"-Uno menos..."

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- Como en los viejos tiempos...- susurró Hak recordando sus aventuras al salir del castillo Hiryuu

- Como en los viejos tiempos - contestó el capitán sonriendo.

(...)

Yona y Lili no podían ir más rápido aunque quisieran, al parecer Shin había encontrado una carreta a lo lejos y habían decidido acercarse pidiendo que los llevaran a Awa porque se habían perdido.

En cuanto la humilde pareja de ancianos aceptó llevarlos, los ojos de Lili brillaron con ilusión al saber que no iba a tener que caminar largas distancias. 

Dentro del carro encontraron a Arven comiendo una manza.

-¿Qué haces? - preguntó Shiro

- Os vi corriendo y decidí seguiros. - sonrió- Los ancianos piensan que soy su nieto.

Shin y Kuro suspiraron.

-¿Hak y Jae-ha están solos contra dos guerreros dragón? - preguntó el último

- Bueno, técnicamente Jae-ha también es un guerrero dragón- dijo Yona

- Exacto - corroboró Arven

Shin apoyó su mano en el hombro de Kuro y Arven los miró de reojo

- Es lo que quiere el capitán. - comenzó- por mucho que quieran no van a poder ir a ayudarlos, ni a Hak ni a Jae-ha. Debemos de terminar este trabajo.

Los corazones de Lili y Yona se estrujaron con un sentimiento de culpa... esos dos piratas estaban luchando contra dos guerreros dragón sabiendo que si perdían, además de ser condenados a pena de muerte, todo el peso de la ley caería sobre ellos.

Lili suspiró mirando a su amiga pelirroja, ambas pensaron que eran fuertes y sabían luchar, se defenderían.

- Ao, ¿estás bien?- preguntó Lili en un susurro al ver a la ardilla temblar.

Unos ojos dorados los observaban...

Jae-ha rió al tener al famosísimo Dragón Blanco atado y bajo sus pies

- Uno menos...- susurró el peliverde

Kija sonrió.

- No hables como si hubierais ganado. No os habéis dado cuenta cuando Shin-ah se ha ido corriendo,  ¿a dónde? A donde están esas chicas, gracias a su visión seguro que estos instantes está delante de ellas...- rió- solo era un cebo para que le diera tiempo a conseguir a esas mujeres.

Hak arrugó el ceño mientras sus ojos se oscurecían...no podía pasar eso... no otra vez...

Vagos recuerdos aparecieron en su cabeza. Recuerdos de su madre, una mujer hermosa que fue llevada al castillo para ser una sirvienta del rey de ese tiempo... él quería divertirse y, su madre como esclava y sirvienta del castillo no tenía derechos, meses después nació él y, al enterarse la reina de que su marido había cometido adulterio desterró a su madre, pero el rey consiguió que no lo matara.

La gente del lugar siempre lo reconocía por sus ojos, esos ojos llenos de sentimientos como los de su padre...

No iba a dejar que esas dos niñas sufrieran el mismo destino de su madre, eso pasaría sobre su cadáver.

Jae-ha sonrió mientras dejaba atado a su caballo a Kija para después pegar al caballopara que comenzara a caminar.

- Ese va directo a palacio - susurró- Hak, Shin-Ah esperará el momento adecuado, hay que encontrarlo antes de que salga de su escondite.

El nombrado asintió mientras empezaban a correr.

Mientras, el carro seguía su ruta, con los demás piratas y las dos jóvenes dentro. Yona miró a su amiga, ambas sabían que a su pequeña ardilla le pasaba algo, pero qué podría ser... tal vez simplemente era la tensión del momento que le pasaba factura a su pequeño amigo.

Shin-Ah parecía reacio a salir de entre los árboles, con un silencioso caminar, seguía de cerca aquel carro.

Arven miró a Kuro de soslayo.

- ¿Notaste eso, Kuro?- El nombrado asintió y Arven salió del carro para colocarse junto a los ancianos.  - ¿Qué tal, viejo? ¿Conduzco yo un rato?

Mientras el joven se encargaba de entretener a los ancianos dueños de la carreta, Kuro miró por la pequeña ventana del carro encontrándose con unos dorados ojos hipnotizadores.

- Mierda.- musitó y saltó del carro arremetiendo contra el extraño.

Shin se levantó sorprendido y se puso a mirar porla ventana, acompañado de Shiro, Lili y Yona.

Desde ahí, se veía cómo Kuro intentaba alejarlo de la carreta con una espada mientras ambos corrían.

Shin-Ah, con su máscara cubriendo su rostro y sus ropajes abrigosos conseguía interceptar todos los movimientos de su contrincante, poniéndolo nervioso. 

Arven intentaba que los caballos trotara pero, por culpa de las quejas de los ancianos, no podía aumentar la velocidad. 

Kuro siguio chocando sus dos espadas contre la de el guerrero dragón cuando escucharon un grito:

- ¿Nos han echado de menos?

Hak, el pirata «Akatsuki no Yona»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora