Aaron

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La mañana no ha ido muy bien, desde el “encontronazo” con Clarie, hay un ambiente incómodo entre las dos. Así que he pasado una mañana algo sóla. Aunque tampoco no me importa mucho, ella se fue con sus amigo y yo me fui con el mío. Sí, Bruno ha permanecido a mi lado desde que me vio algo enfadada al cuarto de baño. El resto del día ha pasado monótono y sin nada en especial que contar.

Ahora mismo me encuentro en mi cuarto, aburrida y escuchando música, pero no de la clásica. Bruno me ha recomendado un grupo de música que no está mal, pero tampoco me apasiona.

Estoy aburrida, no quiero estar en mi cuarto encerrada como todas las tardes. Me apetece salir y disfrutar de ese aire fresco y algo húmedo que revolotea y juega con los árboles en la calle.

Bajo a la cocina para picar algo cuando escucho la conversación que está teniendo mi tío John con mi tía.

-Ese trasto deberíamos dárselo a alguien, Zack ya no usa la bicicleta desde que se compró la moto.

-Sí, John. Pero es que hoy en día todo el mundo tiene bicicletas, y tirarla sería una pena.

“Hey, Belli.¿Piensas lo mismo que yo?”

-Yo puedo usarla.- mi voz se hace presente en la habitación y las miradas de mis tíos se centran en mí.

-Ay Bella, que susto me diste.- la mujer de unos cuarenta años se pone la mano en el pecho mientras sonríe.-Así que, ¿estas interesada en usar la bici?

-Bueno, como habéis dicho, es una pena que la tiréis. Y a mi ahora me viene bien hacer un poco de ejercicio, de hecho iba a salir ahora.

-Pues las llaves del garaje están en la mesilla de la entrada, puedes cogerla cuando quieras.- comenta mi tío mientras señala el pasillo.

-Bien, tío. Voy a cambiarme y salgo un rato.

-Que te lo pases bien corazón, no vengas muy tarde.- acto seguido, voy a mi cuarto y me pongo un chandal de entre-tiempo. “Ya va siendo hora de que remodeles tu cuarto, el invierno se ha ido.” Charlie tiene razón una vez más. Quizás mañana quede con Thomas y vaya de compras con él. Seguro que le hace ilusión.

Me recojo con una coleta alta mi pelo y salgo disparada a por las llaves. Al abrir el garaje, busco la bici, que se encuentra en un rincón, donde supongo, que guardan las cosas viejas.

La inspecciono para ver su estado y creo que las ruedas están un poco desinfladas. Busco la bomba y por mi cuenta las inflo. Limpio un poco los manillares y la bici en conjunto hasta que se queda más o menos decente.

Son las seis y media de la tarde, creo que podré darme aún un buen paseo. Y eso hago, me dejo llevar por el camino y disfruto de la brisa que choca contra mis mejillas. La gente pasa despreocupada por la calle y los niños corren por las calles.

**

Como dije antes, he seguido mi instinto y también he seguido el recorrido de la carretera. No sé cómo pero me encuentro en un lugar algo solitario. Hay casas por los alrededores y yo, simplemente estoy sentada en la orilla de un lago, disfrutando del paisaje y el cantar de los pájaros.

Tumbada en el suelo, me dejo llevar por todas las melodías que la naturaleza me ofrece y disfruto cada segundo de soledad y tranquilidad.

Siento que poco a poco me olvido de los problemas, por un momento me olvido de Troy y de todas las cosas que hacen que sea yo misma. La paz y la armonía de este lugar me envuelven, para que lenta e inconscientemente caiga en los brazos de Morfeo.

***

Me despierto sobresaltada al sentir una mano desconocida posarse en mi hombro. Mi primera reacción fue alejarme rápidamente de quien fuese aquel que me había tocado. Pero cuando levanté la vista y me encontré con aquellos ojos, mis teorías se distorcionaron. Aquel chico tenía unos ojos preciosos, eran de un gris tan profundo que podría caerme dentro. Pero, sin más, como si alguien me hubiera echado un jarro de agua fría, lo entendí. Caí en la cuenta de que aquel joven, podría bien parecerse al desdichado de Dawson. Me levanté sin decir una palabra, decidida a coger la bici y marcharme.

- ¿Cómo te llamas? -dice él de pronto, sin mirarme. Creo que encuentra muy interesante el lago. Tardo en contestar, ¿debería hablarle?

- Soy Bella Corleonne. -digo algo nerviosa.- ¿Y tú eres?

-Aaron. -dice amablemente. Me pregunto por qué no me mira cuando me habla. ¿Será autista o simplemente tímido?

Lo mejor será que me vaya.

- Yo... yo ya me iba.

-Sí, yo también debería, se me hará tarde. -dice en un tono simpático al colocarse sus gafas de sol. De repente, caigo en la cuenta. No me había fijado hasta ahora. Al levantarse coge su bastón y se encamina unos pasos para desatar a un pastor alemán. Ahora sí que estoy segura, Aaron es ciego.

¿Cómo no me había dado cuenta antes? Lucho en mi interior por combatir la tentación de quedarme con él. La necesidad de quedarme con él y cuidarlo me reconcome. Creo que no podría valerse por sí mismo.

-Oye, ¿necesitas ayuda? -le pregunto. Se da la vuelta, y vuelvo a ver esos ojos tristes, atrapados.

-Gracias de todas maneras, pero no necesito que sientas lástima por mí. -Y dicho esto, prosiguió su camino, dejándome como la persona más horrible del planeta.

***

Emprendo mi camino de vuelta a casa. Es tarde, veo como Boston se apaga poco a poco. La última frase del chico ciego me ha dejado algo tocada. No era pena, y menos lástima lo que quería expresarle.

CariciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora