C21

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Amaba su cama.

Siempre dormía plácidamente, y ahora era aún mejor por que por alguna razón desconocida no tan desconocida, a su jefe le gustaba dormir con él.

No entendía para nada a Frank.

Tal vez era esa excesiva y enfermiza obsesión de despertar por sentir como el castaño se pasaba sus manos sobre sus longitas o su pansita. Como las restregaba y parecía que las amazaba como masa de pan, o apretaba tan duro que le hacía chillar sacándole incluso unas cuantas lágrimas.

Frank se burlaba de él por ello, pero que va, mientras no fuera la manera número tres de despertarle.

Esa había sido la uno. La dos era su favorita.

Esa consistía en sentír de la nada una suave sensación en su boca, pasándose una y otra ves hasta sentir como mordían su labio con curiosidad.

Abría los ojos algo somnoliento viendo a Frank darle pequeños besitos y luego decirle que le apestaba la boca que se largara a lavarse los dientes o que limpiaría con su lengua el inodoro.

Hacia un puchero sin entender por qué mierda se portaba de ese modo!?, nadie lo obligaba a levantarle así, besándole con la boca oliéndole a rayos!

Aunque no cometería el error de decírselo a Frank, huh. No señor, no después de la primera y ultima vez que lo hizo que literalmente lo dejó sin comer una semana y vivía de agua de la llave de su baño.

Y la manera número tres de ser despertado por las mañanas, era... Como la de ese momento.

Jadeó algo gutural abriendo los ojos enseguida sintiendo sus piernas doblarse, su pecho encogerse y el vientre cosquilleándole.

Sus pants del jueves que usaba en martes estaban ya hasta sus rodillas y su camisa de Batman arriba de sus pezones.

Las manos del tatuado jugando con su miembro de esa manera tan deliberadamente grotesca, con toda la intención del mundo de hacerlo:

- Frank!... Ugh.- Gemir como una gordita caliente. Si.

El castaño soltó un pequeño quejido de satisfacción ante su primer gemido. Como siempre logrando su cometido.

Su mano moviéndose ágil por esa rosada longitud y su pulgar jugando con su glande de vez en cuando. Sus dedos pasando por sus testículos acariciando a conciencia de los pequeños espasmos que el gordito presentaba, sonriendo divertido al verlo arquearse y retorcer sus deditos cuando la palpitación de su miembro aumentaba. Se corría tan fuerte y luego besaba su pecho mordiendo a lo último su pequeño pezón sabiendo que soltaba más sonidos obsenos que, oh gloriosa gorda, le hacían encenderse.

Le bajó la camisa y le miró deseoso, relamiéndose los labios.

Quiso ahí mismo follárselo duro, con esa imagen tan lasciva que seguro ese gordo cabrón hacia para prenderle más. Con sus labios rosados entre abiertos y sus ojos llorones. Esa nariz que le hacían una mejor vista, y sus mejillas sonrojadas...

- No escucho mi agradecimiento por tu descargue matutino.- Gerard suspiró algo desconcertado, queriendo gritarle que él no se lo había pedido, más era obvio que lo había disfrutado como los muchos otros que antes le había hecho, así que prefirió mantenerse callado de aquello asintiendo.

- G-gracias, Frank.- El castaño sonrió cínico poniéndose de pie mientras metía una mano a su ropa interior acomodándose su empalmado miembro, mordiéndose la lengua.- Pero no es necesario que lo hagas... Digo... Yo... No lo necesito.- Miró al pelinegro con molestia viendo lo ridículo que se veía con los pants abajo y el vientre manchado de semen.

- Pero yo sí. Sabes cuando quiero follarte!?, tienes suerte de que no lo haya hecho ya.- Gruñó. - Pero no te salvarás. Llevas dos meses aquí y aunque ya eres de la familia aún no pagas la cuota principal.- Gerard respingó con su rostro deformándose.

- Creí que eso no era necesario...

- Lo es. Así que ve investigando cómo abrirte el culo más fácil. Y alístate que hoy te enseño a despellejar y cortar huesos con un serrucho.

***
No les aburre esto? Sean sinceras

Sicario. {Frerard}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora