Era sábado, pero no un sábado cualquiera. Era el aniversario de mis padres, llevaban 20 años de casados. Pese a tener discusiones de vez en cuando, al final siempre acababan sonriendo juntos de nuevo. Estaba muy feliz por su longeva relación, no todas las parejas podían durar tantos años. Además, me sentía orgulloso de ser el fruto de su amor, aunque muchas veces les decepcionase.
Aquel día, para celebrar sus dos décadas de casados, habían salido a comer solos a un buen restaurante. Habían salido muy temprano por la mañana, pasarían prácticamente todo el día fuera de casa. Por lo tanto, me quedaría solo...
Dediqué unas cuantas horas a estudiar para mis exámenes de fin de curso. Llevaba bastante al día todas las asignaturas, nunca me había costado demasiado ponerme a estudiar.
Cuando acabé de repasar todas las materias, me quedé sin ideas de qué hacer a continuación. La televisión me aburría bastante, por lo tanto no era una buena opción.
Pero de pronto, la imagen de aquella persona pasó por mi mente: Leo. No debía molestarlo sólo porque estuviera aburrido, tal vez él tuviera cosas que hacer. Habían pasado dos semanas desde la última vez que nos vivimos en persona, la vez que nos besamos... Pese a escribirnos de manera constante, le echaba tanto de menos.
No pasaba nada por mandarle un mensaje de texto, ¿verdad? Le escribí un simple: "Hola, ¿qué tal?"
A los cinco minutos recibí su respuesta.
L: ¡Hey, sweety! Me alegra ver tus mensajes, aunque me alegraría más verte en persona ;)
Me sonrojé, pese a que sabía que Leo era muy directo, siempre me pillaba desprevenido... ¿Así que él también me extrañaba?
GH: Leo, verás, estoy solo en casa... Y me preguntaba si te gustaría venir.
L: Estaré allí en menos de una hora.
Sonreí. Y pronto esa sonrisa se convirtió en una rítmica risa, ¡no me podía creer que al fin le vería! ¡Estaba tan feliz!
Le di la dirección a mi casa, esperaba que supiera llegar sin ningún problema.
Aunque sonase egoísta, quería que pasase algo entre nosotros aquella tarde de nuevo... Pero, ¡demonios, me daba tanta vergüenza!
Leo dijo que tardaría, más o menos, una hora en llegar. Pero el tiempo pasaba tan despacio, los minutos parecían siglos...
Me entretuve un rato arreglando mi cabello, sin embargo al final aquellos rebeldes mechones siempre acababan levantándose. No le di más importancia a aquello cuando recibí un mensaje de Leo diciendo que ya estaba muy cerca de mi hogar, a unos cinco minutos.
Estaba empezando a ponerme nervioso, ¡no sabría cómo reaccionar al verle! Pero, ¿cómo reaccionaría él al verme a mí?
Por fin, oí el sonido del timbre, ¡ya estaba aquí! Respiré profundamente antes de ir a abrir la puerta.
Leo estaba allí, con una sonrisa resplandeciente y un semblante tranquilo. No recuerdo muy bien cómo era la ropa que llevaba, pero sé que era tan estilosa como siempre. Era demasiado perfecto como para ser real, hasta empezaba a temer que se tratase de un sueño.
Pero no, cuando me quise dar cuenta estaba entre los brazos de Leo, recibiendo un fuerte y cálido abrazo que me pilló por sorpresa. Tan sólo enterré el rostro en el cuello de Leo, para poder disfrutar más del momento.
-¿Sabes? Podría estar así de por vida –comentó, haciéndome sonrojar.
-Pero tenemos que entrar dentro, Leo...
En serio que no quería estropear el momento, tan solo no me gustaba la idea de quedarme allí a la vista de mis chismosos vecinos...
Inesperadamente, Leo me levantó unos centímetros del suelo y, aún sin separarse de mí, dio unos cuantos pasos hasta que quedamos dentro de mi vivienda.
-Me moría por verte –me susurró al oído una vez me posó en el suelo.
-Yo también –le confesé. Me costaba mucho expresar mis sentimientos, pero en esos momentos era una necesidad.
Nos separamos lentamente. Mi rostro ardía, no quería que me mirase... aunque aquello parecía imposible, notaba su mirada sobre mí.
No entendía qué era lo que destacaba en mí para que Leo no pudiera evitar dirigir sus ojos hacia mi pequeño cuerpo. Era un chico normal y corriente, de piel pálida y un rostro lleno de pecas que adquiría rubor constantemente. Sin embargo Leo era apuesto, de piel bronceada y con un cabello laceo siempre bien peinado.
-Siéntete como si estuvieras en tu casa.
-Es como si estuviéramos viviendo juntos –rió.
Y yo, como siempre, me ruboricé.
En aquellos momentos una pregunta me acechaba constantemente: ¿qué éramos Leo y yo? No éramos pareja, pero tampoco simples amigos... Al menos desde mi punto de vista. ¿Y qué sería lo que Leo pensaba? No me atrevía a confesárselo.
Leo y yo nos sentamos a hablar en el sofá. Sin saber cómo, acabé sobre su regazo, siendo abrazado de nuevo por él. Parecía que ese día no quería despegarse de mí. Me preguntaba cómo conseguía hablar tanto en un momento así, ¡a mí apenas me salían palabras coherentes! Sin embargo escuché atentamente todo lo que me dijo.
Me contó anécdotas sobre su infancia y sus primeros años de adolescencia. Al parecer era un niño muy enérgico y algo travieso, pero seguro que era lo más adorable del mundo...
De repente, una pregunta comenzó a pasearse por mi cabeza.
-Leo... -le nombré-, ¿recuerdas que hace unas semanas me mandaste un mensaje de texto sobre las tres de la madrugada? –observé cómo asentía-. En ese mensaje decías que habías pedido un deseo... ¿qué era? –pronuncié aquella oración lentamente, mientras jugaba con las mangas de mi camisa.
-¿En serio tengo quieres saberlo? –noté como el rostro de Leo había adquirido cierto rubor.
Asentí esperando su respuesta. Cientos de expresiones pasaron por el semblante de Leo en esos pocos instantes. Cada vez me impacientaba más...
-A ti... -dijo en un susurró, el cual pude oír a la perfección. Sin embargo, me costó procesarlo... -Te deseo a ti.
Entonces nuestras miradas se cruzaron. Y lo comprendí todo, no éramos más que dos jóvenes enamorados el uno del otro.
-¿Quieres ser mi novio? –me tomó de la mano, esperando atentamente por mi respuesta.
-Me dijiste que no me podías decir tu deseo porque así no se cumpliría... ¿cómo podías pensar eso? ¡Sí que quiero salir contigo, Leo!
Nuestro abrazo se hizo más fuerte y nuestras sonrisas más amplias. Sentía como una parte de mí comenzaba a llenarse. Esa parte era mi corazón.
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Looking At You (Leo de la Iglesia x Guang Hong Ji // LeoJi) [Yuri On Ice]
FanfictionGuang Hong Ji es un joven chico que acaba de abrir un canal de cocina en YouTube. Un día recibe un comentario de otro muchacho. Lo que no sabía era que a partir de eso su vida cambiaría tanto...