22. Aborto

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Sebastien Aubriot

Contesto mi teléfono y la voz de Sophie llena el audicular.

—¡Sebastien nos robaron y hirieron a Alice! ¡Ven rápido al hospital!

Cuelgo y corro al auto.

«Mierda, Dios» pienso con miedo.

No se como acelero tanto y llego sin un rasguño.

Entro corriendo y Sophie y las chicas están vueltas un paño de lágrimas. Rosie se levanta y me saluda.

—Lo siento, Sebastien— susurra—. Perdió al bebé.

Bebé. Nombró a un bebé. Santo Dios. Nombró a un bebé.

Mi cara esta totalmente desfigurada. Alice estaba embarazada.

Paso al área de recuperación donde está. La veo ahí, tendida. Pálida.

Oh mi niña linda, maldito sea el que te hirió.

—Gabi, perdoname— susurra dormida y atormentada—. Lo amo…

Se levantó exaltada y al verme allí baja la mirada.

—Sebastien—me dice con la voz ahogada.

—¿Sabías del bebé?— niega soltando unas lágrimas.

—No sabía que estaba en estado. Vomité las pastillas con el malestar estomacal y pasó— susurra.

—Soñabas con Gabi—asiente limpiando sus lágrimas.

—Siempre sueño con ella—confiesa—. Ella me cuenta cosas, siempre.

Frunzo el ceño.

—No sabía que tenías ese don— asiente.

—Esta molesta— me dice en un susurro, volteandose—. Bueno, no molesta, sino frustrada porque aún no me he actuado según lo que me cuenta.

Frunzo el ceño aún mas. No se que creerle.

—No sabía que eras bailarín— comenta en un susurro—. Tampoco que te gustaba escribir, que fuiste internado en un hospital psiquiátrico cuando ella murió.

Me pongo pálido. Eso eran cosas que yo ni planeaba contarle.

—Alice ¿estas bien con respecto a lo que pasó?— de su rostro bajan unas lágrimas mientras niega.

—Era un niño — susurra—. Nuestro niño.

La rodeo con mis brazos suavemente, con cariño.

—Rompí mi promesa— me dice en un sollozo...

Se calma y se limpia las lágrimas.

—¿De la que hablaste en Tailandia?— asiente.

—Le hice la promesa a Gabi, de que le daría hermanos y que los cuidaría, pero la he roto.

—Cariño, esto no fue tu culpa. Ya todo pasó, no podemos quedarnos en ese capítulo.

—Pide que me den mi alta. Quiero irme de esta mierda. Dile a las chicas que se vayan— me pide—. No quiero ver a nadie ni saludar a nadie.





Llegamos a la casa y como puedo la cargo para subirla al cuarto.

La acuesto en la cama y ella se voltea dándome la espalda. Veo su espalda moverse y agitarse.

Esta llorando.

—Alice—susurro mirándola—… Saldremos de esta. Te lo prometo.

—Me quiero morir— susurra mirándome.

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