23. Lo siento

6K 317 38
                                    

El daño que te hice, fue mil veces peor que el tu me hiciste a mi...

Sebastien Aubriot

Marco el número de Alonso con rapidez en mi teléfono.

—Cuentame— dice no más contesta.

—Te hablaré claro— le digo sin rodeos—. Alice te ama, necesito que te quedes con ella. Tengo que atender el asunto y no la podemos meter en eso más de lo que ya esta— explico—. Quedate con ella los primeros dos días, porque te necesitaré en Italia, ¿puedes dejarla con Renna?

—Sabes que me iría contigo así no me lo pidieses— réplica—. Renna tiene órdenes estrictas de que no la puede dejar salir. No quiero que mate a Agatha.

Asiento. Yo tampoco quiero que la mate, ni mucho menos que se manche las manos por eso.

—¿La has tratado?— sé a qué se refiere.

—Converso con ella cada vez que puedo, pero siento que se está llenando de odio y hasta cierto punto me asusta— digo manejando al puerto—. Últimamente está tan diferente que no la reconozco.

—Si, joder, ayer me insulto— dice con tono extrañado—. Sabes que yo también la amo, hombre pero ya no sé cómo tratarla— suspiro con cansancio.

Alice esta… Intratable, en todos los sentidos.

—Ruego que Agatha no esté metida en esto, porque sabra Dios como me pondré.

—Renna ha estado al pendiente con eso.— dice— Y sinceramente le dijeron que Agatha había hablado con los Abate, sabes que ellos tienen cierta rabia hacía nosotros— doy una golpe al volante.

—Cuidala, Alonso. Te lo pido por lo más sagrado que tengas— digo a punto de volverme loco—. La llevaran a tu casa en una media hora. Trata de distraerla, avisale  a las chicas de mis hermanos para que vayan a verla, no sé. Ingeniate algo, te llamo cuando llegué a Roma.





El bastardo frente a mí está casi inconsciente de tantos golpes que le he dado:— Dime dónde está Danilo— gruño tomándolo de la camisa.

—No te diré— me río y tomo el cheque rebotado de mi bolsillo.

—¿Cuánto te ofreció? —le preguntó tomándolo del cuello— Un millón de dólares no jusficara nunca que mataste a un inocente ¡nunca!

Él río sin gracia.

—Ya tengo el dinero— niego chasqueando mi lengua.

—¿Te refieres a este cheque?— digo mirándolo. Él hombre me mira sin expresión— No tiene fondos, Agatha te engañó como a todos, maldito imbecil.

Le meto el cheque ella boca a fuerza.

—Tragalo— niega y le dio otro puñetazo más—¡Qué lo tragues, infeliz!

Comenzó a masticarlo y vi cómo tragaba de a poco con dolor.

—Nunca olvides esto— susurro molesto—. Tu hija le va doler cuando vaya y le haga una S en la espalda. A tu esposa también y cuando veas sus espaldas sabrás y entenderás el dolor de que dañen a los tuyos—le atravesé el pecho con el cuchillo—. Te veo en el infierno, maldito.

Salí de allí y llame al tipo que se encontraba separandome afuera, era uno de los matones de Alonso.

—Dale esto— le pase el veneno—. Quema el cuerpo y llámame.

Falta Danilo, reviso el teléfono del difunto y veo un mensaje de Danilo.

Danilo: Nos vemos en treinta minutos en el muelle, no faltes.

MineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora