11. Ya no queda más

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Ya nada nos unía, sin embargo, todavía quedaba esa semilla de esperanza de que recapacitara...

Sebastien Aubriot

—Agatha llegó hoy— me comenta Emmanuele— ¿Qué harás al verla?

—Joder, no lo sé, Man— enrollo el billete y aspiro la línea blanca de cocaina.

—El grupo se reúne, este fin de semana, en la casa del campo— dice limpiándose la nariz.

—No sé que mierda más quiere de mí— digo molesto—. Mierda me quito mi dinero, mis propiedades, quería quitarme a mi hija, ¿que maldicion necesita? Gabi ya no está, no tengo nada que hablar ni discutir con ella.

—Es tu ex mujer, Sebastien, tal vez aún te ama— me comenta—. Era la mama de tu hija tal vez quiere saber de ti. Además, es parte del grupo Sebastien. Dicen que ahora tiene un sumiso— ríe él y yo me carcajeo. ¿Un sumiso? ¿A qué quiere jugar?

Ella fue mi sumisa, quedó embarazada y sus padres al enterarse me pusieron contra la espada y la pared. Era casarnos o no vería a mi hija nunca.

Cuando su papá -que fue el que nos hizo casarnos- murió yo de una sola vez le pedí el divorcio. Luche por la custodia de mi hija y listo.

— Eso si será divertido de ver y mucho— sonrio— ¿sabes si mi trío de locas ira?

Mi trío de locas es Danielle, Michelle y Alahy.

—Si, oye no sabía que Danielle y Alahy compartían la cama— me reprocha.

—Eso es cuento viejo, hace años que se cogen entre sí. Marciel se cogia a veces a Michelle. Lorian se tiro a Alahy un par de veces— le recuerdo.

—Y tú volviste tu perra a la rusa varias veces— mi prima rusa, joder, como no recordarla.

—Esa lengua que tiene esa pelirroja es mortal— me río—. Me gustaba su coño, aunque era muy fácil.

Emmanuel se ríe.

—¿Me lo dices a mi? ¿Se te olvido los tríos que hacíamos en Roma? —sonrio.

—Tiempos memorables, hermano mío.

Ese de ahí, es mi mejor amigo. De toda la vida, el que decidió perder la virginidad domingo hace diez años con aquellas prostitutas, el que fue padrino de mi hija, el que se copiaba de mí en los exámenes del colegio, el que vivió conmigo un año entero hasta que me repuse de la muerte de Gabrielle.

Éramos inseparables, lo amo tanto como amo a mis hermanos, demasiado diría yo.

—¿Quién es tu muñeca?

Sonrio.

—A ella estoy evitando— confieso—. Ella es... Es la mujer de mi vida.— susurro con una sonrisa— Es inteligente, divertida, bonita, rebelde. Tiene todo y más de lo que quería.

—Es lo que buscabas ¿no? Una mujer que no fuera sumisa, por todo lo que dicen las malas lenguas dicen que es una rebelde sin causa.

Asiento.

—Impulsiva, sarcástica, irónica. En el poco tiempo que lleva conmigo le he castigado dos veces, es mucho, pero me prende demasiado. Me encanta esa mujer.

—¿Te quiere?— arrugo la cara.

—Le atraigo, la excito, más no sé si me quiere, pero aquí entre nos, creo que me estoy enamorando de esa niña.

—Eso es bueno, necesitas algo más que esto, Bas. Algo porque vivir, tú quieres una familia y una esposa.

Asiento. Quiero una buena vida, quiero eso que se ve en las películas. Quiero ser feliz aunque no lo diga .

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