Capítulo 9

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—¡John! ¿Estoy soñando?

—No —reí un poco —Amigo, eres difícil de encontrar.

¡Miren quién lo dice! Ringo y yo te buscamos por toda la ciudad después de que Paul...

George calló en seguida. Sonreí al imaginarme la cara de vergüenza  del pobre.

—Hey, la llamada está por terminarse, estoy en una cabina telefónica —dije para que olvidara su metida de pata —¿Crees que pueda verte? Es algo... urgente.

—Oh, claro que . ¿Puedes venir a mi casa?

—Claro, estoy en Liverpool por algunos días.

—Bien, anota mi dirección.

Extendí la hoja de los teléfonos y saqué un bolígrafo de mi abrigo. George me dictó rápidamente la dirección y yo la anoté con cuidado.

—Lo tengo —dije mientras doblaba la hoja para guardarla en algún bolsillo de mis vaqueros.

—Bien, ¿hoy a las seis? Podemos tomar un poco de .

—Claro, ahí estaré.

Caray, John. Ya quiero verte.

—Lo mismo digo. Adiós, George —dije sonriente para después colgar el teléfono.

Froté mi rostro con una de mis manos y tomé una gran bocanada de aire. Había encontrado a George... ¡Lo había encontrado!

—Vamos, linda. Tenemos que darnos prisa —le dije a Martha mientras salíamos de la cabina.

Faltaban aún un par de horas para nuestro encuentro, pero quería buscar algo de ropa para verme decente. Al parecer George tenía familia y no quería asustarlos, aunque había algo que no me hacía sentir del todo feliz. Se suponía que George y Ringo se querían... ¿Qué diablos había pasado?

Bueno, esa misma tarde iba a averiguarlo.

***

Con todo el dolor de mi corazón tuve que dejar a Martha sola en la casa. No podía llevarla conmigo porque no sabía si a George le parecería buena idea, así que opté por dejarle su comida y una manta por si tenía frío.

Me encontraba conduciendo rumbo a la casa de George por las calles de la ciudad. Estaba relativamente lejos de la casa Beatle, pero nada de qué preocuparse, pues sabía que no me tardaría más de 30 minutos en llegar.

Poco después faltaban sólo cinco minutos para las seis y, por suerte, ya había dado con la casa de George. Era pequeña pero agradable, formaba parte de un fraccionamiento tranquilo y había bastante espacio para estacionarse, así que lo hice frente a su casa, detrás de otro auto color azul.

Para la cita había usado un pantalón oscuro y una camisa blanca. Era lo más decente que tenía y yo creía que me veía bien. Aún no había ido a una peluquería, así que mi cabello lo tenía a la altura de los hombros. No me molestaba, de hecho me hacía sentir cómodo, así que sólo lo cepillé para evitar que se alborotara.

El Viaje De John [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora