C5

1.5K 267 104
                                    

Cerró los ojos con fuerza soltando el cuchillo mientes alzaba sus manos hacia el frente en modo de defensa.

Escucho tres disparos, recuperando el aire cuando no sintió dolor alguno por ellos.

- Qué crees que haces, idiota?- Expresó Bob, tan dulce como siempre.

Gerard abrió los ojos algo contrariado mirando hacia su espalda, donde tres hombres habían caído, muertos por disparo entre ceja y ceja.

Miró al rubio de nuevo sin creerlo.

- Yo... Bueno, pensé que... Me ibas a matar?- Susurró bajito. De fondo, el acompañante de la víctima seguía gritando, ahora hecho un ovillo en el suelo.

Eso era orina?... Gerard ladeó el rostro sin procesarlo parándose y viendo el panorama completo.

Bob guardó el arma sacando de su bolsillo izquierdo una cajetilla.

- fumas?- Le tendió esta y el gordito negó. - Te molesta que fume?- Volvió a negar. - Bien, por qué el jefe parece chimenea.

Hizo una mueca sin entender absolutamente nada cuando el estruendoso ruido de la puerta abriéndose le hizo respingar.

Varios hombres con armas apuntándoles, y de entre estos, un moreno con afro que caminaba hacia ellos con las manos en los bolsillos y cigarro en boca.

- Bryar.- Pronunció.

- Iero.- Este asintió.

- Por qué has dejado que el gordo ese mate a tu objetivo?- Preguntó directo. - Puta o algo así?- El rubio negó enseguida.

- Meter mi polla en algún culo también tiene privilegios. Jamás me metería con ese.- El pelinegro frunció el ceño enseguida cruzándose de brazos.

- Estoy aquí!- Murmuró algo elevado, arrepintiéndose cuando aquellos ojos negros se posaron en su persona viéndolo de arriba a abajo, con total desvaloro físico. 

- Quien eres?-

- Amm... Gerard.- Se presentó levantando una mano hacia el moreno.

Este le siguió inspeccionando hasta que su cigarro se hubo terminado en un total de minuto y medio, apagándolo y prendiendo otro.

- Y que quieres?- Enseguida al gordito le brillaron los ojos juntando ambas manos y parándose derecho.

- Ser un sicario de su familia, señor Iero.- Expresó con total devoción. El moreno miró al rubio que a su vez se encogió de hombros.

- Es enserio?- Preguntó. Gerard asintió repetidamente. - Has estado en alguna familia antes?- Fue ahí donde su rostro se deformó balbuceando. - Qué!?, no te oigo!-

- No señor... He sido... Rechazado.- El moreno soltó el humo caminando alrededor de él, inspeccionando cada detalle de su curvilíneo cuerpo. Pinchando cada lonja que se le salía, y picando su cara para después evaluarlo fijamente.

- Te han pedido el culo?- Asintió. - Lo diste?- negó. El moreno bufó soltando el humo en su cara, haciéndole toser. - Piérdete.

Sus ojos se abrieron mirándolo perdido figuradamente, negando repetido.

- Por favor!... Deme una oportunidad!- Pero el moreno avanzaba sin escuchar. Gerard miró a Bon quien le miró con mucha más lástima que antes, soltando aire ruidoso y dando una gran calada antes de intervenir.

Gruñó.

Tal vez se arrepentiría de eso.

- Espera, Ray!- Le llamó. El moreno de ahora nombre Ray paró de caminar mirándole de reojo. - El gordito se la negó a Leto.- Entonces sus ojos negros se abrieron con sorpresa volteándose de nuevo hacia el pelinegro quien no entendía absolutamente nada de lo que sucedía.

- Es así?, le negaste el culo a Leto?- Asintió inmediato. Ray estalló en carcajadas hasta el punto de sostenerse el vientre por el dolor. - Le va a encantar!- Dijo a nadie. Gerard miró a Bob y este solo negó. - Y lo has hecho bien, hmmm, digo, un cuchillo de pan para destrozarle la garganta a alguien hasta morir?- Ray siguió riendo hasta que uno de los hombres que lo acompañaba se acercó a él.

- La policía está en camino señor.- Ray asintió secándose las lágrimas y dio una larga calada.

- Nos vamos.- Anunció. Se dio media vuelta y empezó a caminar con Bob siguiéndole detrás, y la verdosa mirada del pelinegro viéndoles con aflicción. - Gordito!- Gritó entonces el moreno. - Tu también vienes, camina!, o no quieres una entrevista para el puesto de auxiliar, Huh?- Si.

Iba a morir de un paro cardiaco con aquellas simples palabras.

Abrió la boca sin saber cómo cerrarla de nuevo asintiendo repetidamente y yendo en busca de su morral, regresando a tropezones tras Robert y Ray.

- Gracias, señor Iero, gracias, gracias!

Sicario. {Frerard}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora