Oh, propuesta interesante

1.8K 136 8
                                    

Cuando Nathaniel le mencionó a Alya que por el momento no tenía trabajo y estaba buscando uno, Alya sintió que su mala suerte no existía en realidad. Si ya de por sí estaba viendo a un posible candidato para el puesto en el pelirrojo, esa noticia le maravillaba.

— ¿Y qué tipo de trabajo andas buscando?

Nathaniel guardó silencio. ¿Qué andaba buscando? Algo con horario flexible, que estuviese relacionado con el arte y que le dieran un sueldo modesto, lo suficiente para enviar a casa y tener aquí para sus gastos. Esas eran sus especificaciones, no estaba pensando en algo más concreto, así no se cerrarían sus opciones. Eso fue lo que le dijo a Alya, y la mujer parecía regocijarse con cada palabra.

—Me parece de lo más peculiar.

— ¿El qué? ¿Mi idea para un trabajo?

La mujer rió distraídamente.

—No. Me refiero a que tú buscas un empleo y yo a un empleado.

— ¿En qué trabajas, Alya?

Hasta ese momento la mujer había sido la que preguntaba, dejándose llevar por la curiosidad de cada cosa que decía o hacía el pelirrojo. A Nathaniel no le parecería para nada extraño su actitud, le recordó a muchos momentos que pasaron años antes.

—Soy de recursos humanos en una compañía.

— ¿Qué tipo de empleado andas buscando?

Le había sonado como una propuesta de parte de Alya. Y el pelirrojo no podía estar más que en lo correcto.

Alya le explicó el perfil de Marinette, y que necesitaba un compañero para ese tipo de persona, cuidando en no mencionar el nombre de la fémina. Alguien que sea paciente con la mujer, eficiente y que tuviese una fresca visión de la moda; fueron unas de las cuantas cosas que le dijo Alya que necesitaba.

—Vaya, parece que ya lo tienes todo planeado —admiró Nathaniel. La morocha asintió, aunque no fuese del todo cierto.

— ¿Alguna vez te ha interesado entrar en el mundo de la moda, Nathaniel?

La pregunta quedó en el aire. Esa idea la había descartado unas mil veces. La ropa no le llamaba la atención como tal. Y sus dibujos y pinturas venían a expresar ideas, sentimientos o historias, pero no para traerlos puestos.

— ¿Es una propuesta?

Alya le sonrió. Con esa sonrisa que Nathaniel de lejos había visto en varias ocasiones y que parecía que estuviese más que satisfecha, como si lo que pasara a su alrededor estuviese planeado a su antojo.

La mujer sacó una tarjeta de su cartera y se la extendió.

—Si así lo pones no tengo más remedio que decir que sí, es una propuesta.

Nathaniel tomó la tarjeta, le echó un vistazo: Alya Césaire. Recursos Humanos; Compañía de moda Chiffres*. La dirección de la empresa y el teléfono de la fémina.

—Si sigues sin encontrar trabajo en los siguientes dos días, llámame y podemos ver si calificas para el empleo, ¿de acuerdo? —El pelirrojo asintió, revisó por última vez el rectángulo en sus manos antes de ver la hora en su muñeca; demasiado tarde.

—Sí, claro, yo te llamo.

El hombre comenzó a guardar sus cosas, y la tarjeta fue directa a un bolsillo de su chaqueta. Se despidió rápidamente y se alejó de ahí.

Alya lo vio hasta desaparecer entre algunos árboles. Pronto regresó la mirada a los columpios, la madre y su hija también se estaban retirando. Entonces sería momento para que ella lo hiciera igualmente.

Diseños pasadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora