4. Pasado doloroso

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—¿Cómo sabes disparar?— me pregunto y yo niego.

—No sabía— miento.

—¡Si sabes!— me grita y doy un salto en el sitio— ¿¡Quién cojones eres, James!?

No por favor, que no me haga contarlo, estallar en lágrimas si lo hago. No respondí y él se acercó a mí y me batió por los hombros.

—¡Respóndeme, Alice! —me exije, muerdo mi labio para no soltar un sollozo.

—¡Crecí con eso ¿okey?! ¡Armas, drogas y robos por eso se!

Una lágrima corrió por mi mejilla y me levante furiosa, ¿qué pensaba? ¿qué soy una impostora?

Odio y detesto que me cuestionen, me analicen como si fuera un bicho raro y él lo hace a la perfección al parecer.

Llore en la cama, hasta que caí dormida.

Siento que me mueven con suavidad, abro mis ojos y Sebastien me sonríe. Me mantengo sin expresión.

—Te hice de cenar— asenti, salí de la cama y él me sujetó de la cintura—. Hey, sin amagarse, odio las malas caras— asenti de nuevo y él gruño—. Habla.

—¿Qué? —espete y él apretó el agarre— Oye, duele— le espeté y apretó más fuerte—. Está bien, ya cálmate— dije y asiente soltándome del agarre.

Comimos en silencio hasta que él lo rompió.

— ¿Todavía duele tu brazo?— menee la cabeza, no mucho a decir verdad.

—Ya no duele casi nada.

—Me alegro, lo que pasó ahora...— se rasco la nuca— No había que no te gustaba hablar de tu pasado.

—Cuando se tiene un pasado doloroso nadie lo quiere contar, Sebastien— él hizo una mueca y asiente.

—Pero necesito que me cuentes— niego, no quiero hacerlo.

—Cuando me adapté a ti , lo haré— la simplicidad en mi voz lo sorprendió, pero está cansada de tener que explicar todo.

No tenía razones para cuestionarme, a mí nadie me ha cuestionado, ¿pero por qué lo hace? No lo he hecho con él, o tal vez sí y no me he dado cuenta.

Nadie merece una mala vida, pero nadie puede escoger la vida que tendrá, ni cuando morirá, ni con quién te casarás, nada.

Lave la vajilla en silencio, no quería hablar más con él, estaba un poco incómoda, la verdad. Sebastien me acarició el hombro con las yemas de sus dedos.

—Estas arisca y así no me gustas— beso mi cuello y suspire. Su mano moldea mi trasero con decisión.

Entonces... Le gusto a Sebastien Aubriot, interesante, muy interesante.

—¿Cómo te gusto más entonces?— me volteo y su cuerpo acorrala el mío contra el lavaplatos, ríe y aparta un cabello de mi rostro.

— Desnuda puede que ser cómo me gustes más— me apretó contra él y la erección se pego contra mi estómago.

—Sebastien...— jadeo sintiendo como sus manos van subiendo por debajo de mi camisa— ¿Qué quieres exactamente? —susurro nerviosa y él besa mi cuello.

—A ti, desnuda, en mi cama mientras te tomo— mordió el lóbulo de mi oreja—. Aunque no sé, puede ser mientras me la chupas también, cualquier escenario es factible mientras estés desnuda.

Me estremezco con sus palabras y cada vello de mi cuerpo se eriza, desnuda, yo, con él, juntos en una misma habitación es, es difícil.

No me siento capaz de dar ese paso, pero si él quiere, debo obedecer, al fin y al cabo era mi dueño.

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