Capítulo 13

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Kyuhyun

Cuando llegué a la oficina los murmullos de los demás me cabrearon. Todos, en especial las mujeres me veían como si hubiese hecho algo, pero lo ignoré ya que todo estaba como siempre en la oficina para que me preocupara más de lo necesario. Pero fue sentarme en mi silla cuando Henry apareció con el rostro preocupado.

-¡Kyuhyun eres mi ídolo! – exclamó colocando su mano en mi hombro tomándome descolado.
-¿De qué hablas?- no pude evitar preguntarle.
-Todo el edificio sabe de tu affaire con Seulgi. ¡Guao!-Exclamó de nuevo el joven- ¡Seulgi es todo un bombón!
-¿Qué? – no podía creer lo que estaba escuchando.
-Pues desde ayer se regó como pólvora que tú y ella tienen un affaire. Seulgi es preciosa y nunca pensé que se metería con un hombre casado ¿Cómo lo lograste?
-Cállate mejor- dijo Sungmin entrando en la oficina- deberías irte a tu puesto, no creo que se pague por chismosear.
-Está bien, pero a la hora de almuerzo me deberías contar tu parte de la historia Kyuhyun- me dijo Henry mientras salía hacia su área de trabajo.
-Dime que lo que dijo Henry no es cierto- Suspiré. Aun no tenía una hora en el trabajo y ya me dolía la cabeza- ¿Cómo se supo esto?- pregunté exasperado.
-Dale las gracias a Hyerin- me respondió mi amigo y jefe- vino ayer y le dijo a Seulgi algunas cosas bastante malas delante de la mayor chismosa de este edificio.
-Ah Ra- era obvio que algo que llegara a sus oídos se regara por todo el lugar rápidamente. –Eso explica por qué Seulgi no quiere verme.

En ese momento no pude quedarme allí sentado. Sabía que Seulgi debía estar en su oficina y debía verla o me volvería loco allí sentado. Tomé el camino por las escaleras de emergencia porque sabía que ahora que todos sabían de nuestra relación se prestaría para hacer más grande el chisme y más problemas.

En mi mente repasaba la actitud de Seulgi desde el día de ayer y me di cuenta que todo encajaba, me estaba evitando debido a eso, pero debía mostrarme fuerte por ella y por ambos, no iba a dejar que nadie nos molestara.
Cuando llegué al piso la vi cruzar de su oficina al archivero, no pude resistirme a seguirla. Me incliné hacia delante tomándola de la mano y uní mis labios con los de ella mientras enredaba los dedos en su pelo, apretando su cuerpo contra la pared. La besaba con pasión, con deseo. Semanas atrás habíamos hecho el amor en este mismo lugar y los recuerdos junto con su aroma, la suavidad de sus labios hicieron que mi libido se incrementara a pasos agigantados. Mi miembro latía contra su abdomen mientras sentía que su mano seguía el mismo camino que la mía y se metía entre mi pelo para agarrármelo con fuerza.

Le subí la falda por los muslos y gemí dentro de su boca cuando mis dedos encontraron otra vez el borde de encaje de sus medias hasta el muslo. Lo hacía para atormentarme, seguro. Sentí que me pasaba la lengua sobre los labios mientras yo rozaba con los dedos la tela cálida y húmeda de sus bragas. Las agarré con fuerza y les di un fuerte tirón.

-Tendré que comprarte otras- le dije y después le metí la lengua dentro de la boca.
Ella gimió profundamente cuando metí dos dedos en su interior. Estaba todavía más húmeda de lo que podría imaginarme, si es que eso era posible.

Ella se apartó de mis labios con una exclamación cuando empecé a meter y sacar mis dedos con fuerza mientras con el pulgar le frotaba con energía y ritmo aquel botón que le hacía gemir en mis labios.
-Necesito sentirte. Ahora.- dijo.
Yo entrecerré los ojos, intentando ocultar el efecto que sus palabras tenían en mí. Sus palabras eran provocadoras y controladoras, pero parecía que también estaba de alguna forma suplicando. Cerré los ojos intentando aclarar mis pensamientos, pero todo aquello era demasiado. La sensación de su cuerpo totalmente vestido, el sonido de su voz ronca.
Me quité todo lo rápido que pude el cinturón, los pantalones y los bóxers antes de levantarla a pulso y embestirla. Dios, qué sensación. Mejor que nada. Eso explicaba por qué no podía quitármela de la cabeza. Algo dentro de mí sabía que nunca me iba a hartar de eso.
-Dios- murmuré.

Ella inspiró con fuerza y sentí que me apretaba. Su respiración se había vuelto irregular. Mordió el hombro de mi camisa y me rodeó con una pierna cuando empecé a moverme rápido y fuerte con ella aún contra la pared. En cualquier momento alguien podía aparecer y pillarnos, pero nada podía importarme menos en aquel momento. La deseaba demasiado.
Levantó la cabeza y fue mordisqueándome el cuello hasta que atrapó mi labio inferior entre los dientes.

-Cerca -me dijo con voz aún más marcada por su acento y apretó su pierna alrededor de mi cintura para acercarme y profundizar más- Estoy cerca.
Perfecto.

Me moví con más ímpetu hasta que la sentí estremecerse y se aferraba a mí para evitar gritar. Su éxtasis hizo que mis movimientos se hicieran más constantes y fuertes. Enterré mi cara en su cuello y en su pelo para amortiguar mi gemido al correrme con fuerza dentro de ella, apretándole el trasero con las manos.
Cuando nuestras respiraciones volvieron a estar un poco más tranquilas me vestí rápidamente. Era la primera vez que teníamos sexo sin protección.

-Estoy tomando pastillas- dijo en un susurro mientras se acomodaba la ropa.
-Seulgi...- Me acerqué a ella, tenía los ojos hinchados y las lágrimas estaban haciendo presencia en ese instante, me volteó el rostro pero con mi mano la hice que me mirara –Ya supe todo.
-Todos aquí lo saben- dijo ella y en su voz se marcaba la tristeza y la rabia- Todos saben que soy la amante de un hombre que era felizmente casado.
-Maldita sea, yo no era feliz con Hyerin- estallé, estaba cansado de escuchar de que éramos el matrimonio perfecto cuando no lo era. –Hyerin y yo teníamos problemas mucho antes de conocerte Seulgi...

Ella me mira confundida, es la primera vez que toco el tema de mi matrimonio con Hyerin y me he dado cuenta que fui un tonto por nunca decirle lo que sucedía con mi "amada esposa"
-Hyerin y yo teníamos problemas desde un año atrás... Puede que mucho más pero nunca me di cuenta de ello. Estaba ciego pensando que podía reparar la relación, que si nos amábamos podíamos salir adelante. Pero una relación es de dos no de uno solo... Y eso nos pasó. Tú no te atravesaste en nada, yo te dejé entrar en mi vida. Tú no rompiste nada, esa relación ya estaba rota. Tú ya no eres mi amante, eres mi mujer ahora y cuando me divorcie...

En ese momento una voz de mujer me interrumpió. Haciendo que el cuerpo de Seulgi se tensara –No vayas a salir- me dijo en un susurro mientras se recomponía un poco, pero no la dejé salir hasta que nos dimos un suave beso en los labios.

Me quedé un momento mientras escuchaba que hablaba con quién parecía ser Sooyoung, otra de las secretarias y me di cuenta que estuve a punto de pedirle que se casara conmigo en un archivero. Pero así no podían ser las cosas, Seulgi merecía lo mejor y eso haría.
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Seulgi se encaminó hacia la escuela donde Jonghyun estudiaba. Fue un día largo y tenso, lleno de miradas pero sabía que debía resistir, Kyuhyun merecía que lo intentara.

Apartó sus pensamientos respecto a Kyuhyun y los líos de la oficina y se concentró en hablar con la maestra de Jonghyun y comentarle de su estado de salud. Debía recoger algunos de sus apuntes ya que los primeros exámenes estaban cerca y no quería que se atrasara. La sonrisa de JooHee, la maestra de Jonghyun y esposa del mejor amigo de Kyuhyun la tranquilizó un poco.

-Muchas gracias por todo.- le dijo Seulgi mientras salía con un papel donde llevaba las tareas de Jonghyun.
-No hay de qué Seulgi, espero mañana entonces ver a Jonghyun. –con una simple sonrisa amable.
-Así será profesora Lee.- le dijo Seulgi regresándole la sonrisa
-JooHee por favor. Nos vemos pronto.- dijo la maestra mientras veía como otros padres llegaban por los pequeños y Seulgi caminó hacia la salida.
-Señorita Seulgi- una vocecita la llamó y la hizo voltearse dándose cuenta que era Minah, la hija de Kyuhyun la que la había llamado- ¿Puedo hablar un momento con usted?  

Tengo una amante - Cho KyuhyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora