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Mire mi reloj eran apenas las ocho de la noche cuando llegue a la iglesia, la puerta aún estaba abierta así que pase de inmediato. No había nadie allí adentro, tome asiento entre las bancas del medio, mire a Jisoo salir de la pequeña oficina para dirigirse hasta la puerta y cerrarla con llave. Tenía la cabeza gacha me limite a mirarlo unos segundos antes de saludarlo o más bien, asustarlo.

- Buenas noches – dije levantándome rápidamente.

- ¡Demonios! – exclamo llevándose una mano al pecho tal como la primera vez que lo había asustado.

- No creo que debas usar ese vocabulario – reí pero el dolor en mi mejilla me hizo detenerme.

- JeongHan – dijo caminando hasta mí – ¿Qué haces aquí?

- Vine a agradecerte – me encogí de hombros – supe que hablaste con mi madre así que...

- ¿Qué te paso? – me interrumpió tomando mi rostro entre sus manos – ¡Dios mío! ¿Estás bien?

- Solo es un golpe – tome sus manos – no pasa nada.

- ¿Te pusiste algo? – siguió preguntando.

- Mi madre me puso una pomada – me encogí de hombros.

- Necesitas ponerte un poco de hielo...–

- Gracias – sonreí.

- No tienes que agradecer JeongHan – negó suavemente mientras volvía a tocar mi mejilla.

- Debo hacerlo – me acurruque contra su mano – mírate ahora mismo, estas muy preocupado y solo es un golpe.

- ¿Quién lo hizo? – cuestiono.

- Mi padre – me miro confuso – le grite que tenía un hijo maricón.

- Oh JeongHan – sonrió un poco – vamos a ponerte un poco de hielo, está empezando a hincharse.

Apago las velas que estaban sobre el altar y salimos de la iglesia para ir hasta la casa cural, Jisoo puso un poco de hielo en una bolsita y me la extendió.

- Gracias – sonreí poniéndola sobre mi mejilla, di un respingo al sentir el frío chocar con mi piel.

- Ya te dije que no debes agradecer – sonrió – podías venir mañana, no entiendo que haces aquí a estas horas.

- Quería estar contigo – solté mirándolo – a esta hora nadie viene a la iglesia así que podemos estar solos.


***


Su mirada me quemaba, agradecía a Dios tener la sotana puesta y que aquel gran problema que tenía desde hace días atrás no se notara. Mire su mejilla magullada, cómo aquel hombre se había atrevido a marcar la hermosa piel de JeongHan de esa manera. Suspire tratando de calmarme, yo no debía pensar así.

- Deberías volver a casa – insistí, se veía vulnerable; quería abrazarlo contra mí y no soltarlo pero estaba tan mal que me asustaba.

- No quiero – hizo un puchero y note que su labio también estaba lastimado pues un pequeño hilo de sangre seca se hallaba allí.

- JeongHan no seas necio – tome su mano – ve a casa, podrás venir mañana ¿De acuerdo?

- Muéstrame el lugar – sonrío poniéndose de pie, aún tenía la bolsita de hielo pegada a su mejilla – quiero conocer tu habitación – me miro y salió de la cocina, no tuve más remedio que seguirlo.

Mi pecado [JIHAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora