—Así que... ¿a dónde quieres ir?— Preguntó Calum una vez que ya estaban muchas cuadras lejos de la fiesta, pues no escuchaban la música de los altavoces.
—No lo sé. No suelo salir por estas calles.
— ¡Ya sé! Podemos ir a la playa. Está a unos minutos de aquí a pie. ¿Qué te parece?
Maddy sonrió y asintió.
Apenas llegaron, Calum se quitó las zapatillas y las medias y enterró sus pies en la arena. Movió sus dedos para sentir aquellos frescos granos; cerró los ojos y se concentró por un rato en el ruido que hacía el mar.
Maddy, solo se dedicó a observar a Calum y finalmente lo imitó. Pero, a cambio, ella se dirigió a la orilla del mar para que sus pies toquen aquella agua helada. Calum la siguió, sin olvidar sus zapatillas. La tomó de la mano, y así caminaron por un rato, quejándose de vez en cuando por la temperatura del agua.
En eso, el muchacho se detuvo, haciendo que ella lo haga igual. Simplemente se acercó, tomó su mejilla y la besó en los labios. Fue inesperado, pero ninguno se opuso. Ambos lo deseaban.
Calum se separó segundos luego, sin dejar de tocar la mejilla de Maddy. La miró a los ojos profundamente por un rato, y luego sonrió.
— ¿Puedo hacer una pregunta?— Espetó la muchacha sin poder aguantarse un segundo más.
—Cuantas quieras.
— ¿Qué somos?— Preguntó finalmente Maddy, luego de tomar valor—. Me refiero, ¿qué hay entre nosotros? Sé que salimos de vez en cuando, nos reunimos en mi casa y todo pero, ¿qué somos exactamente?
—Honestamente, yo tampoco sé con exactitud —rió Calum, nervioso—. Lo único que sé, querida, es que se me derrite el corazón cada vez que te veo; por tu sonrisa se me hace cada día más difícil poder aguantarme las ganas de besarte, las ganas de tenerte por siempre a mi lado, y espero que tu sientas eso también.
Maddy sonreía sin control por aquellos comentarios que hizo el muchacho y le besó la mejilla, dándole un abrazo y acariciándole la espalda.
—Yo siento eso cada día que te veo, Calum —murmuró ella por encima del ruido del mar.
Calum la besó de nuevo, como si fuese a verla nunca más.
Ambos dejaron sus pies secarse en la arena por un poco más de treinta minutos, para luego decidir ir a casa. Calum cargaba a Maddy en su espalda por toda la ciudad.
—Espero que estés bastante cómoda, pues yo no lo estoy del todo.
Minutos luego, llegaron al edificio entre risas y pequeños juegos de manos. Subieron a su planta. Maddy sacó sus llaves, y podía sentir a Momo emocionarse desde el otro lado de la puerta. Calum buscaba y buscaba, pero nada encontró.
—Maddy... parece que olvidé mis llaves.
— ¿Qué? —Preguntó Maddy con sorpresa—. ¿No tienes una copia debajo de la alfombra, o algo por el estilo?
—No, la copia la tiene Michael, y no creo que me la de ahora. Y creo que es un poco tarde para llamar a un cerrajero.
— ¿Qué harás entonces?
—No lo sé. Tendré que regresar a casa de Michael, supongo.
—Oh —susurró Maddy—. Pero, puedes dormir aquí, si quieres. No hay problema.
Calum levantó sus cejas con asombro.
— ¿Estás segura?
—Sí, por supuesto. Siempre eres bienvenido —dijo Maddy haciéndose a un lado para que Calum pueda entrar—. Ponte cómodo.
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Momo ➳ calum hood
Hayran Kurgu"Perdona, ¿puedo ver al cachorro?" cinderblockcalum 2016 © #CarrotAwards2017 gracias a hemmingsdevotee por la portada ly