Capítulo 8

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Leo y yo estábamos sentados en el sofá, eligiendo la serie que veríamos en Netflix. Al final pusimos una película cuyo nombre no recuerdo... no podía prestarle atención al televisor teniendo a semejante chico al lado.

Su cabello parecía tan suave, me daban ganas de acariciarlo durante horas... Su rostro era perfecto, en mi opinión, era el hombre más hermoso en la faz de la Tierra... Sus labios, aunque carnosos, se veían un poco agrietados, tal vez aquello cambiara con un beso... Su clavícula quedaba ligeramente al descubierto con la camiseta que llevaba... Quería besar cada rincón de su piel morena...

De pronto, nuestras miradas se cruzaron. Me había pillado mirándole.

-¿Ocurre algo? –preguntó en tono sereno.

Tenía que pensar algo, lo que fuera...

-¡N-nada! Tan solo... tengo que ir al baño.

¿¡En qué rayos estaba pensando!? Parecía imbécil...

-¿Eh? ¡Oh, jajaja! Haberlo dicho antes, está allí al fondo –señaló el camino con el dedo-. ¿Quieres que te acompañe?

-¿¡Q-qué!? –me sonrojé, luego me di cuenta de lo que se refería-. Ah, no hace falta, sabré llegar yo solo...

Me eché agua fría en la cara. Necesitaba tranquilizarme, no estaba siendo capaz de controlar mis pensamientos. Respiré unas cuantas veces antes de salir, tratando de calmarme. Pero mis ejercicios de meditación se echaron a perder en cuanto volví a ver a Leo. Mi corazón comenzó, de nuevo, a latir con fuerza.

-¡Oh, ya estás aquí! Siéntate –dio unas cuantas palmaditas sobre el sofá.

Esta vez nuestra distancia se había acortado, nuestras rodillas y nuestros hombros se rozaban. Se sentía tan bien estar cerca de Leo...

A decir verdad, nunca había besado a nadie y la curiosidad me podía. Llevaba tiempo queriendo hacerlo, pero no había conocido a la persona indicada, hasta que él llegó a mi vida...

Cerré los ojos, intentando recrear el momento en mi mente. Y se veía tan fantástico... Pero dudaba que eso pudiera llegar a ocurrir algún día.

-¡Oye, no te duermas! –sentí a Leo pellizcando mi nariz.

-¡Ay! No estaba dormido... -reproché inflando mis mejillas.

-¿Entonces qué hacías con los ojos cerrados? –rió.

-Pensaba...

-¿En qué?

Le miré, dudando de si debía confesárselo. Obviamente, decidí que lo mejor era mantenerlo en secreto.

-Tan sólo era una tontería...

Tras ese percance continuamos viendo la película, sin apenas otras interrupciones, salvo cuando Leo me "molestaba" jugando con mi cabello o pinchándome las mejillas con las que tanto se había encariñado, logrando siempre que me ruborizara.

Cuando la película terminó ya eran las ocho, se había pasado la tarde volando. Había parado de llover.

-Sino vuelvo pronto a casa mi madre empezará a preocuparse, además aún tengo que tomar el autobús...

-Entiendo, no te preocupes –sonrió Leo, acompañándome hacia la entrada.

-Me he divertido mucho, de verdad.

-¡Yo también! Espero que puedas volver a quedar pronto conmigo –me despeinó el cabello con la mano.

Llevaba varios minutos con una idea algo tonta rondando por mi cabeza. Sabía que si no lo hacía me iba a arrepentir... Así que tomé aire y, poniéndome de puntillas a la vez que apoyaba la mano sobre el hombro de Leo, posé un tímido y rápido beso sobre su mejilla.

-¡T-tan solo seguía la costumbre de tu país! –dije apresuradamente, cabizbajo, muriendo de la vergüenza.

Por el rabillo del ojo pude comprobar la expresión de Leo, se veía sorprendido y ruborizado. Después, se pasó la mano por el cabello mientras se mordía el labio inferior.

-"No puede ser nada malo, él lleva toda la tarde flirteando conmigo, no he metido la pata, ¿verdad?" –por mi mente pasaron miles de pensamientos, la ansiedad me podía.

Pero de pronto, noté su mano alrededor de mi cintura, apretándola con fuerza. Y en un rápido movimiento me atrajo hacia él, hacia sus labios...

Llevaba tanto tiempo esperando recibir un beso de alguien que creía que, cuando llegara el momento, lo tendría todo bajo control. Pero no era así.

Lo único que se me ocurrió fue cerrar los ojos y llevar mis temblorosas manos hacia sus mejillas. Cuando parecía que el beso estaba llegando a su final, que estábamos a punto de separarnos, quise hacerlo más duradero, más profundo... Separé mis labios, indicándole que introdujera su lengua en el interior de mi húmeda cavidad.

Se sentía tan cálido, sus manos recorriendo mi espalda... parecía como si estuviera flotando sobre una nube. Una de mis manos recorrió su cuello y a continuación su pecho.

Ya no me importaba perder el control sobre mi cuerpo, aquel estaba siendo el momento más placentero en mi vida. No quería que llegara a consumirse nunca...

¿Cómo se sentiría Leo? ¿Le gustaba? ¿Lo estaba haciendo bien? Mi rostro... no, todo mi cuerpo ardía.

De pronto sentí cómo Leo levantaba lentamente mi camisa. Empecé a ponerme nervioso, estábamos yendo muy deprisa, no sabía qué hacer a continuación... No estaba preparado. Pero, ¿cómo iba a frenarle?

Estaba tan confundido que hasta perdí el ritmo del beso. Y creo que en ese momento Leo se dio cuenta de lo que me pasaba. Se separó de mí, no sin antes dejar un último y sutil beso sobre mis labios.

-Lo siento, me dejé llevar... -se pasó una mano por el rostro, avergonzado por lo que acababa de pasar.

Negué con la cabeza.

-No importa... -era la verdad, no me había molestado en lo más mínimo-. Si no me apresuro perderé el bus, tengo que irme ya.

-Claro... -Leo se veía nervioso, o tal vez se sentía culpable.

No sé si hice lo correcto, si lo interpretó bien, pero le di un último beso antes de salir por la puerta, que le dejó boquiabierto por un instante. Con aquello sólo quería transmitirle que todo estaba bien.

Pasé todo el camino de vuelta a casa con una inevitable sonrisa adornando mi sonrosado rostro.

Looking At You (Leo de la Iglesia x Guang Hong Ji // LeoJi) [Yuri On Ice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora