Un torbellino de emociones.

280 21 6
                                    

Al llegar a casa, dejo la bicicleta en el garaje. Mi tío no está, aún sigue trabajando en la oficina, pero mi tía sí y por lo que veo, está enfadada.

-Bella, ¿qué horas son éstas para llegar a casa? -me riñe.

-Solamente estaba dando un paseo en bici, pero se me ha hecho tarde. -digo avergonzada y agacho la cabeza. -Lo siento, no volverá a pasar.

Veo como mi querida tía me mira con esa mirada maternal.

-Oh, Bella. Estaba muy preocupada por ti. -me dice, envolviéndome en un cálido abrazo.- Tranquila, puedes salir y despejarte siempre que quieras, solo dímelo.

-Gracias tía. -sonrío y me dirijo a mi cuarto.

Después de media hora, ya me he duchado y me he puesto el pijama. Bajo a la cocina por un trozo de pizza y río al ver como mi tía se ha quedado dormida en el sofá. Me acerco en silencio y la arropo con una manta. Subo a mi habitación de nuevo. Zack tampoco está en casa. Últimamente está casi todo el tiempo con Tess. Me alegro por ellos, hacen una buena pareja.

Ya en la cama, pienso en aquellos ojos grises y en el parecido que tienen con los de Troy, aunque son distintos: los de Dawson transmitían lujuria y deseo, luego engaño y traición, mientras que los de Aaron transmiten una serenidad y una paz inigualables.

Y así, con el pensamiento de aquella asombrosa mirada, me quedo dormida.

**

Me despierto como cada mañana y en seguida estoy en el instituto, he llegado con la bici. Hoy, llego antes allí y apenas hay gente en el edificio. Pero, cuando me dispongo a entrar en la clase que me toca a primera hora, mi móvil vibra y el nombre de Troy aparece en la pantalla. Es un mensaje, un mensaje de Dawson. ¿Qué querrá? No sé si debería abrirlo, pero la curiosidad puede conmigo.

“Necesito hablar contigo, ahora. Te espero en las gradas, en el campo de fútbol. No tardes.”

Dudo un instante en aceptar ir hacia allí, pero supongo que quiere disculparse. Así que no lo pienso más y me encamino hacia el campo de fútbol. Pero por el camino, me asaltan las dudas, me sudan las manos y mis dedos empiezan a temblar. Joder, ¿por qué estoy tan nerviosa? No debo darle tanta importancia a todo esto, solamente debo hablar con Troy. Que mierda, solo debo escuchar lo que tenga que decirme y luego me iré. Total, para lo que le importo... Inconscientemente, me paro antes de entrar a las gradas unos segundos, intentando buscar la última decisión en mi, aunque ya la haya tomado, aunque no haya vuelta atrás. Así que entro, entro en las mismas gradas donde tiempo atrás se acercó a mi, aquel tiempo en el cual las cosas entre nosotros estaban bien, si se podría decir así.

Lo veo apoyado en un muro, en una de las barras que sujetan la última fila de las gradas que se mantienen en alto. Tiene la mirada perdida, con un cigarrillo entre sus delgados dedos. Apenas nos separan unos metros. ¿En qué demonios pensará? ¿Acaso no tiene ya preparado lo que tiene que decirme? Maldita sea, odio mi nerviosismo en este momento. No sé porque estoy tan nerviosa, cuando era él quien debería de estarlo después de decirme todas esas cosas en la fiesta. Carraspeo para que note mi presencia y, entonces, Troy levanta la mirada y veo como sus ojos brillan.

-¿Y bien? -digo yo, mostrándome fría y cortante, sin dar muestra de ninguna emoción o sentimiento.

-Bella, yo...

-No. Ve al grano, tengo algo de prisa. -miento con el mismo tono que usé antes. Suspira.

-Mira, he estado pensando mucho en esto. En ti, en mi, en nosotros. -olvido respirar y me centro en sus palabras, en sus labios, joder. No puedo dejarme vencer tan fácilmente. Tienes que ser dura, Bella. -Al principio pensaba que solo era cuestión de divertirme, de joderte y de ver como no hacías nada ante eso, o como no caías ante mí como todas las demás lo hacen. Y eso para mí supuso un reto, debo reconocerlo, nunca antes me había pasado. -me dedica una sonrisa amarga. -Y llegas tú, tan inocente, y le das un vuelco a mi vida por completo, rompes todos mis esquemas. Mierda, mi plan no era enamorarme, pero me sonreíste y lo arruinaste. Y joder, me sorprendo a mi mismo pensando en esa sonrisa, y me siento como un tonto, porque nunca pensé que esto llegara a pasarme. Y siento todo lo de la fiesta, en verdad no pretendía decirte todo eso, pero estaba furioso. Furioso porque sé lo que ese estúpido de tu amigo siente por ti, y porque sé que yo siento lo mismo. La impotencia que siento cuando te veo con él no tiene límites. Y a veces, ese límite llega, pero ya es demasiado tarde para volver atrás. Pero joder, yo quiero volver atrás Bella. Atrás contigo, solo contigo. -hace una breve pausa. No me puedo creer que el mismo Troy que yo conocía esté diciéndome todo esto. - Estoy muy pillado por ti, dios, ya todo el mundo lo sabe. Tienes que darme otra oportunidad, por favor, otra oportunidad para demostrarte como verdaderamente soy. Sabes que me cuesta muchísimo admitir todo esto, pero por hoy, me trago mi orgullo, porque de verdad tenía que decírtelo, necesitaba que lo supieras.

Sin palabras. Estoy absolutamente sin palabras. ¿Cómo debo reaccionar ante esto? ¿Qué debo decir? ¿Qué debo hacer? No esperaba esta confesión, y menos de alguien como Troy. Mi cabeza está pensando en miles de cosas a la vez. Los muchos insultos y risas que he recibido de Troy, ¿también son parte de lo que realmente dice que es él? ¿Cómo debo tomarme esto? Quizá sea este discurso lo que siempre le dice a las tías para llevarlas a la cama, quizá espera que después de soltarme todo esto, le abra corriendo las piernas como una cualquiera. Pero no puedo sostener esta afirmación, se le veía tan sincero... La verdad es que Clarie también me lo ha dicho, me dijo que nunca vio a Troy así, tan pillado por alguien. Pero mis dudas asaltan de nuevo mi mente. Él mismo ha admitido que yo era un reto, simplemente por el hecho de que yo no era tan fácil como las demás chicas por las que se sentía atraído. Entonces, en cuánto vaya a sus brazos, ¿qué pasará? Dejaré de ser un reto para él y ya no tendrá la menor intención de seguir con esto. Cada vez que lo pienso creo que todo encaja, que lo que pienso es lo que realmente pasa. Y duele, la verdad duele. Y sé que duele porque en realidad, yo sí estoy enamorada de Troy. Ese es el mayor y fatal error que haya podido cometer. ¿Por qué un chico tan popular, atractivo y admirado como Troy se fijaría en alguien como yo? Cuando lo conocí, prácticamente se burlaba de cualquier cosa que hiciera, ¿cómo puede cambiar de parecer tan rápido? ¿Cómo puede pensar que me quiere? Joder, son demasiadas cosas. No puedo seguir. Necesito que todos los problemas de dispersen aunque sea solamente por unos minutos. Necesito dejar de pensar en todo esto. Y eso es algo que me resulta totalmente imposible teniendo a Troy delante, diciéndome con la mirada que hable, que diga algo. No soy capaz, sé que si intento hablar, serán lágrimas lo único que salga de mí, pero no de tristeza, sino de impotencia por ser tan insegura y por no poder sobrellevar todo este tema y los asuntos que accarrea. No puedo. Sencillamente, sobrepasa mis límites. Así que corro. Corro todo lo rápido que puedo, dejando atrás las gradas y los problemas, dejando atrás a Troy. Y siento que todo el peso de mis hombros desaparece, respiro profundamente, lleno mis pulmones y llegado este punto, sé que puedo pensar con claridad. Pero toda seguridad se esfuma en cuanto Troy me alcanza, me agarra por la muñeca suavemente y me gira.

Solamente nos separan nuestras respiraciones agitadas, y entonces, pierdo el poco control que había recuperado. Pega su frente a la mía, me agarra por la cadera y me sujeta por la nuca. Y yo, dejo de pensar en los problemas que tanto me confundían, dejo de escuchar a mi cabeza, y le hago caso al corazón. Y me besa. Me besa como nunca antes lo había hecho, con una dulzura y una delicadeza increíbles, me besa con amor. Y yo me derrito, porque siento exactamente lo mismo, y le correspondo, subiendo mis brazos hasta llegar a sus hombros y disfrutando de esto, disfrutando de lo que siento por Troy, olvidando los problemas que me preocupaban. De una vez entiendo que no necesito correr, no necesito nada que no sea este amor incondicional de Troy. Lo necesito a él. Y él me necesita a mí.

Nos separamos, con las respiraciones más agitadas incluso que antes, y nos miramos. No hace falta decir nada, solamente nos miramos. Y nuestra mirada lo dice todo.

Nos tumbamos en el césped, y disfrutamos de esa felicidad tan inmensa, que ahora los dos compartimos.

CariciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora