"Descuide profesor"

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Las cosas no parecían ir bien después de que Guillermo perdiese el conocimiento.
La tormenta seguía.
La luz no hay vuelto.
Al despertar el profesor olió el aroma de comida.
-Que,  que ocurre?
Sé preguntaría al poner un pie fuera de su cama y seguir la luz del resplandor de la vela que proviene de su cocina.
Fue dar unos pasos hasta ver a su alumno con la preparación de la cena.
-Profesor,  disculpe pero me tomé el atrevimiento de preparar algo.
Guillermo no supo que decir.
Al darse cuenta en esos segundos de ya no tener la ropa con la que ha venido del colegio.
-Tú me has cambiado de ropa?
Eso sonaría extraño ya que no solo era los pantalones, era lo general de las prendas.
-Usted se empapó toda la ropa.
Guillermo volvería a la habitación solo para darse cuenta de lo equivocado de traer a un menor a su casa.
Pero no se arrepentía en su totalidad ya que en pocos minutos se encontraría compartiendo la mesa con él.
Guillermo empezaría una conversación sin dejar de darse cuenta en lo apretado que era su apartamento y que ningún sofá era realmente cómodo para ninguno de los dos.
-Ha parado de llover?
Samuel sonreiría.
Era claro que sabía la incomodidad de la situación.
-Tranquilo,  solo quería asegurarme de que estuviese bien para irme.
-No,  yo no quise decir eso.  Disculpa.
-Es su casa,  no se disculpe.
-Es claro que no puedes irte a tu casa con esta tormenta.  Al menos avísale a tus padres que dormirás fuera.
-Ellos no se darán cuenta.  Da igual.
-Podrías avisarle que estás a salvo.  Por favor.
Samuel dudaría en hacerlo pero luego de tantas molestias tomó su móvil pese a que sus padres jamás respondieron, él dejaría una nota de voz.
-Papá está lloviendo muy fuerte y me quedaré con un amigo.  Vale solo era eso.
Guillermo notó lo seco de esas palabras por lo que no haría comentario de lo escuchado.
Luego de lavar los platos Guillermo le indicó que siguiera al cuarto explicando que ni tiene otro lugar.
Sé notaba el nerviosismo por lo que se manifestaba en la mente del mayor.
-Quiero agradecerle nuevamente por lo que ha hecho por mí,  pero le reitero en decir que ha hecho mal.
-Ya deja de decirlo.  Lo hecho ya está.
Ambos tomaron la cobija para arroparse.
Casi media hora ha pasado,  las manos y pies del profesor no se podían calentar presentando esa molestia que es claro arrasará el sueño.
Entonces el susurro que recordaría lo dicho en la escuela se daría.
Las luces seguían apagadas por la falta de energía y solo se podía ver la silueta del torso desnudo de Samuel ante los flash que se dan por cada relámpago.
-Puede recostarse en mi pecho,  siento como tiembla profesor...
Pero Guillermo trataría de rechazar lo que ha escuchado queriendo evitar ese temblar.   Cosa que lo único que haría fuese hacerlo más notorio.
-Estoy, yo estoy bien...
Que falso se escucharía eso.
Samuel acercaría su cuerpo al de Guillermo.
Sé percibía el calor de aquel cuerpo a diferencia del profesor.
El castaño tomaría esa mano para colocarla sobre sus abdomen.
Guillermo respiraría el olor de Samuel tan cerca que temía por sus pensamientos.
-Todo estará bien.
Diría Samuel pese a saber lo obvio que suelen ser los que se esconden.
Guillermo se aproximaría un poco mas para colocar la cabeza sobre el pectoral del menor y con movimientos suaves acariciar su abdomen.  Las palabras desaparecieron,   solo por un segundo se podía apreciar el torso del menor desnudo ante la mano inquieta del profesor.
Guillermo en segundos se dejó llevar por lo que en su cabeza se repetía en ecos "Detente,  no lo hagas".
Sin embargo se auto desobedeció al bajar su mano a esa parte del menor.
Era el placer más exquisito para el mayor al dejar que ese lado de él se manifestase.
El castaño seguía en la misma posición como una presa que espera a su depredador,  todo parecía provocado por el menor pero en realidad era la fantasía de un profesor.

Do-Re-Mío...  (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora