... y aún más preguntas que resolver

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Adrien no recibió el mensaje de una tal Rachel Murray, sino que el mensaje se envió directamente al celular de una de sus primas. ¿Por qué sus primas tenían la cuenta de su primo abierta en la tableta? Ah, porque simple y sencillamente Adrien odiaba las redes sociales, o por lo menos odiaba a las fans que eran parte de las redes sociales. Las verdaderas cuentas de Adrien Agreste no tenían su nombre, ni una sola foto suya. Era como un fantasma en internet. Y así lo prefería. Para hacerle propaganda a él y, sobre todo, a la compañía, sus primos le hicieron una cuenta en todas la redes sociales posibles, o las más famosas del momento. De vez en cuando subían fotos o videos de él. Todo era por trabajo. Y miles de comentarios llegaban diciendo lo guapo y talentoso que era.

La mitad de las cuentas las gestionaba Angie, las que sobrarán eran todas para Elizabeth. Félix le hacía entrega de ciertos contenidos para subir, pero no metía mayor mano. Y Adrien, bueno, el muchacho a penas se enteraba.

Era famoso, sí, lo suficiente como para llamar la atención si quería. Pero no lo quería, intentaba no destacar, y ser invisible en general. Eso es casi imposible cuando se participa en una de las marcas francesas de ropa más renombradas de toda Europa. Aunque le alegraba que la mayoría de la propaganda se diera a conoce a través de la web o de la televisión, no había casi carteles con su cara o cuerpo por ahí luciéndose (¡gracias a cualquier divinidad que le hubiera hecho el favor!)

Bueno, y continuando con el mensaje que le llegó a una de las gemelas, pudo haber sido ignorado, o pudo haber sido eliminado inmediatamente, o perderse por el mar de comentarios que llegaban cada semana. Éstos últimos preguntaban, sobre todo, por la nueva colección que sacaría Chiffres ese verano. No era tan difícil de imaginar porque.

Las chicas Agreste estaban en la oficina de su hermano, mientras que éste seguía inspeccionando la ropa. Revisaban cada cuenta, leyendo algunos comentarios e ignorando cientos más. El mensaje de Gustave se pudo haber perdido de inmediato, sorprendentemente no lo hizo. Le llegó a Angie mientras ella estaba metida en la aplicación correspondiente. Minutos antes miraba aburrida los mismos mensajes de siempre. Diferentes usuarios, mismo contenido. Algo de: 'Te amo. CÁSATE CONMIGO!', como de: 'Ese cuerpo deberías utilizarlo para algo más aparte de sólo posar para la cámara', y todo tipo sandeces. Bueno, al menos compraban y exhibían la ropa, temporada tras temporada, eso era lo único importante. La notificación llegó, estorbando el comando para que Angie regresara a la página de inicio de la cuenta. Por accidente se abrió.

— ¡Oh, no! —masculló. Prefería ignorar los mensajes, nunca abrirlos. No ilusionar a nadie. Pero ahí estaba, abriendo accidentalmente un tonto mensaje de voz.

Queriendo salir, intento darle en regresar, pero el aparato procesaba lentamente las órdenes. Le dio unas cuantas veces, no sucedió nada. Luego intento darle de nuevo, pero algo extraño le pasaba a ese aparatejo. En vez de regresar se abrió el perfil de la persona quien enviaba el mensaje.

—Agh, estúpida tecnología inservible. —Se quejó Angie, apretando los contornos contrarios de la tableta fuertemente.

Elizabeth, sentada a un metro lejos de ella, levantó la mirada y una delgada y elegante ceja.

— ¿Y ahora qué te pasa, An?

Angie, con el ceño fruncido, fue a ver a su hermana. La muy aprovechada le ganó el gran sofá que había en una esquina en la oficina, era una de las pocas cosas que valían la pena de todo ese lugar frío y distante. Ahora Angie había tenido que estar en un sillón individual, incomoda por las horas que se quedaba viendo a la tableta como lela.

—Está cosa tonta no capta lo que le ordeno que haga.

— ¿Ahora qué compraste?

No era la primera vez que la tecnología se volvía en contra de Angie, sin ninguna razón aparente. La última vez había comprado un juego de té a ochenta dólares, un juego de raquetas de bádminton a sesenta, y un par de tenis rosas a treinta. Un desperdicio. Angie estuvo enojada con el aparato por el resto del mes. Y era el único aparato que no le hacía caso como debiese. Siempre la metía en problemas.

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