Una guinda. Endras94

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Barrios se coloca a mi lado— Según indica la autopsia, la muerte fue por asfixia —saca un cigarrillo y lo fuma— el arma fue una guinda
— ¿Qué les hace pensar que fue un homicidio? —me acomodo junto al difunto para encontrar alguna pista.
— El tipo huele a perfume femenino, tiene arañazos y marcas de labial en el cuello.
Abandono la escena. La persona no da indicios de haber sido arrastrado al lugar, más bien, fue por voluntad propia, los arañazos son recientes, un día máximo, en cambio la marca de labial está fresca, lo mismo el perfume, lo que me hace pensar de que estuvo con una mujer antes de morir.
Al llegar a la cabaña me encuentro con los sospechosos, todos inquietos, aunque no puedo culparlos; si eres culpable, temes ser encontrado, en cambio el inocente, no desea que lo culpen de un crimen que no cometió. Puedo ver que una de ellos me mira espantado. Al notar que Barrios  ingresa al edificio me aproximo “dile que entre” señalo a la persona más nerviosa e ingreso al despacho.
— Dígame ¿Cuál es su relación con el difunto?
— Soy su primo —se soba la nuca y se rasca.
Cuando vuelve a colocar su mano en la mesa puedo notar que sus uñas están bastante largas— ¿tocas guitarra?
— Yo… eh… si ¿ha que viene la pregunta?
— El muerto tiene arañazos en su garganta ¿Por qué su primo lo atacaría?
— ¿¡Yo?! —Se altera en exceso— ese no he sido yo —esconde sus manos debajo de la mesa.
— ¿Entonces quién? Sé que sabes algo —en realidad no lo sé, pero uno nunca sabe lo que consigue con un bluff— conozco a unos oficiales que son más persuasivos.
— Habla con la rubia —se espanta al instante— ella se reunió con él, me conto que la vería en ese árbol.
La mujer se sienta, no puede dejar de sobarse las manos— Le aseguro que no tengo la menor idea de cómo murió.
Puedo notar que me está ocultando algo— dígame —centro mi vista en sus labios— ¿Por qué su labial está marcado en el cuello del difunto? además—olfateo su aroma— me sorprende que compartan perfume.
Ella empieza a temblar— Él y yo teníamos una aventura nos reunimos en el lugar en que murió para pasar tiempo juntos, pero… ¡Yo no lo mate! —baja su mirada— de seguro fue su novia, él me contaba que siempre estaban discutiendo, además cuando deje el lugar, me fui a tomar unas cervezas con su hermano.
La pareja del difunto se sienta en silencio, aprieta sus manos que están sobre la mesa.
— Dígame ¿sabía que su pareja le estaba engañando?
Ella solo presiona con más fuerza, ya estaba al tanto de la infidelidad.
— ¿Por qué lo mato?
— Yo no fui, solo discutimos, el día anterior descubrí que me estaba engañando con esa perra de allá afuera— sus ojos se llenan de lágrimas— pero a pesar de que sabía eso, no podía hacerlo, lo amaba demasiado como para odiarlo.
Ella suena totalmente convincente. La última persona en ingresar es su hermano, para mi sorpresa, no se ve muy afectado con su fallecimiento.
— Lo noto muy tranquilo.
— Su muerte es un alivio para la familia, ese mujeriego solo ensuciaba nuestro apellido.
— Tiene bastantes razones para matarlo.
Hace un sonido que indica que mi hipótesis es ridícula.
— No vale la pena mancharse las manos, tarde o temprano iba a acabar muriendo, si quiere saber algo de mí, recuerdo que lo vi asfixiarse, pero estaba demasiado ebrio como para hacer algo. La rubia esa y yo nos pasamos con las copas, de modo que pensé que su muerte era una especie de sueño para mí.
Salgo al patio, para ver al difunto, todo está aclarado, heridas, perfume y  labial, pero ninguno da señales de haberlo matado, su hermano dijo que lo vio asfixiarse, al levantar la cabeza veo muchas guindas colgar del árbol, sonrió, a veces las cosas no son como lo parecen y este es uno de estos casos. Nadie lo ha asesinado.

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