprender el viaje. No sabía que me prepararía el destino de ahí en adelante, pero esperaba que de alguna forma eso resolviera la gran duda que tenía en mente desde que encontré las cartas: ¿Qué era lo que Paul había querido decirme el día de la boda?
Bueno, el único que lo sabía era Ringo, pero para poder dar con él, primero tenía que encontrar a los otros.
Puse en marcha el motor de mi viejo Austin Princess y salí del jardín para comenzar a conducir por la carretera. Como era de esperarse, estaba completamente vacía, y para no sentirme tan solo puse algo de música en la radio. Se sintonizó una estación que jamás había escuchado, pero la canción que estaban transmitiendo era bastante melancólica, así que mejor la apagué. En ese instante recordé los viejos tiempos en los que Paul y yo componíamos en los viajes; él siempre intentaba poner letras románticas y positivas, mientras que yo me empañaba en escribir la dura realidad de la vida. Aún así, nuestras ideas se fusionaban y creábamos letras maravillosas, pero la verdad el éxito de las canciones las acreditaba a la manera de ver la vida de Paul. Era hermoso.
Desde que la banda se desintegró dejé de componer; sentía que traicionaba a Paul de alguna manera por crear canciones que se suponían debían ser suyas y mías. A veces sólo quería componer para mí, pero tenía miedo de darme cuenta que ya había perdido el toque. Yo no era tan brillante como Paul, y me hacía falta tenerlo a mi lado para que me dijera si estaba bien o no. O al menos, me hacía falta tenerlo a mi lado para poder inspirarme.
Me ajusté las gafas para dejar de pensar en cosas tristes y suspiré al ver el largo y sinuoso camino que aún me faltaba por recorrer. Todo seguía tan tranquilo a comparación del caos que era mi mente; mis pensamientos me torturaban aún con el pasado, me decían que si hubiera prestado más atención a mi novio quizás hubiera podido salvarlo de un final tan trágico. Paul estaba tan joven... tenía mucho amor que dar al mundo y yo lo privé por mi egoísmo y falta de humanidad. Lo lastimé siéndole infiel con Yoko cuando se suponía que debía estar a su lado para animarlo a seguir adelante; lo golpeé e insulté con tanta rabia que me daba vergüenza seguir vivo, pero lo que más me hacía odiarme era el hecho de que yo mismo le había deseado la muerte en uno de mis tantos arranques de celos. Recordé que Paul no había estado en casa esa vez y que yo había recibido por él una carta que le mandaba un doctor. Estaba tan enojado con Paul por la simple y sencilla razón de que no le había dicho a nadie a dónde se había ido que, cuando llegó, le lancé la carta en la cara y lo ofendí diciéndole que se trataba seguramente de su prueba de embarazo. Mi chico lloró y gritó cuando comencé a maltratarlo, me dijo que no era eso que pensaba, pero yo me negué rotundamente a escucharlo y salí de la casa dando un portazo, no sin antes pronunciarle las palabras que me hacían querer golpearme por estúpido:
"Ojalá te mueras"
Yo no lo deseaba de verdad, estaba muy enfadado, pero nada de eso justificaba lo que hice. Oh Paul, ojalá pudiera regresar el tiempo y enmendar todos los errores que cometí contigo.
Del enojo que me hacía recordar todo lo malo que le hice pasar, no me había dado cuenta de que estaba agarrando el volante del auto con tanta fuerza hasta que vi mis nudillos blancos. Dios, quería morirme.
Traté de tranquilizarme para continuar con el viaje y aceleré para ahorrar algo de tiempo, pues Liverpool me estaba esperando ya con los brazos abiertos.
~°~°~°~°~°~
Disculpen si aparece a cada cada rato que actualizo, ya saben que siempre me pasa eso :'v
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El Viaje De John [McLennon]
Fiksi PenggemarJohn Lennon, un hombre que sepultó al amor de su vida cuando tan sólo tenía 24 años de edad, decide después de una década completa visitar la tumba que tanto pavor le ocasionaba: La tumba de su querido Paul McCartney. John pensaba que sólo iría a ll...