Capítulo 3

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Sakura casi se cae de espalda. Si ayer había creído que Sasuke era atractivo era por que todavía no había visto el espécimen que tenía delante. Era un Adonis. ¡No! Eso quedaba corto. Su rostro era malditamente atractivo. Mandíbula cuadrada y fuerte. Nariz fina. Y sus ojos... azul zafiro, profundos e intimidantes. Sólo una vez había visto ese tono tan condenadamente azul. En el pequeño Naruto.

El sacó una mano y le hizo señas para que se acercara. Cuando llegó al escritorio, su cuerpo le temblaba como gelatina. De cerca era mucho más alto. Ella no era bajita con su metro setenta y cinco pero... ¡Santa mierda! ¿Cuánto medía este hombre? ¿Tres metros?

-¿Cómo te llamas?- volvió a preguntar.
-Sa-Sakura -tartamudeo. Maldijo su nerviosismo y le ofreció la mano- ¿y tu?

El tomó una respiración profunda que hizo a su enorme pecho expandirse todavía más.

-Naruto. Mi nombre es Naruto -y estrechó su mano.

Al instante en que sus manos se tocaron sintió una corriente eléctrica que le viajó por el brazo y se acumuló en su espalda recorriendo su espina dorsal. Inmediatamente después, un pinchazo de deja vu. "Extraño" pensó el. Levantó la vista de sus manos a sus ojos. Se veía tan aturdida como el. Apartó la mano torpemente. La tímida mirada de ella le confirmó que también lo había sentido pero lo dejó pasar.

-Así que -comenzó el- tu eres mi nuevo terapeuta.
-¿Nuevo?
-¿Que? ¿Creiste que eras la primera persona que han traído aquí? -la miró- Si. Lo hiciste. Pues no te creas la gran cosa. -Le gruñó- Estas aquí porque se han quedado sin mejores opciones. Siempre llegan ustedes con sus pláticas estúpidas de superación personal. Vienen aquí aplicando las ridículas teorías que aprendieron en la Universidad. Pero ¿Que saben del dolor?, ¿Que saben de la pérdida? Dime, ¿Te crees diferente a todos ellos?
-No me creo -replicó Sakura- ¡Soy diferente!
-Ah ¿si? -se acercó amenazante a ella. Habló entre dientes.- Dime en que.

Al principio creyó que la había intimidado. Y cómo no. Con el tono feroz de su voz. Pero aquellos orbes esmeralda lo observaron furicos.

-Por que yo se del dolor. Yo se de la pérdida. Se que se siente que te apuñalen por la espalda -sus ojos se llenaron de lágrimas.

"Oh no. Joder. No". No iba a llorar delante de el. ¿O si?

-Yo se lo que se siente que la persona que más amas te traicione.

Escuchó aplausos. Era el.

-Fantástico. Casi me convenciste. En serio. ¿No has pensado en ser actriz? -Sakura cruzó los brazos- Te voy a confesar un secreto: ¡Pierden su tiempo! Tu y ellos.

¡Maldita sea! ¿Por qué no se largaba ya? Por que quería irse. No lo entendía. Ya se había dado cuenta de que no le temía. Le había hasta gustado que le contestara con esa agresividad. Pero estaba tan ansiosa por salir de aquel cuarto como el.

-El único que pierde el tiempo aquí eres tu. Porque ni tu horrible temperamento ni tu mal carácter me hará correr. Voy a ser tu sombra. Te lo aseguro.
-Inténtalo -la retó.
-Lo haré -tomó sus cosas y salió del despacho.

Caminó unos cuantos pasos por el pasillo y luego corrió a su habitación. No. No. No. Maldita fuera. No podía ser el. No podía. ¡El dibujo! Rebusco entre sus cosas largo rato. Cuando por fin dio con el, las manos le temblaban. Pareció haber transcurrido una eternidad para reunir el valor suficiente. ¡Venga Sakura, hazlo! Se animó. Miró el dibujo.

La vió salir de la habitación como alma que lleva el diablo y se enfureció aún más. ¿Que carajo le pasaba? Ella había sido amable y educada -al menos al principio- y eso lo había irritado. ¿Estaba ahí por que le tenía lástima? Ya le enseñaría el a tener lástima. Entró con un portazo a su dormitorio y caminó alrededor como león enjaulado. Todavía no entendía que era lo que le molestó tanto de ella. ¿Su carácter? ¿Sus ojos tan malditamente verdes? Entonces lo recordó. De ese mismo color eran los de la chica sin rostro con la que solía fantasear. Exactamente el mismo tono. Ese pensamiento atrajo irremediablemente el de su boda.
Hinata.
Aquel lugar habría sido su casa. Aquella habitación la compartirían luego de casarse. Hubiera ideado algo para convencerla de vivir ahí. A Hinata no le gustaba mucho el campo. Aunque no estaba fuera de la ciudad, su mansión pareciera que estuviera en un mundo aparte. Pero ¿Que era lo que había sentido con aquella pelirrosa? Se le hacía conocida de alguna parte. Pero de donde.

Terapeuta. ¡Que diablos! El no necesitaba ninguna terapia. Sólo que lo dejaran en paz.  Y hablando de eso... Sasuke acababa de entrar.

-Naruto tenemos que hablar.
-¿Que quieres? -respondió el de mala gana.
-¿Me puedes explicar que fue lo que le hiciste?
-¿A quien?
-A Sakura -dijo irritado Sasuke.
-¿Por que?
-No se... quizá por que salió corriendo de tu despacho.

Naruto resopló.

-Yo no le hice nada. Sólo le dije la verdad. Que está perdiendo el tiempo.
-Sólo queremos ayudarte.
-No necesito nada de ustedes -escupió furioso- sólo quiero que se larguen y me dejen en paz -le dio la espalda.

Sasuke se pasó una mano por la cara con gesto cansado. Unos minutos después, Naruto escuchó la puerta abrir y cerrarse tras el. Sasuke se había ido. Observó a través de las puertas de su balcón a la luna. Estaba en cuarto creciente. Quería tanto salir al balcón pero la puerta estaba sellada. Hinata. A ella le encantaba la luna. Ahora verla le dolía. Le recordaba que jamás volvería a verla, sentirla, escuchar su voz. Pero también lo hacían sentirse más cerca de ella. Suspiró. Posó su frente en el cristal. Y lloró. ¿Por qué Hinata le había hecho eso? ¿Por qué lo había dejado sólo?

Esa noche soñó con ella. Que estaba ahí con el. Estaba sonriendo. Le tendió la mano para que se acercara a ella. Lo esperaba... Quería ir con ella. Corrió pesadamente para alcanzarla. Ella no parecía moverse de su lugar pero el no llegaba. "Vamos Naruto-kun ". La escuchó decir. "Estoy aquí Naruto-kun".
Naruto corría lo más rápido que le permitían sus piernas. Pareciera que le pesaban una tonelada. "Te estoy esperando mi amor". "Ya voy Hinata". De pronto la luz se hizo más brillante. Cuando ésta desapareció ya estaba en otro lugar. Miró aquel sitio. Era una casa. Reconocía algunas cosas pero otras no. "Hinata". Gritó. "Estoy aquí... estoy aqui". Siguió el eco de su voz hacia afuera. A un patio. "Aquí estoy Naruto-kun... aquí estoy Naruto...". La voz de ella se combinó con otra más aguda. "Aquí estoy Naruto". Luego una alegre risa. Era la risa de Hinata. Una aguda risa sonó al mismo tiempo. La voz de Hinata fue apagandose poco a poco. Y sólo quedó aquella. La aguda risa de una niña. "¿Hinata?" Dijo el. "¿Se te olvidó mi nombre Naruto?" Respondió. "¿Quien eres?" Preguntó el. "Soy yo tarado". ¿Yo? ¿Que clase de respuesta era esa? "Vamos Naruto" habló otra vez. "Estoy aquí. ¿Que esperas? Ven por mi". A el le pareció ver un destello rosa y lo siguió. "Estoy aquí... atrapame" rió la voz de la niña. "¿Donde estás?..." "Aquí estoy..." vió el portal de una casa. ¿De que se le hacía conocido?. Luego la vió. Una niña que le daba la espalda. Jugaba a balancearse sobre sus talones y tarareaba una canción. Sus pequeñas manos cruzadas por su espalda. Iba a acercarse cuando se abrió la puerta. "Por fin". Dijo ella molesta. No podía ver con quien hablaba. "Perdona, no quería hacerte esperar pero sabes como es mama". Respondió un niño. "Si, lo se... bueno, ¿Listo?" "Yo siempre estoy listo datte..."

El sonido de unos fuertes golpes en su puerta lo despertaron.

Promise meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora