2. La curiosidad mató al gato

12K 564 55
                                    

El: «Nos tienen cacería», el cambio de autos, la gigante casa, los lujos, el polvo blanco, las pistolas, el avión privado.

—Son unos criminales— susurro para mí misma.

Claro como no, tanto dinero, era lógico, algo tenían que ser esta cuerda de locos. Maldigo el momento en el que más curiosa.

Aparte la mirada y tomé mis audífonos, coloque la música a todo volumen. Olvidándome un rato de mis preocupaciones.

«Narcotráfico, robos, criminales» esas palabras resuenan en mi cabeza una y otra vez sin parar, mis manos se sienten sudorosas, como puedo me paro de mi asiento, tomó la mano de Amber y me mira preocupada.

Me arrastra hasta el baño, vomito todo sin parar allí, sentía mi cabeza darme vueltas. Le pido a Amber que salga y apoyo mi cabeza en una de las pequeñas paredes del cubículo.

Se siente en el suelo y las lágrimas salieron sin control. No quiero esto, pero es mi destino, mi sien palpita, quiero huir, quiero gritar.

No sé cuánto tiempo llevo aquí, solo sé que el silencio se a vuelto un buen aliado. Organizo mi mente, no son tan malos, no todo es tan jodido.

Tomo la aspirina que me dejo Amber junto con el agua. Lavo mis rostro y salgo de allí votando hasta a las chicas.

No pasó mucho tiempo para que llegáramos a Francia, cada uno se fue por su lado, subimos a otro auto y Sebastien espero a que sus hermanos partiesen para mirarme.

—No afectará tu estilo de vida, Alice. Relájate— me dijo con una mueca de igualdad.

—Pudiste haberme comentado eso, tal vez no me hubiese sorprendido tanto.

—No te debo explicaciones de mi vida, recuerda eso— asentí rodando los ojos—. Vuelve a hacerlo James y veras— lo volví a hacer y partimos sin más.

Llegamos a una casa, era grande, elegante, se parecía a él a simple vista. Bajamos y me tomo de la mano. Entramos a un cuarto y me acorraló contra la pared.

—Sácate el pantalón— negué—. Sácate el pantalón, Alice— volví a negar y con una de sus manos inmovilizó mis brazos y con la otra arrastró el pantalón hasta mis rodillas.

Me volteo bruscamente, y bajo mi ropa interior.

—¿Qué te pasa?— reclame— Suéltame.

Un golpe en una de mis nalgas me hizo callar, mordió el lóbulo de mi oreja y otro golpe.

—A mí no se me voltean los ojos James— me susurró al oído, otro golpe—. Repite conmigo. No— un golpe y comencé a repetir—. Voy— golpe—. A— beso mi cuello seguido del golpe y mi repetición— Rodar— otro más—. Los— chille por el golpe y repetí—. Ojos— el último y un jadeo adolorido salió de mis labios.

«Definitivamente no lo volveré a hacer» pienso adolorida. Da un beso en cada una y las acaricia, no entiendo su repentino cambio. Subió mis bragas y el pantalón.

Me sonrió y acarició mi mejilla suspirando.

—No lo volveré a hacer— susurre y él asintió.

—Muy bien, así me gusta muñeca.

Me ayudo con mi maleta y subimos hasta la que sería mi habitación, que según era su a habitación también.

Acomodamos mi ropa en el gran armario y hablamos tranquilamente.

—¿Por qué los golpes?— pregunto.

—Me gusta la rebeldía, pero odio que me rueden los ojos — me confesó y yo lo miré con una ceja arqueada.

—¿Qué te gusta?— le pregunte y él me miró con profundidad.

MineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora