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Advertencia:
cambio de narración. Espero no les moleste.


***


Miro a todos los feligreses mientras poco a poco iban llenando la iglesia, suspiro bajando la mirada al no encontrarlo nuevamente, habían pasado cerca de dos semanas en las que no veía a JeongHan, incluso había dejado de ir al catecismo entregándole todo el trabajo a su abuela quien apenas y pasaba palabra con el joven sacerdote pues siempre prefería al padre MinHo. Los niños iban sentándose en las primeras bancas de la iglesia por orden de la abuela de JeongHan.

- ¿Sigues enfermo? – pregunto un preocupado MinHo acercándose al menor.

- Ya va pasando – mintió, no podía decir que su falta de apetito e incluso sus pocas ganas de asistir a la iglesia se debían a un pequeño muchacho al que no veía desde que literalmente echo de su oficina.

- Puedes volver a casa cuando desees – dijo apacible el mayor retirándose de su lado para pasar al altar y empezar la ceremonia.

¿Era ese su castigo? Por supuesto que lo era, miro al padre MinHo y se disculpó con la mirada antes de salir del lugar, no podía volver a la casa cural. Aun le pesaba tener que dormir ahí, en aquella habitación que fue testigo de sus encuentros con JeongHan. Cerro los ojos fuertemente y divago un momento por sus recuerdos, las uñas del menor clavándose en su espalda mientras gemía su nombre. Rió por lo bajo ¿en qué se había convertido? Cuando decidió seguir es sacerdocio como sus padres le habían mencionado no se negó porque sentía que ese si podía ser su lugar y ahora se hallaba tan ajeno a ello.

- ¿No entrara a misa? – susurro una voz femenina a sus espaldas, se giró para ver de quien se trataba. La madre de JeongHan le regalaba una sonrisa cálida.

- Me siento un poco enfermo – trato de sonreír.

- Entonces debería descansar – dijo la mujer con una sonrisa – mi pequeño también está enfermo así que no ha podido venir...

- JeongHan está enfermo – la interrumpió – ¿Qué tiene?

- Oh no se preocupe – susurro – es apenas un resfriado pero ya va pasando hace dos semanas que venía sintiéndose muy mal – la mujer suspiro – creo que ya empezó – sonrió refiriéndose a la misa – entrare, con su permiso Padre.

- Disculpe – dijo el sacerdote llamando la atención de la mujer – ¿Dónde está JeongHan en este momento? – pregunto.

- Está en casa – contesto la mujer sin sospechar nada – su padre está trabajando así que mi pequeño esta solo – dijo mirando de vuelta a la iglesia – pero hace mucho que no venía así que...

- Perdone – se disculpó – apenas está empezando, entre pronto.

- Gracias Padre – dijo la mujer entrando por fin al templo.

Jisoo miro el camino que lo llevaba hasta JeongHan....¿Debía ir? ¿Tenía el derecho de ver a JeongHan? Aquel pequeño ángel se hallaba enfermo desde hace semanas y ahora mismo estaba solo en casa....¿Qué pasaría si decidía ir?


***


Un ruido lo despertó, quiso hundir su rostro en la almohada pero nuevamente el timbre de su casa se hizo presente. Toco su frente, aun tenía un poco de fiebre. Con la poca fuerza que le quedaba se puso de pie para atender a quien sea que tocara la puerta. No tuvo que investigar mucho para darse cuenta que estaba solo. "Seguro fueron a misa" pensó mientras se encaminaba a paso lento hasta la puerta.

Mi pecado [JIHAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora