Capítulo 12

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Jamie

-A veces se miente para proteger de una terrible verdad a quienes queremos, otras porque no queda alternativa alguna que hacerlo para sobrevivir. Otras veces decimos mentiras tan solo porque queremos hacerlo sin importar las consecuencias de las mismas.-

Silas tenía un punto ahí. Pero yo le respondí.

-Quienes mienten no siempre son malos ni siempre son buenos. Quienes mienten lo hacen porque sienten que deben hacerlo así.-

-No has respondido.-

-¿Por qué le mentiste a Amara?-

-Porque la amo, porque no sabía si Quetsiya iba a dejarme vivir. ¿Tu porque con ellos?-

-Por la misma razón, porque los quiero, pero... hay una diferencia entre tú y yo, yo tengo que morir para que tu vivas, y si me traes a Katerina, te daré lo que más amas, a Amara, pero yo no tendré el regalo, ni la recompensa al final, yo soy la recompensa, para todos los de nuestra clase, ellos no pueden vivir lamentándose mi muerte toda la eternidad, voy a sacrificarme por amor, algo que solo Quetsiya entiende, porque te amaba, yo no estoy segura de que tú lo hagas con Amara.-

- Vivir, ¿a qué costo?- dijo.

Asentí.

-Puedo vivir, pero ¿a qué costo? ¿Cuál fue tu costo?-

-Me separaron de Amara.-

-Mi costo es la muerte de mi familia, de Damon... la tuya; «Lo que perdemos no siempre es para siempre, a veces solo es la ilusión de pérdida lo que tenemos y no la pérdida en si... »-

De pronto me mareé y sentí que Silas me detenía, me desvanecí.

Una joven, aparentemente inconsciente se encuentra tirada en la tierra cerca del agua, traía puesto una especie de tracksuit negro, corto y sin mangas, su cabello amarronado casi negro suelto y esparcido por el suelo alrededor de su cabeza. Sentí una opresión en el pecho, imaginé que era Araceli, pero no lo era. La joven se removía levemente, queriendo despertarse, abrir sus ojos. Los cuales abrió repentinamente. Sus pupilas se dilataron con la entrada de luz a los mismos. Unos ojos amarronados, chocolates grandes. Ladeo su rostro hacía el costado para intentar averiguar alguna pista sobre donde estaba, no podía distinguirlo pero era parecido al último lugar en el cual había estado...una vida atrás. Pero algo pasó. Abrí yo los ojos.

-¿Qué te pasó?- dijo con indiferencia

-Nada, solo un mensaje- me puse de pie. Cuando al fin pude mantener el equilibrio, salí corriendo con rumbo desconocido, por entre el bosque. Iba pegándome con ramas y piedras. Golpeándome contra todo lo que encontraba, hasta que tropecé y caí al suelo, comenzando a rodar por la caída que daba al costado de la ruta. Quede tendida allí, prácticamente no podía moverme, mi visión era borrosa, perdida.

Por la ruta, venía una camioneta no muy grande, de color plateada, frenó de golpe a un costado al verme tendida allí. Vi un par de pies, era un hombre, imaginé que era Silas siguiéndome, pero no, las piernas de aquel hombre mostraban unos vaqueros negros y unas botas, bajó corriendo, como si el camino no tuviera ni piedras, ni ramas, ni nada.

Escuché como el cuero de su chaqueta rozaba en sus extremidades.

-Jamie...-

-Ayúdame.- dije, pero no reconocí la voz. Apenas veía, apenas sentía. Todo daba vueltas.

Al cabo de unas horas; empecé a recobrar la conciencia. Aun mi vista era medio borrosa pero aun así, podía distinguir unos muebles de madera, sentir una manta encima, un dolor de cabeza intenso era lo que más sentía. Nunca los había sentido. Me llevé una mano a la cabeza y fui acomodándome en la cama despacio, sentándose. Quería ver bien el sitio donde estaba, mi casa, mi habitación. Una luz, la de mi chimenea. Sin duda el patético de Silas había estado siguiéndome y me trajo aquí. Alguien ingresaba a la habitación con lo que parecía un servicio con algo que no podía distinguir bien; solo pude hacerlo cuando el desconocido se sentó a mi lado y la luz le iluminó directo el rostro.

In The Shadows: Born To DieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora