Semifininales.

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Sentimos la tardanza otra vez, pero esta vez hemos tardado menos, ¿verdad? Aquí tenéis otro capítulo, narrado por Troy. Muchos besitos con sabor a Lacasito.

El sonido de la ovación se escucha desde dónde estoy sentado, todos los chicos están ya en la salida, preparados para empezar el partido. Yo estoy aprovechando los últimos minutos para hacer mis típicos “rituales” que hago antes de salir al campo a machacarlos a todos.

Hoy es la semifinal de los partidos, Sprinfield es nuestro contrincante ahora, sólo puede quedar uno para combatir contra los finalistas. Tengo ganas de hacerles comer mierda.

-Dawson. Ven ya.- la voz profunda y exigente de mi entrenador me llama desde la puerta. Me levanto con agilidad y me pongo el casco protector, como todos, me voy con mis compañeros que parecen estar absortos en sus pensamientos, en sus tácticas y en cómo van a contraatacar con los del equipo contrario.

El entrenador nos da una palmada en la espalda a cada uno antes de gritarnos que subamos al campo y todos juntos nos vamos al centro del campo mientras en las gradas el público se desvive por ver el partido.

Es algo agobiante pero me gusta, es como si fueras el centro de atención, a todo el mundo le caes bien, eres popular... Aunque claro, luego está esa presión que tienen todos los jugadores: “si no ganáis no sois nadie.” Es duro de escuchar, pero a veces es cierto.

Ya en el campo, los chicos se reúnen en coro para recordar las estrategias, pero yo estoy en otro mundo. “¿Estará Bella aquí? Z, me había dicho que sí.. pero no la veo...” Mi semblante recorre cada línea de las gradas hasta que da con la cara de la chica a la que buscaba. Me está mirando también, parece algo... ¿avergonzada? Le sonrío un poco y de momento aparta su vista. Puto Bruno, la está entreteniendo, desde esa jodida actuación de teatro Bella está mucho más distante... Bruno la aparta de mí como si fuera la peste. A veces pienso que me encantaría estar a solas con ese gilipollas, y decirle unas cuantas cositas. ¿A quién engaño? Lo crujiría a palos, sí. ¿Quién coño se ha creído para apartar a Bella de mí?¿ Qué cojones le dirá ese tío para que la chica me evite tanto?

-Troyano, en tu posición, coño.- Z me agarra de la camiseta y me coloca a su lado.- ¿Quieres dejar de pensar en putas y centrarte en lo que es serio? Estos días te recuerdo que no has estado muy “centrado”.

-Perdona Z, sólo estaba buscando a alguien...

-Pues ya lo verás cuando acabe el partido, ahora, a patear culos.

Lo bueno de todo esto es, que cuando más cabreado estoy, más ganas de ganar me entran, en eso, Z y yo somos iguales.

-Venga chicos, ¡haced que coman hierba!- grita nuestro entrenador desde el banquillo. Nos colocamos, y siento ese subidón de adrenalina que recorre mis venas en cada partido, se me agita la respiración por un momento y el pitido del comienzo del partido suena.

**

Mierda, vamos empates y quedan poco para el final del partido, nuestro entrenador nos ha cambiado de táctica y estamos algo confusos, aunque yo creo que la ira es lo que me ciega ahora mismo.

Sólo nos hace falta un try más y ganaremos por tres puntos, tal y como dicen las normas.

-Va, chicos. ¿Qué coño somos? ¡Vamos a por todas, cojones!- Z situado en el centro, esperando al pitido. “A por todas”.

El sonido del silbato es corto y limpio, y Z está lo suficientemente atento como para pasarlo a William y éste me lo pasa a mí, nuestros compañeros arremeten contra los contrarios y yo sin pensarmelo dos veces, corro lo máximo posible. Escucho los pasos aligerados del otro equipo. “Mierda.”

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