La vida no siempre es justa y soy testigo.
Las mejores oportunidades no siempre son las correctas
Y el verdadero amor no siempre es el primero.
Al verlo con distintos ojos mi vida cambio.
Duele saber que por mas intentos el mismo destino quien lo pu...
Lo he escuchado tantas veces en el transcurso de mi vida pero para ser honesta no se lo que significa, si en si la familia es la base de esta sociedad entonces estamos realmente jodidos, viendo tantos asesinatos, tantos asaltos, tanta gente viviendo en la injusticia, tantos niños siendo explotados... ¡Por Dios! ¡Que inmundicia de Familia!
Soy Marion y tengo dieciocho años, hija única y escondo un secreto, si ese secreto sale a la luz...posiblemente mi familia y parte del a sociedad me juzgarían.
No me malinterpreten no soy una mala persona, soy católica aunque no precisamente una creyente, soy una joven estudiante que en su tiempo libre trabaja en el negocio de mi mamá, me gusta la moda, el café, la música, vamos que soy prácticamente como cualquiera, también odio las Matemáticas pero amo la Literatura, me puedo perder en un buen libro y por lo general sueño despierta como buena Geminiana, creo en el amor, en la igualdad y me considero algo feminista.
Mi familia es lo mas típica y común que puede ser, papá es Dentista en su propio consultorio y mi madre es dueña de un negocio pequeño que se dedica a organizar eventos, vivimos cómodamente, puedo decir que no nos falta nada, mi padre nos consciente y soy feliz...bueno medianamente feliz; el ser que completaría mi felicidad no me pertenece y tal vez nunca lo haga y ese es el centro de mi desgracia...si, aquí mi historia se complica...déjenme les cuento.
Mi familia es grande...bueno por lo menos por parte de mis tíos, mamá y papá tienen cuatro hermanos cada uno y eso hace las reuniones interesantes, cada uno tiene como mínimo un par de hijos, solo mis padres tuvieron una única hija y no fue por elección, mamá tuvo problemas al tenerme y quedo imposibilitada en volver a concebir así que tuvieron que conformarse conmigo.
Así que aunque piensen que mi infancia fue aburrida no lo fue, tuve primos con los cuales compense el ser hija única; dos de ellos fueron mis cómplices en mis travesuras, Adal y Leo, cuando los tres nos juntábamos mi madre decía que un ciclón estaba por pasar, jugábamos con todo y a todo; lo mismo ellos jugaban conmigo a las muñecas que yo con ellos a los carritos o a las luchas y sin presumir déjenme decirles que me volví una muy buena luchadora, varias veces les deje ojos morados aunque eso llevaba un regaño. Siempre fuimos muy unidos.
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Al pasar los años la amistad entre Leo y yo creció y nos volvimos casi inseparables, al principio a mi mamá parecía molestarle nuestra unión pero con el paso del tiempo ella y el resto de la familia lo vieron con tanta naturalidad que ya no importo.
Con el paso de los años y los naturales cambios que la edad conlleva tuvimos nuestras primeras peleas, discutíamos aunque por lo general yo era la del problema...bueno mas bien por culpa de Gabriela, ella era la nueva vecina de Leo y pronto se volvieron buenos amigos y yo quede un poco excluida en esa relación así que nuestras peleas eran porque ya no me dedicaba el mismo tiempo de antes, de esa manera conocí los celos...¡Malditos celos!.
