¿Por qué no puedo ser feliz?

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¡Hola pequeñas lectoras! Sólo deciros que este capítulo puede haceros llorar, es narrado por TROY y nuestra fuente de inspiración fue la canción "I see fire" de Ed Sheeran. Un abrazo para todas para las sheerios, entre ellas, Jelen. Besitos con sabor a Lacasito.

Me quedo en el pasillo mirando a la puerta como un idiota. Sonrío. Esa chica está para hacerle de todo. No podía haber entrado en un mejor momento. Me muerdo el labio ahogando una risa que se avecinaba por salir: tiene un cuerpo bien delineado, su piel es lisa y paliducha. Un buen pecho, ni mucho ni poco y una cintura algo estrecha pero que encaja perfectamente con su figura.

Una y otra vez se repite en mi mente el suceso que acababa de pasar: Ella intentando taparse, y de un momento a otro, empujándome al pasillo, dejándome ver a la vez, su figura que estaba algo cubierta por su melena castaña.

Menos mal que Z no estaba delante... se podría haber pensado otra cosa, porque Z es de muy mal pensar y suponer sin saber. Podría haberme dejado estéril. Pero gracias a Dios, Z está abajo mientras prepara unos bocadillos.

Últimamente está raro, noto algo entre nosotros que no va bien. Estoy hablando como si él fuera mi pareja, lo sé pero es como mi hermano, y me preocupo por él más de lo que todos piensan.

Siempre he tenido una reputación de pasota, hacer lo que me da la gana cuando quiero y donde quiero. Como un niño rebelde, pero no del todo, porque también atiendo a los estudios, poco, pero lo hago.

En la escuela solía ser un niño de bien: notas altas, trabajos con buena nota...Hasta que todo cambió, y con ello, yo. A veces lo pienso y me asombro a mí mismo de lo rápido que pasa el tiempo y de cómo han ido evolucionando las cosas...aunque no sé si para bien o mal.

* * * * *

Cuando llego a casa, escucho sollozos provenientes de la cocina. Corro rápidamente hacia allí para encontrarme la maldita escena de siempre. Mi padre vuelve a estar borracho, y está pegando a mi madre de nuevo.

-¡OTRA VEZ NO, JODER! -grito enfurecido, intentando separarlos.

Aunque sé que mi madre no me quiere, no pienso dejar que acaben con ella. Ya van muchas las palizas que aguanta sin poder defenderse, y ya van muchas veces en las que mi padre expresa su ira con ella.

Con todas mis fuerzas, empujo a mi padre y intento que entre en razón. Mi puño choca con su mejilla, dejándolo algo aturdido. Pero él no se queda corto, y también me golpea en la mejilla. Lo sujeto por los hombros, y después de unos minutos, en los que solo se escucha a mi madre llorar, se tranquiliza. Acaba dormido en el suelo, apoyado en la pared. Acompaño a mi madre a su cuarto, tiene la cabeza bajada y gimotea por el dolor de los cardenales y magulladuras. Mi madre se sienta en su cama y se cubre el rostro. Como siempre.

-Mamá, tenemos que parar esto. Huye de casa.

Ella no dice nada, solo niega. Otra vez, no entiendo por qué no quiere marcharse. El amor entre mis padres murió hace años, y sin embargo ella quiere seguir con él, supongo que por miedo.

Me dirijo a mi cuarto, sin obtener palabra. Noto aún el puño de mi padre golpear mi mejilla, siento un escozor, pero ningún dolor, porque este se transforma en impotencia.

Mi padre lleva unos años así, y no sé por qué. Creo que empieza a perder la cordura. Estos problemas familiares son la razón de mi actitud de pasota, supongo.

En esos momentos, recuerdo la primera vez que pasó esto, se podría decir que yo aún era un niño bueno.

<Papá llegó tarde a casa, y desde la puerta se podía oler su fuerte olor a alcohol. Se dirigió a mi madre sin ningún motivo y le pegó tal bofetada, que casi se queda conmocionada en el suelo. Yo estoy petrificado y los gritos de mi padre se me clavan como puñales. “Maldita zorra” era lo único que murmuraba mientras le daba patadas. Yo en acto de “valentía” me abalancé sobre él para defender a mi madre.>

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