La urgencia en la voz de Sebastian, estremeció a Anna hasta lo mas profundo de su ser. La manera en que él dijo "tengo que tenerte", le provocó un hormigueo desde su vientre a su coño.
Si sólo él la quisiera a ella y no solamente sexo.Pero no iba a pensar en más allá de esta noche.
En tiempo record Sebastian sacó su teléfono celular y llamó al chofer para que trajera la limo y lo siguiente que ella supo fue que ellos estaban saliendo del club nocturno hacia donde la limo esperaba. El conductor ya estaba junto a la puerta del pasajero esperando para permitirles entrar en el lujoso vehículo. Cuando ella se deslizo dentro del lujoso interior, Sebastian se detuvo un momento para darle instrucciones al conductor, pero demasiado bajo para que Anna lo pudiera oír.
El pulso de Anna se elevó y su corazón martilló cuando Sebastian se deslizó dentro de la limo y el chofer cerró la puerta tras de ellos. En el minuto en que estuvieron solos, él le tomó cara entre sus manos y la besó con tanta urgencia y necesidad que casi la dejó sin aliento. Señor, ese hombre sabía besar. Él mordió su labio inferior, haciendo que su boca se abriera completamente para él y luego le metió la lengua profundamente.
Cuando finalmente él rompió el beso, ambos estaban respirando con dificultad y ella fue apenas consiente de la limo moviéndose a través del tráfico de Los Ángeles y del brillo de las luces que pasaban.
- Maldición, me vuelves loco mujer, -él dijo en una voz ronca de pasión.
¿Ella lo enloquecía?
- ¿No crees que ya has conseguido suficiente compensación Sebastian? –Dijo ella, medio provocando y medio en serio.- Tú has estado enloqueciéndome toda la noche.
- Hmmm... -Él le dio una mirada pensativa- Creo que tienes un castigo o dos pendientes.
A escuchar la palabra castigo, un temblor corrió a través de Anna Su trasero todavía hormigueaba por el castigo previo, su coño palpitaba por el orgasmo en la pista de baile y sus pezones dolían por la cadena de diamantes.
¿Cuánto más podría soportar?
Él alcanzo un compartimento escondido y saco un mango de cuero negro con largas tiras de gamuza adheridas a el.
- Eh...,¿qué es eso?
Él lo tomó y gentilmente le acarició la mejilla con la suave gamuza.
- Esto, cariño, es un látigo
Los ojos de Anna se abrieron aun más pero no pudo hablar porque ahora él estaba pasando el látigo sobre sus pechos en una suave y sensual caricia. Con la otra mano él le tiró hacia abajo el frente de su vestido y el sostén, liberando completamente sus hermosos pechos. La cadena de diamantes brillaba bajo la suave iluminación de la limo y sus pezones estaban encarnados y dolorosamente duros.
- Quítate el vestido y el sostén. –él deslizó el látigo hacia abajo donde el satinado vestido estaba ahora amontonado.- Déjate las ligas y los tacones.
Las palabras y el acto lo hacían parecen, de repente, prohibido y excitante, como si él aun fuera su jefe, y tomándola de la manera que ella siempre había soñado. ¿Cuántas veces ella había fantaseado con un momento como este? Cientos de veces, al menos.
Pero esto era por lejos, mejor que la fantasía. Y por lejos mejor que estar sola con su vibrador.
Las luces de la ciudad brillaban en el exterior de la oscurecida ventana mientras pasaban suavemente a través de las calles. Sebastian presionó un botón de un panel y una suave y seductora melodía llenó la parte trasera de la limo.
Mientras ella se desvestía, no pudo evitar pensar acerca del chofer y el hecho que él debería saber lo que estaba sucediendo atrás, muy parecido como al encargado de los baños de hombres. De alguna manera ese conocimiento la hacía sentir mucho mas traviesa. La entusiasmaba, de hecho.
Sebastian observaba mientras Anna se meneaba fuera del vestido, su p*ne estaba duro y dolorida. Los pechos de ella oscilaban mientras trabajaba el satín sobre sus caderas. Anna dejó el vestido deslizarse hasta el piso de la limo y él casi gruñó en voz alta por la visión de su coño en las ligas azules que él le había escogido.
Antes de que perdiera el control y la tomara en ese preciso instante, Sebastian la agarró por la cintura. Ella dejó salir un pequeño grito cuando él la puso sobre sus muslos con el trasero hacia arriba y su mitad posterior colgando boca abajo.
ESTÁS LEYENDO
Failed Sweet - Adaptada
FanfictionLa señorita Anna Smith ha vivido tres años enamorada de su jefe el señor Stan quien nunca ha mostrado más que la caballerosidad que demanda una buena relación de trabajo. Sin Embargo, cuando Sebastian vende finalmente la compañía ella siente que es...