Capítulo 10

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—¿Qué es esto, John?

—Sólo leela.

George tomó el papel y lo desdobló.

—¡Es la letra de Paul!

Asentí en silencio y crucé las piernas. George comenzó a leer con semblante tranquilo, mientras yo me dediqué a observarlo. Nuevamente, conforme avanzaba su lectura, noté como sus ojos se cristalizaban, pero no soltó ni una sola lágrima. George siempre se había caracterizado por ser el Beatle menos expresivo y callado. Claro, con nosotros era distinto, pero fue así como me di cuenta de que la gente tenía razón.

—John...

—¿Sí?

—¿Dónde conseguiste esto?

—Paul me dejó la tarea de entregarlas, pero apenas las encontré.

—Aquí dice...

—Sí, tienes que hacerlo.

George me regresó la carta y se paró un momento.

—En seguida vuelvo —me dijo algo nervioso y subió las escaleras de su casa, mientras que yo me ajusté las gafas y comencé a leer.

Querido George:

Mi fiel amigo, espero que te encuentres bien. Sé que fui un poco injusto contigo, pero no lo hice a propósito... era necesario callar las cosas en ese momento. Ringo no tenía nada que ver, yo le obligué a guardar el secreto, por favor no le guardes rencor. Él se portó muy bien conmigo.

George, el motivo de ésta carta es para despedirme de la manera más sincera, sé que aunque me perdonaste al final de todo, aún queda un poco de resentimiento. Pero George, yo te amé de la misma manera que a los demás, fuiste mi primer amigo, mi primer confidente y eso me lo llevo muy dentro de mi corazón.

Ahora que ya no estoy, no queda de otra más que salir adelante, sin embargo, hay algo que quiero pedirte:

Cuida a Ringo, por favor.

Parece ser un chico fuerte, pero por dentro sé que está destrozado. Él te quiere más que como un amigo y sé que tu sientes lo mismo por él. Sean felices, disfruten el amor que se tienen, porque nunca se sabe cuando todo puede acabar. Cuando sea el día de la boda quiero que sepan que estaré ahí, así que no se asusten.

Tranquilo, prometo ser un fantasma decente.

En fin, siempre cuidaré de ti, mi hermanito. Nunca te alejes de los chicos, permanezcan juntos, se necesitarán más que nada ahora que sus vidas se verán afectadas por mi culpa. Oh... ¡Les pido una disculpa por eso!

Te amaré por siempre, Georgie. No te olvides de mí.

Paul M.

P.D. Te encargo mucho a Johnny también. No lo dejes decaer, eres el más sensato de nosotros así que te pido que no lo dejes cometer una locura. Vigilalo. Es lo más preciado que tengo, por favor. Y por cierto, él y yo tenemos una especie de rutina, así que le dejo leer todas las cartas que escribo. Gracias, baby brother.

Dejé la carta sobre el sofá y miré hacia las escaleras donde minutos antes mi amigo había desaparecido. Ya había tardado demasiado, así que decidí dar un vistazo. Subí lentamente las por ellas y admiré la pared que las adornaban. Estaba llena de cuadros de un niño, que suponía era su hijo, y también de él y una mujer, que entendí que era su esposa. Parecían muy felices los tres, sin embargo en algunas fotos, si lograbas ver bien a George, podías notar algo anormal en sus ojos. Y yo sabía qué era, pero ya no valía la pena mencionarlo.

Llegué al final de las escaleras y observé las cuatro puertas que estaban a lo largo del corredor. Ninguna parecía tener movimiento, pero cuando me disponía a bajar a esperar a que George terminara de hacer lo que fuera que estuviera haciendo, escuché algo.

Un sollozo.

Provenía de la última puerta que albergaba el pasillo, así que fui a investigar que era lo que estaba pasando. Al ver que la puerta estaba entreabierta, me aventuré a terminarla de abrir, pero lo que mis ojos vieron después fue desgarrador.

Ahí estaba George, tendido sobre su cama hecho un ovillo.

Jamás lo había visto en ese estado, ni siquiera en el funeral de sus padres o en el de Paul. Siempre había sido alguien reservado en cuanto al dolor, cosa que ahora me ponía nervioso.

Me acerqué cautelosamente a él y me senté en un pequeño espacio de la cama. George ni se inmutó. Me ajusté las gafas con el dedo índice y tomé una bocanada de aire.

—George... —dije casi en un susurro— ¿Qué pasa?

Pero sólo obtuve como respuesta más sollozos. Era una situación complicada para mí, sin duda alguna. Ya que supuse que tardaría demasiado en decir alguna palabra, coloqué mi mano en su espalda y la froté con inseguridad.

—Paul no querría verte así... —dije— Sé que es difícil pero debemos seguir adelante...

Era gracioso porque yo jamás había podido seguir adelante. Después de todo seguía siendo un mentiroso.

—Yo... creo que no debí haber comenzado esto —seguí hablando mientras su cuerpo se sacudía —No sabía que causaría más daño y...

—Le fallé, John.

Al oír su voz me callé de golpe y pasaron algunos segundos para que yo me animara a hablar.

—Todos le fallamos, George.

—No —George se incorporó poco a poco y yo retiré mi mano —Te abandoné a ti y a Ringo, sólo vi por mí.

—Eso es ilógico, tú seguiste tu vida y...

—¡No, John! —George me miró con rabia y se abrazó a sí mismo, tratando de controlar sus temblores —¡Aunque no hubiera existido esta carta era mi deber estar con ustedes! ¡Me di por vencido muy pronto! —George soltó una especie de alarido y yo me estremecí —¡Fui un cobarde! ¡Un desertor!

—¡No! —Hablé por fin, logrando captar su atención —No eras mi niñera ni tampoco la de Ringo, ¿está bien? Cada quién creyó hacer lo correcto para cada uno, nadie fue un egoísta o algo por el estilo, nosotros decidimos vivir así y no podemos hacer nada más. ¡No te culpes por algo que no te corresponde!

Me levanté de la cama y me sobé la sien un momento. Estaba muy presionado, y el ver a George en ese estado y gritarle, no era la mejor opción. Suspiré pesadamente y me giré para ver a George, él me miró también y se limpio el rostro con la manga de su suéter.

—Necesito encontrar a Ringo —le dije más tranquilo, pero su respuesta me dejó helado, pues no creí que a esas alturas tuviera deseos de algo así.

—También yo.

El Viaje De John [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora