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Hundí mi rostro en la almohada, no había podido dormir nuevamente debido a las palabras de JeongHan, ni siquiera debería estar pensando en aquello pero lo hacía y eso me ponía muy nervioso. Desde entonces no había aparecido en toda la semana pero su abuela estaba aquí todos los días, tratando que le diga que fue lo que su nieto confeso.

- Padre Hong – llamo el padre Min Ho a mi puerta – ¿sigue dormido? – dijo asomándose.

- Adelante – me incorpore sonriendo – buenos días Padre Min Ho – salude cortésmente.

- Me alegra que este despierto – sonrió – disculpe si lo molesto pero la señora Kwon vino para hacer la limpieza, me gustaría que la ayudemos.

- Está bien – asentí – saldré cuando esté listo.

- Muchas gracias – dijo antes de salir.

Suspire fuertemente y me dispuse a levantarme, ayudar un poco me distraería o al menos eso esperaba.


***


¿Quién diría que estaba tan descuidado? Pensé mientras limpiaba el sagrario, me habían dicho que la iglesia se limpiaba por completo los viernes antes de la misa de las 8AM; los días restantes nos encargaríamos en Padre Min Ho y yo, estaba de acuerdo con eso. Faltaba una hora y todo parecía estar más limpio, sonreí por el pensamiento de recibir a todos en un lugar más pulcro que antes.

- Padre Hong – escuche a la señora Kwon – ¿Necesita ayuda?

- Tranquila – sonreí – pronto terminare, puede volver a casa.

- Volveré para la misa – tomo mi mano – la bendición padre.

- Dios la bendiga – hice la señal de la cruz – entonces espero verla en la misa.

- Hasta luego Padre – dijo antes de salir.

Me dirigí hasta la primera banca y tome asiento, pocos lugares podían dar tanta paz como lo daba la iglesia. La luz del sol se filtraba por las ventanas dando un hermoso espectáculo de colores sobre el altar.

- ¿Está el padre Min Ho? – di un respingo, se suponía que la iglesia aún no estaba abierta.

- ¡Dios mío! – me lleve la mano al pecho tratando de calmar a mi corazón que latía desenfrenado por el susto.

- Lamento haberte asustado – soltó una carcajada que resonó en la iglesia.

- Está bien – suspire y me levante – buenos días JeongHan.

- Buenos días Jisoo – contesto con una sonrisa, me había llamado por mi nombre; trate de calmarme y no salir de mis casillas.

- Te recuerdo que merezco respeto – lo mire.

- ¿En qué momento te he faltado al respeto Jisoo? – ensancho aún más esa sonrisa que trate de ignorar pero me era imposible.

- ¿Me llamaras por mi nombre? – pregunte, de inmediato asintió.

- Creo que ya lo dije –se encogió de hombros – para mí no eres un sacerdote para mi eres solo un joven – me miro de pies a cabeza – uno muy apuesto por cierto.

- JeongHan por favor estamos en la casa de Dios – reclame – soy un sacerdote aunque no quieras aceptarlo.

- La cosa es si tu realmente estas convencido de querer serlo – ladeo una sonrisa.

Mi pecado [JIHAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora