Capítulo 13

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Después de tanto tiempo, entre idas y venidas con George, logramos encontrar el lugar donde vivía Ringo. Era en Surrey, un pequeño condado de mi gloriosa Inglaterra donde nuestro pequeño amigo se escondía. Fue fácil encontrarlo después de tantas semanas de búsqueda. George me ayudó con el transporte y el hospedaje pues era consiente de mi situación, y por supuesto que yo no me negué ante tremenda oferta. Éramos amigos después de todo, había confianza y teníamos claramente un fin del porque de nuestras acciones: Paul.

—Al parecer es aquí. —Me dijo George estacionando su auto frente a una casa pequeña y cómoda. Siempre imaginé que Ringo viviría en un sitio tranquilo como ese.

—Pues vayamos. —Dije sonriente, emocionado de ver a mi pequeño amigo. No sabía si él nos recibiría de la misma forma, pero valía la pena intentarlo.

George, haciendo a un lado sus temores, tocó el timbre dos veces y aguardó a mi lado a que alguien nos abriera. Podía notar su ansiedad, pero ahora él tenía una familia y debía mantenerse a raya.

Segundos después, unos pasos se acercaron a la entrada y la puerta se abrió.

—Buen día... ¿en qué puedo ayudarlos?

Miré extrañado a la chica que había abierto la puerta y después miré a George. Sin embargo, él tenía el mismo gesto de confusión.

—Buen día. —Respondí aclarándome la garganta. —¿Se encuentra Richard Starkey?

Ella se mordió el interior de la mejilla y nos escudriñó con la mirada.

—¿Son algo cercano a él?

—Somos antiguos amigos...

Ésta vez respondió George. La chica pensó un par de segundos más antes de abrir la puerta por completo y hacerse a un lado para dejarnos pasar.

—Adelante.

No muy seguros, George y yo nos adentramos a la casa. Era muy bonita, con arreglos, cuadros y figurillas de muy buen gusto por doquier. Ella nos invitó a sentarnos en el sofá color crema que estaba en el centro de la pequeña sala de estar.

—¿Té?

—Sí, por favor.

Ella desapareció por la puerta de la cocina y nos dejó solos. Miré los alrededores de la sala y sonreí al ver una pequeña foto, donde posaba Ringo en sus años de juventud. También había otra, probablemente reciente, donde estaba a un lado de la chica. No cabía duda de que se encontraba allí.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por la llegada de la joven, quien cargaba una bandeja con una tetera y tazas.

—¿Dónde está Ringo? —Preguntó George, pero ella lo miró extrañada. —Quise decir, Richard.

Ella sonrió de lado y tomó una taza.

—¿Azúcar? —Preguntó mirándome.

—Dos, por favor. —Respondí nervioso. Algo me decía que había algo muy raro en esa casa. La sonrisa de la chica y la evasiva a la pregunta de George me hizo sentir incómodo.

—Toma. —Dijo ella entregándome la taza y yo la tomé por educación, pero no tenía ganas de beber té.

—¿Cómo se llama? —Insistió nuevamente George y esa vez na chica sí se dignó en responder.

—Charlotte.

La sala se quedó un momento en silencio y yo solamente crucé miradas con George. Momentos después, decidí presionar.

—¿Dónde está Richard, Charlotte?

—Descansando.

Su tono de voz había sido tan suave que un escalofrío recorrió mi columna vertebral con una lentitud tortuosa.

El Viaje De John [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora